¿Puede una actitud optimista ayudarte a estar saludable?
Desde hace tiempo, existe la idea popular de que nuestros niveles de optimismo o pesimismo pueden influir en nuestra salud física. Piensa qué tan a menudo le decimos a las personas enfermas o heridas que vean el lado positivo de las cosas. Actualmente, los científicos están descubriendo que nuestras filosofías internas, sobre todo qué tan optimistas somos, tienen un impacto potencial mucho mayor en nuestra salud del que nos imaginábamos.
La doctora Becca Levy, de la Escuela de Salud Pública de Yale, ha descubierto algunos beneficios extraordinarios de tener una perspectiva optimista. En un estudio, ella observó a 660 personas que habían llenado una encuesta sobre su actitud ante la vejez en 1975, y luego correlacionó sus respuestas con la edad a la que murieron.
“Encontramos que los individuos con un punto de vista más positivo respecto a la vejez, tendieron a vivir siete y medio años más que quienes tenían una visión más negativa de la vejez”, dice la doctora Levy. “Esta ventaja permaneció después de ajustar varios factores como la edad, el sexo, el estado socioeconómico, la soledad y la salud funcional”.
Un estudio hecho por la Universidad de Wisconsin en 2003, descubrió que las personas positivas respondieron mejor a la vacuna contra la influenza. En el estudio, 52 personas recibieron una inyección contra la influenza y luego les pidieron que pensaran y escribieran un recuerdo muy feliz, seguido por uno infeliz.
Quienes mostraron mayor actividad en el lado izquierdo de la corteza prefrontal —una parte del cerebro relacionada con respuestas emocionales positivas— tuvieron el mayor número de anticuerpos contra la enfermedad seis meses después.
Incluso las experiencias físicas pueden verse beneficiadas por una perspectiva más optimista. Según un estudio de la Escuela de Medicina de la Universidad Wake Forest, nuestra visión personal puede influir cómo percibimos el dolor. El estudio descubrió que cuando a las personas se les decía que esperaran menos dolor al recibir una ráfaga corta de calor, éstas reportaron sentir menos dolor, sin importar la intensidad del calor. Los investigadores descubrieron que las expectativas de las personas tenían el mismo efecto en el dolor que una dosis de morfina.
Si una actitud optimista puede ser buena para nuestros organismos, ¿una actitud pesimista puede dañarnos? Muchos libros de la Nueva Era promueven esta idea, pero la evidencia científica es menos clara.
“Existe una creencia común en la comunidad general de que el estrés y la depresión pueden causar cáncer”, dice la doctora Melanie Price, de la Universidad de Sidney. Como investigadora en el nuevo campo de la psicooncología, ella examina cómo la salud emocional puede influir y verse afectada por el cáncer.
“Hay evidencia que sugiere que el estrés puede aumentar el riesgo de diagnóstico de cáncer, pero no es incontenible”, dice ella. “Los investigadores han vinculado registros de cáncer con registros de divorcio y defunción, y algunos de estos estudios han encontrado una conexión particular entre el divorcio y el cáncer de mama, pero hay otros estudios que no han encontrado ninguna conexión”.
La doctora Price está estudiando a 2,500 mujeres para ver si los sucesos de la vida y la forma en que lidian con ellos influye la incidencia del cáncer de mama, y busca específicamente si experiencias muy estresantes, como la muerte de una pareja, tienen algún impacto.
Existe fuerte evidencia de que algunas emociones pueden afectar el corazón, y numerosos estudios relacionan las enfermedades cardiacas con la depresión, y estados emocionales como la hostilidad con nuevos pacientes cardiacos.
Nadie sabe realmente por qué nuestra mente puede tener esta influencia en nuestro organismo. “Una teoría es que el estrés tiene un impacto en el sistema inmunológico y en las hormonas”, dice la doctora Price. “Si tu sistema inmunológico se ve comprometido, tienes mayor probabilidad de que te diagnostiquen cáncer. Así que el estrés puede comprometer tu sistema inmunológico, lo cual puede aumentar tu probabilidad de desarrollar cáncer”.
