El pionero de la medicina que era transexual
James Barry fue uno de los mejores cirujanos militares del siglo XIX. Cuando falleció, en 1865, se reveló su secreto: anatómicamente era una mujer.
James Barry fue uno de los mejores cirujanos militares del siglo XIX. Cuando falleció, en 1865, se reveló su secreto: anatómicamente era una mujer.
Por lo que se sabe, James Barry nació como Margaret Ann Bulkley. Si bien se le consideró mujer al nacer, es posible que fuera lo que ahora se denominaría intersexual o transexual. A muy corta edad decidió vivir su vida como hombre.
Cuando aún era muy joven, Barry estudió medicina en la Universidad de Edimburgo y se graduó en 1812. La profesión médica era masculina, por lo que en ocasiones se cita a Barry como la primera mujer médica británica.
En 1813 James pasó a ser cirujano de regimiento y fue destinado a Ciudad del Cabo. Aquí su aspecto y su personalidad generaron comentarios. Era de baja estatura y tenía rasgos andróginos. Era rudo, a veces por razones profesionales, pero parecía ser más que nada una cuestión de carácter.
James solía tener problemas con sus superiores por insubordinación o “conducta impropia de la personalidad de un oficial y un caballero”.
Algunos dudaban de la capacidad médica de un cirujano de aspecto tan infantil, pero era un craso error de juicio. James Barry era un médico notable y su carrera estuvo llena de logros. Por ejemplo, en 1820, en Ciudad del Cabo, realizó una de las primeras cesáreas exitosas, y salvó las vidas de la madre y el bebé. En otros destinos, desde la isla Mauricio hasta Santa Elena y Canadá, Barry procuró mejorar la sanidad e higiene en los campos del ejército.
James luchó por aliviar las condiciones de los prisioneros negros en las cárceles sudafricanas y de los leprosos aislados en sus colonias. En todo esto, su intransigencia era una virtud. Al final de su carrera, pidió licencia sin goce de haberes para asistir a los soldados heridos en la guerra de Crimea.
James Barry murió de disentería cuando ya estaba retirado, desgastado por los años de trabajo y agotadoras enfermedades tropicales. Había dejado instrucciones de ser cremado con las ropas que vestía al morir, pero su deseo fue ignorado.
La criada a quien se le había pagado para preparar el cuerpo de un distinguido militar encontró que “el cuerpo era de una mujer”. La verdad era más compleja, pero es justo decir que el Dr. James Barry fue una persona admirable, que mereció su lugar en la historia médica y militar.
Extracto del libro ‘Grandes secretos de la historia. Apasionantes historia de verdades y mentiras, engaños y encubrimientos’ editado por Selecciones Reader’s Digest.