Un británico está decidido a restaurar un magnífico templo en la selva de Camboya y convertirlo en una atracción turística diferente.
Dando tumbos por un camino polvoriento, lleno de baches, en el noroeste de Camboya, el conductor del vehículo en el que nos trasladábamos comenta: “En 15 años, ésta es la segunda vez que me piden ir a Banteay Chhmar; la última fue hace 10 años”. Dejamos atrás el camino asfaltado de Siem Reap, una de las principales ciudades de Camboya, y regresamos a lo que se conoce de una manera un tanto optimista como carretera 56. Nos dirigimos al remoto y poco conocido templo de Banteay Chhmar, un complejo semiderruido, oculto en las profundidades de la selva, a cuatro o cinco horas de camino sin pavimentar.
Banteay Chhmar es uno de los últimos grandes templos que continúa intacto en Camboya. Construido por el rey Jayavarman VII hacia finales del siglo XII, o inicios del XIII, permaneció abandonado durante cientos de años a merced del tiempo, los monzones y la invasión de la selva. Pero ahora, gracias a la Fundación de Patrimonio Mundial (Global Heritage Foundation o GHF), el templo se está restaurando con ayuda de la gente de Camboya.
Alguien esencial en su restauración es John Sanday (oficial de la Orden del Imperio Británico), un reconocido arquitecto y ecologista de origen inglés para quien Banteay Chhmar es una de las principales obras maestras de la arquitectura en el sureste asiático.
Sanday, director regional para Asia de la GHF, estudió arquitectura en la Universidad de Bristol. Llegó a Nepal en 1970, contratado por la UNESCO y, dos años más tarde, se mudó con su esposa y su primer hijo a Katmandú, donde han vivido desde entonces. Él ha dedicado su vida a la conservación de edificios y monumentos culturales por toda Asia, incluyendo monasterios en el Himalaya y palacios en la India. De 1996 a 2006 trabajó en Angkor Wat, el templo más famoso de Camboya. Pero mientras que alrededor de 7,000 turistas al día visitaron Angkor Wat en 2011, apenas unos 700 emprenden anualmente el desafiante viaje a Banteay Chhmar. Se espera que este año se complete un camino tanto tiempo postergado, y que eso, aunado a la restauración, termine con el aislamiento de 800 años de este templo.
De pie, en la entrada sur del templo, una calzada elevada sobre el foso repleto de lotos que rodea el complejo, Sanday describe: “La mayoría de los turistas sueñan con visitar Camboya y pasear en solitario por una antigua ciudad histórica a la mitad de la selva. Esperamos poder conservar vivo algo de ese sueño romántico aquí en Banteay Chhmar”.
Aunque ahora tiene sesenta y tantos años, John Sanday camina con agilidad por encima de los montones de piedras derrumbadas mientras comparte lo que piensa acerca del sitio: “Quisiera conservarlo como una ruina parcial con un acceso seguro y de poco riesgo para los visitantes, mediante plataformas suspendidas sobre las estructuras derruidas”.
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