Pero una actitud optimista también puede influir en la forma en que vives tu vida, lo cual tiene un impacto en la salud. “Si estás bajo mucho estrés, es más probable que no cuides tu alimentación, que no hagas ejercicio, que ni duermas bien y que bebas más alcohol. Estas cosas del estilo de vida también son factores de riesgo para el cáncer y otras enfermedades”, dice la doctora Price.
Comprender cómo se relacionan las emociones con las condiciones físicas es importante para ayudar a crear nuevos tratamientos, y también para dar esperanza a las personas que creen que ellas mismas provocaron la enfermedad.
Cuando Grace Gawler, quien trabaja con pacientes de cáncer, quiso saber más sobre las experiencias emocionales de las mujeres de sus grupos de apoyo, realizó encuestas abiertas. “Muchas de ellas dijeron que creían que la razón por la cual habían desarrollado cáncer fue el estrés crónico, así como penas no resueltas en su vida”.
Ella se dio cuenta de que muchas mujeres se culpaban por el diagnóstico. Esto la condujo a escribir un libro llamado Mujeres de silencio, que trata sobre cómo lidiar con el cáncer de mama y la curación emocional. “Existe presión para las personas a quienes se les diagnostica una enfermedad como el cáncer para ‘pensar positivamente’, pero eso no es necesariamente útil. Incluso puede ser más una
negación”.
“Soy cuidadosa al redefinir eso con las personas, al decirles que si tuvieron estrés crónico, hicieron lo mejor que pudieron con lo que sabían en ese momento. Sí, el estrés pudo haber sido un factor en su enfermedad, pero, ¿cómo podemos lidiar con el estrés, aprender algunas herramientas sencillas para controlarlo y volver a tener interés en las cosas que nos apasionan?”
El verdadero optimismo no significa ser positivo eternamente, sin importar las circunstancias, y no se trata de negar los sentimientos legítimos de tristeza o dolor. “En realidad, es bastante normal sentirse molesto tras el diagnóstico de una enfermedad crónica o potencialmente fatal”, dice la doctora Louise Sharpe, una psicóloga de la Universidad de Sidney que ha estudiado la relación entre las emociones y la artritis.
“Tienes que procesarlo y buscar tratamiento, antes de poder llegar al punto de estar listo para aceptarlo. Lo que sucede normalmente es que las personas a tu alrededor se sienten muy incómodas con el dolor y la angustia, y tratan de que pienses positivamente; algunas veces eso puede ser invalidante”. La doctora Sharpe dice que un punto de vista optimista no tiene que ser arraigado, puede ser creado.
Ella ha usado terapia conductual cognitiva con pacientes de artritis para ver si una perspectiva más optimista tiene alguna influencia en la enfermedad. Ella descubrió que las personas con una visión más optimista tienen menor probabilidad de sentirse deprimidas por el padecimiento, y cree que esta respuesta ha provocado una mejoría en la función articular en algunos pacientes.
“Observamos lo que la gente se dice a sí misma, y si realmente es verdad, o si quizá están viendo las cosas de forma negativa. Luego les pedimos que desafíen los pensamientos negativos de una forma realista”, explica ella.
“Por ejemplo, alguien con artritis puede no ser capaz de abrir un envase de leche porque tiene problemas en las articulaciones de las manos. Pueden pensar: ‘Soy tonto e inútil’. Y nosotros decimos: ‘¿Realmente eres tonto e inútil por no poder abrir el envase de leche?’ Entonces, vemos otras áreas en las que pueden hacer cosas, y los ayudamos a tener poco a poco una vision más realista y optimista”.
“Necesitas revisar tus creencias subyacentes, tartar de ver lo que realmente te estás diciendo”, dice la doctora Sharpe. “¿Son reales esas creencias, y es útil pensar así? Puedes entrenarte para tener un punto de vista más realista sobre cualquier situación”. “Vive cada día conscientemente”: así lo dice Grace Gawler. Ella cree que vivir de forma optimista no sólo se trata de desafiar los pensamientos negativos, sino de fomentar las cosas que te gustan. En el libro Mujeres de silencio, ella escribe: “Canta tu canción, baila tu baile, sana la historia de la vieja vida, cierra el capítulo y el libro, y comienza tu nueva vida. Ve en paz”.
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