El estrés es una respuesta física y emocional que se produce ante una situación percibida como amenazante o desafiante. Puede causar una serie de síntomas físicos, como dolor de cabeza, tensión muscular, problemas digestivos, insomnio y fatiga. También puede afectar el estado de ánimo, causando ansiedad, depresión y dificultad para concentrarse.
El estrés crónico, es decir, el estrés que se prolonga en el tiempo, puede aumentar el riesgo de desarrollar enfermedades cardíacas, accidentes cerebrovasculares, diabetes, obesidad, herpes zóster problemas de sueño y trastornos mentales.
El cuerpo reacciona al estrés mediante la liberación de hormonas, como el cortisol y la adrenalina. Estas hormonas preparan al cuerpo para la “lucha o huida”. Esto significa que aumentan la frecuencia cardíaca, la presión arterial y el nivel de azúcar en sangre. También hacen que los músculos se tensen y que la mente esté más alerta.
El herpes zóster, también conocido como culebrilla, es una enfermedad viral que se caracteriza por la aparición de una erupción dolorosa en la piel. La erupción suele aparecer en un solo lado del cuerpo, y suele ser precedida por síntomas como dolor, picazón y hormigueo.
Es causado por el virus varicela-zóster, el mismo virus que causa la varicela. Después de que una persona se recupera de la varicela, el virus permanece inactivo en el cuerpo. En algunos casos, éste puede reactivarse y causar herpes zóster.
Por lo general, es benigno, pero la secuela más seria es el dolor que afecta cualquier parte de la cara, el ojo, la córnea o el cerebro. Además, la fatiga crónica, el cansancio extremo o la ansiedad incrementan las probabilidades de padecerlo.
El estrés puede afectar al sistema inmunológico de varias maneras. Puede reducir la producción de células T, que son un tipo de glóbulo blanco que ayuda a combatir las infecciones. También puede aumentar los niveles de cortisol, una hormona que puede suprimir el sistema inmunológico.
Cuando el sistema inmunológico está debilitado, es más probable que el virus varicela-zóster se reactive y cause esta enfermedad.
El tratamiento para curar el herpes zóster incluye la ingesta de antivirales, ungüentos tópicos, mejorar la alimentación y desarrollar técnicas para el control del estrés.
Si el estrés es un factor que contribuye a tu herpes zóster, es importante encontrar formas de reducirlo. Algunas técnicas de manejo del estrés incluyen:
Si el estrés te está afectando significativamente, es importante buscar ayuda profesional. Un terapeuta puede ayudarte a desarrollar estrategias para manejar el estrés de manera saludable.
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