El alemán Sebastian Thrun, de 47 años, es uno de los principales expertos mundiales en inteligencia artificial y robótica.
El alemán Sebastian Thrun, de 47 años, es uno de los principales expertos mundiales en inteligencia artificial y robótica. En 2007 se tomó un año sabático de la Universidad Stanford para unirse al personal de Google, donde llegó a ser director de Google X, el laboratorio secreto de investigación experimental. Y en 2012 cofundó la plataforma de educación en línea Udacity.
¿Cómo y por qué decidiste dedicarte a la ciencia y la tecnología?
Cuando tenía unos 11 años me regalaron una calculadora programable con la que podía escribir programas de hasta 50 pasos; los anotaba en un cuaderno pequeño y me sentía muy orgulloso de ellos. Luego, al entrar a la universidad, lo que más me interesaba eran la inteligencia y el cerebro humanos. La forma más constructiva de abordar esos temas era a través de la informática y la inteligencia artificial, y eso me fascinó.
¿Por qué elegiste la robótica?
Me pareció que construir robots era la mejor manera de estudiar la inteligencia. Cuando programas un robot adquieres un enorme respeto por la inteligencia natural. Aunque trabajes día y noche
durante años, tu robot no será tan inteligente como una persona.
En 1994 programé un robot que llevamos a una competencia importante en Estados Unidos. El objetivo era construir un robot que pudiera limpiar una oficina. Éramos el único equipo extranjero, y volvimos a casa con la medalla de plata.
Luego se nos ocurrió la idea de construir guías turísticos robotizados para los museos. En 1997 instalamos uno en el Deutsches Museum de Bonn, y otroen 1998 en el Museo Nacional de Historia Estadounidense de la Institución Smithsoniana. El robot se llamaba Minerva, y lo programamos para que identificara a los visitantes, los guia-ra a exposiciones específicas y se las explicara. Podía sonreír y fruncir el ceño. Nos divertimos mucho.
¿Cómo empezaste a trabajar en los autos sin conductor?
En 2004 el gobierno estadounidense estableció un premio para quien lograra construir un vehículo que se condujera solo. Yo no participé en la primera competencia, pero al año siguiente decidí intentarlo. Reuní un equipo con 20 estudiantes de posgrado para que me ayudaran a construir un auto robotizado. Durante varios meses pasé gran parte de mi tiempo con ellos en el desierto de Mojave, escribiendo juntos el código fuente y probando el coche.
¿Y cómo les fue?
Tuvimos suerte. Los autos de cinco equipos llegaron a la meta, pero el nuestro fue el más rápido. Hizo el recorrido en 11 minutos menos, así que ganamos los 2 millones de dólares.
¿Fue en ese evento donde conociste a Larry Page [el cofundador], de Google?
Sí. Empezamos a hablar de robótica.
¿Así te uniste a Google?
No, eso fue un poco después. Tenía yo un alumno muy brillante que creó la primera versión del servicio Street View. Se lo mostré a Larry, y decidimos unir fuerzas. Me uní a Google como director de tiempo completo, y cuatro de mis alumnos se fueron conmigo.
¿Para qué construir autos que se conduzcan solos?
Los autos actuales son inseguros y consumen muchos recursos. Si tu coche se condujera solo, te sentirías mucho más seguro y podrías hacer algo en el trayecto. El auto iría a ti cuando lo necesitaras; la propiedad privada de coches sería innecesaria, al igual que los garajes de las casas y los estacionamientos enormes en los lugares de trabajo.
¿Te interesa el tema de los autos por algún motivo personal?
Definitivamente. Cuando tenía yo 18 años, mi mejor amigo perdió la vida en un accidente de auto. Y una mañana una colega de la Universidad Stanford salió a comprarnos el desayuno y un coche que iba a toda velocidad la atropelló. Cayó en coma y nunca despertó. Por eso este tema es muy importante para mí.
¿Cómo pasaste de los coches a la educación en línea?
La tecnología digital nos permite crear medios para que los estudiantes aprendan a su ritmo. Y, a su vez, esto permite llevar la enseñanza al terreno de la exploración y el aprendizaje basado en el juego.
¿Así que la “ludificación” de la enseñanza resulta útil?
Aunque hay cierta frivolidad en la ludificación [uso de técnicas propias de juegos en actividades no recreativas], cuando juegas Angry Birds no hay clases, ni horarios, ni examen final. Muchos nos volvemos adictos. Así que puedes llevar la adicción y la emoción de Angry Birds al aprendizaje y combinar lo mejor de dos mundos: abordar temas académicos muy profundos, pero hacerlo con ánimo lúdico; los alumnos aprenden y a la vez se divierten. De esta forma podemos cambiarlo todo.
Has dicho que cuando te sientes un tonto es cuando más aprendes de la vida. ¿Es cierto?
Es verdad. Me agrada mucho fallar porque es una oportunidad para aprender a no cometer el mismo error en el futuro. Si pudiéramos quitarnos el miedo a fracasar, seríamos mucho más capaces de tomar las decisiones correctas.
Los proyectos que emprendes son radicales en extremo. ¿Es eso lo que te atrae de ellos?
Aspiro a trabajar en cosas que realmente puedan cambiar el mundo. Tal es el caso de la seguridad en la conducción y el transporte, al igual que llevar Internet y la educación a todas las personas.
¿Qué impulsa la innovación?
Una vez que conjuntas un objetivo y una idea clara, lo que te falta es tan sólo una muy buena ejecución. Y el proceso de ejecución es como escalar una montaña: si titubeas en el camino, si dudas o no tienes claro lo que quieres, entonces no llegarás a la cima. Es importante que sigas escalando y te des cuenta de que no conoces todas las soluciones. Vas a cometer errores y tendrás que retroceder, aprender y mejorar. Pero no debes cambiar tu objetivo.