El galope de libertad del Mustang
Escaparon de las manos de conquistadores y corrieron hasta no sentir temor. Hoy son un símbolo de la naturaleza buscando y alcanzando la libertad.
Pocos animales escaparon del hombre, convirtiéndose en una especie libre de nuevo, agrupándose hasta ser un símbolo cultural, protegido y poderoso. Esa es la historia de Mustang.
La palabra Mustang, proviene del mexicanismo Mestengo, a su vez derivado del español Mesteño, que implica a un animal sin dueño, o sin amo. Esta acepción es probable que se derive de la expresión Animalia Mixta o para acortar, Mesta.
Corriendo por las llanuras de Estados Unidos, existe un símbolo del ciclo natural que presentan los animales sin el hombre. El Mustang, a veces llamado Caballo Salvaje, es el descendiente de los caballos ibéricos y andaluces que vinieron durante el cataclismo cultural de la conquista y la colonización.
Como bien dicen algunos autores, la naturaleza difícilmente es domada, y siempre encuentra su cauce. Aquellos caballos aparecieron en el continente americano en lo que sería la revulsiva época del choque ideológico, por lo que se verían rápidamente en medio de batallas entre nativos y conquistadores, que derivaban siempre en un caos.
Entre los años 1600 y 1800, miles de caballos empezaron a salir de sus caballerizas cuando un poblado colono era atacado por nativos, o escapaban cuando un conquistador era muerto en batalla en medio de un avance que fracasaba.
Estos caballos, a veces eran capturados por otros nativos que veían su valor como transporte o carga, pero en muchas ocasiones, corrían sin freno por horas, quizá días, hasta hallarse en una llanura de grandes pastizales y con arroyos puros, aún paisajes comunes en estas tierras tan poco explotadas.
Al paso de las décadas, más y más caballos corrían con esta suerte y empezaban a agruparse, sintiendo algún confort en la compañía de sus iguales, creando manadas que se fortalecían y delimitaban territorios, con la fiereza de un animal que puede medir hasta 1.70 metros a la cruz, y patear, morder, apalearte, pisotearte y salir corriendo.
Para 1900, en Estados Unidos se tenía un estimado de dos millones de caballos que corrían libremente. Sin embargo, a partir de ese punto, la población de Mustang comenzó a reducirse drásticamente. Eran vistos como un recurso que podía ser capturado, utilizado o vendido (especialmente para uso militar) o sacrificados para alimentación, y especialmente, como comida para mascotas.
Los abusos en los métodos de captura, como la caza desde aviones y el envenenamiento, llevó a la primera Ley Federal de Protección del Caballo Salvaje en 1959. Dicha ley, conocida como la “Ley Wild Horse Annie” (en honor a Velma B. Johnson, impulsora de la ley) prohibió el uso de vehículos de motor para la caza de caballos salvajes y burros, buscando reducir el margen de agresividad, de “accidentes” y de ejemplares lastimados.
Hay que decir que de acuerdo a los análisis más recientes en materia de paleontología y ADN, el género Equus, probablemente se desarrolló en el norte de América en tiempos prehistóricos, por lo que la existencia de caballos salvajes en estas tierras, no era del todo inadecuado. Sin embargo, lo cierto es que cuando estos caballos que hoy corren libres, llegaron a territorio americano, habían pasado milenios sin que un animal de esta fuerza y características rondara por estos parajes.
Así pues, podrían considerarse, técnicamente, que el Mustang es una especie invasora y no nativa, pero afortunadamente, el impacto de ésta sobre el ambiente, no fue tan negativo como en muchos otros casos.
Acaso, la población puede crecer con rapidez y presentar un ligero riesgo para algunas otras, pero para ello hoy en día, la población de Mustang es administrada y protegida por la Oficina de Administración de Tierras. La controversia rodea el reparto de tierras y recursos destinados a los Mustangs que podrían encimarse con los destinados a la ganadería, y también con los métodos con los que el gobierno federal controla la población silvestre.
Actualmente, los caballos libres (que no salvajes) están protegidos por ley en Estados Unidos, pero han desaparecido de varios estados en donde antes se habían establecido. Por ejemplo, hay acaso unos cientos de caballos que sobreviven en Alberta y Columbia Británica.
La Oficina de Administración de Tierras, calcula un poco más de 25,000 individuos la población estable, aunque el estimado obtenido para equinos salvajes en febrero de 2010, fue de 33,700 caballos y 4,700 burros. Más de la mitad de los Mustang en Estados Unidos, se encuentran en Nevada, con otras poblaciones importantes en Montana, Wyoming y Oregon. Así también se calcula que otros 34,000 caballos están en instalaciones de control a lo ancho de su país.
El Mustang, como otra poblaciones de caballos “abandondados”, han entrado en polémicas de especulaciones en recientes años. De acuerdo a diversas organizaciones, incluída la FAO (la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y Desarrollo), México y China lideran el mercado exportador de carne de caballo, pero de la exportación mexicana, 87 por ciento de los caballos provienen de Estados Unidos.
Si bien el Buró de Manejo de Tierras en Estados Unidos (BLM) rechaza categóricamente que los Mustang sean eutanasiados y mucho menos consumidos, activistas han denunciado que dadas las altas poblaciones y el laxo control territorial, es un secreto a voces que Mustangs y caballos en abandono son pastoreados hasta corrales de control que terminan siendo embudos hacia granjas de comercio y, eventualmente, consumo.
Lo que eleva alarmas es el descontrol sobre el origen de lo que se consume. Es decir, contrario al ideal por el que se lleva un control de sanidad agroalimentaria, consumir animales que no fueron criados con ese fin desde el inicio, implica aceptar alimentos con un trato químico no diseñado para ese fin.
En la carne de caballo se pueden encontrar y consumir dosis no aptas para consumo humano de Ivermectina, Amoxicilina, Acriflavine o Altronogest, sustancias que se usan como medicamentos para los caballos pastoreados y no en la carne de consumo. Estas dosis se ha comprobado que pueden tener efectos nocivos a largo plazo, e incluso a corto plazo en el caso de mujeres embarazadas.
Es como si cultiváramos un lote de manzanas al que vamos a introducirle químicos para una sesión fotográfica perfecta, y al terminar de usarlas, las vendiéramos para su consumo como si fueran manzanas comunes.
El Mustang, es sin duda un ejemplo de un animal asilvestrado que llegó a ocupar un lugar ecológica y culturalmente, con las bondades de un nuevo inquilino, que ha sabido no ser invasor.
Quizá algún días las poblaciones humanas aprendan a hacer eso, en los nuevos lugares que busca habitar.
Fuentes:
http://www.hsi.org/assets/pdfs/horses_EU_facts_figures_EU_horsemeat_trade.pdf
https://www.blm.gov/adoptahorse/
https://www.theguardian.com/news/datablog/2013/feb/13/horsemeat-uk-eu-imports-exports
http://www.worldhorsewelfare.org/Horsemeat-Scandal
El autor es Paco Colmenares, periodista, productor e investigador especializado en fauna silvestre y animales de compañía desde hace más de 10 años. Egresado de la UNAM, hoy dirige RedAnimalia.com. Síguelo en: @pacocolmenares