El humor según Consuelo Duval

Con su singular manera de decir las cosas, la talentosa comediante nos habla de sus motivos para reír y hacer que la gente se ría a carcajadas. 

En otras entrevistas has dicho que desde niña eras cómica. cuéntanos un poco.

Bueno, no es que desde niña haya sido cómica, sino que siempre he crecido del humor; ha sido mi aliado en los momentos de dolor. Es decir, de chiquita yo no tenía mamá, y eso era motivo de burla en la escuela, pero antes de que se burlaran de mí, yo solita me burlaba de mí misma. “Sí, soy la dientona, lero, lero”, les decía. Así les quitaba las armas y ya no podían burlarse porque yo solita me reía de mí.

Mi papá me enseñó que el sentido del humor es el séptimo sentido, y para mí, en mi mundo mágico, mental y elemental, así es. Por eso ése ha sido el sentido que más he usado y sigo usando en mi vida: todo lo tomo con humor, en buena onda, me apresuro a reírme de todo para no verme obligada a llorar. Siempre he sido muy observadora y muy imitadora; por ejemplo, en la escuela mis amigas me pedían que imitara a la maestra de matemáticas, a la de inglés, a la de química… Yo me paraba enfrente de todos los pupitres y les contaba chistes, hacía imitaciones de los maestros, etcétera.

 

Entonces, sí eras la chica cómica de la clase. Y a ti, ¿qué te ha hecho reír siempre?

Me hacen reír mis hijos, mucho, mucho, a carcajadas. Me hacen reír también las ocurrencias que hacen con los perros; yo creo que los perros también tienen un gran sentido del humor. Esas cosas me hacen reír, con su inocencia.

 

¿Quién es tu comediante preferido de toda la vida, vivo o muerto, y por qué?

¡Ay, Dios mío! Está difícil, pero creo que Fernando Soto, “Mantequilla”. Porque nadie me ha hecho reír como él. Creo que es de los que se toman la comedia muy en serio; entonces sus textos y actuaciones son tan en serio, que no puedes evitar reírte. ¡Me encanta!

 

Resulta Interesante que mencionEs a un hombre como tu comediante preferido. ¿por qué piensas que hay tan pocas mujeres comediantes a nivel mundial?

Porque nos da miedo el ridículo.
Las mujeres somos muy ególatras, y hacerle de payasito no nos parece tan divertido como ser la mujer fatal o la actriz de renombre. Sin embargo, quiero que sepas que los mejores actores de la Tierra son comediantes, porque aquel que sabe hacer reír también sabrá hacer llorar en algún momento.

 

Hablemos un poco de las redes sociales, yo te sigo en twitter y me haces reír mucho. ¿Cómo escribes esas cosas? ¿lo haces con el afán de hacer reír, o son tus ocurrencias del día a día?

Todo me hace reír; entonces, yo comparto el humor o todo lo que se me va ocurriendo. A todas las situaciones que vivo en la vida les meto este rollo de “si estuviera grabando una película” o “si estuviera en un programa”; entonces juego mucho con las emociones de los demás, aunque no esté en la televisión.

Hay cosas que me hacen reír mucho: ciertos pensamientos e ideas que de repente se me ocurren. O se me aparece en la cabeza la señora Peluche y me empieza a decir cosas que luego comparto en Twitter; o puede ser la Nacaranda, que agarra el timeline y hace de las suyas. Pero me hace muy feliz reírme y verle
lo bonito a todo. Igual y hasta caigo gorda.

 

Si tu mejor amiga estuviera pasando por un momento muy difícil y quisieras ayudarla con tu sentido del humor, ¿qué le dirías para hacerla reír?

Fíjate que me acaba de pasar eso que dices. Creo que ha sido el momento más difícil de mi vida. Una gran, gran amiga mía acaba de perder a su hijo, que estaba a punto de cumplir 18 años; se desnucó en un elevador. Ella me dijo: “Nada puede consolarme. No creo poder volver a reírme jamás”. Entonces yo estaba tan nerviosa que de repente le dije: “Ay, mamacita, no piensas en reírte, pero bien que estás tráguele que tráguele”.

Mi amiga se rió y me escupió lo que traía en la boca, pues le dio un ataque de risa, y a mí también. De la risa pasamos al llanto y del llanto pasamos a la risa. Ella me abrazaba y me decía que la imagen de su hijo que se le había quedado grabada en la mente para siempre era cuando él me veía y se carcajeaba. Entonces, dime tú si no lo vale. No hay dinero que lo pague. O sea, que una mamá lleve en su corazón que su hijo se carcajeaba conmigo es el regalo más bonito que Dios me puede dar. 

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