Categorías: Humor

Entre niños: Cuando mi sobrino tenía cuatro años

El trabajo perfecto

Hace poco le pregunté a un amigo mío:

—¿Ya sabe tu hijo a qué quiere dedicarse cuando sea grande?

—Sí —respondió—. Quiere ser recolector de basura.

—¡Qué ambición tan extraña para un niño tan pequeño! —exclamé, sorprendido.

—Lo que pasa —dijo mi amigo—es que mi hijo cree que los recolectores de basura sólo trabajan los martes.

Tomado de guy-sports.com

Cuando mi sobrino tenía cuatro años, pasaba frecuentemente con mi hermana por una tienda de mascotas, y siempre le pedía a su mamá que le comprara una iguana verde que había en la entrada del negocio. Finalmente, ella accedió y entraron a la tienda, donde mi hermana le preguntó a la dueña cuánto costaba la iguana.

—No la vendo —respondió la mujer—. Sólo es de exhibición.

—Entonces, ¿en cuánto la renta? —quiso saber, intrigado, mi sobrino.

Laura Ayala, México

Kayla, mi hija de año y medio, estaba intentando treparse a una silla demasiado grande para ella, aferrándose al borde.

Para animarla, le dije:

—¡Anda, cariño, tú puedes hacerlo! ¡Sólo tienes que impulsarte!

Ella se detuvo, tomó ambos lados de su pañal con las manos y empezó a tirar con fuerza hacia arriba. Tras repetir la acción un par de veces, me miró como diciendo “Mami, esto no funciona”, y siguió intentándolo a su manera.

Muoi Leong, Canadá

El pasatiempo favorito de mis hijos es comprar accesorios para un montón de actividades que abandonan casi de inmediato.

@andyrichter

Mi hija de tres años finalmente comió algo sin cátsup encima. Yo lo habría considerado como un gran progreso, de no ser porque se trataba de un trozo de plastilina.

@xplodingunicorn

En una ocasión llevé a mi hijo de cuatro años a que le cortaran el cabello. Cuando el peluquero terminó de hacer su trabajo, el niño se echó a llorar y dijo que quería un corte como el de su papá… con un hueco en la mitad de la cabeza.

Sandie Gibson-Thorndyke, Canadá

Mi hija Aryiah, de tres años, recibió su primera alcancía en forma de cerdito, y me di cuenta de que la miraba llena de emoción.

—¡Qué bien! —le dije—. ¿Vas a meter mucho dinero allí?

La pequeña me miró, algo confundida, y luego respondió:

—Yo no, ¡pero tú sí!

Erica Fisher, Canadá

Jada, mi hija de siete años, quería pedir algunos libros por correo a través de su escuela.

—Lo voy a pensar —le dije.

—Ay, mamá, sólo envíales un cheque —replicó la pequeña—. Tienes muchos. Guarda el dinero de verdad para comprar comida.

Lisa Huang, Canadá

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