La comunidad criónica, algunos de cuyos miembros son científicos de alto rango, cree firmemente que sí.
En el ‘Protocolo de congelamiento’ del Cryonix Institute (CI) en Clinton, cerca de Detroit, Estados Unidos, lo ingresan como ‘paciente 97’. El hombre instruyó tempranamente a todos sus familiares para que en caso de morir lo congelaran hasta que algún día fuera posible reanimarlo.
La mañana del 26 de junio de 2010, cuando falleció de un colapso en su casa de Florida, el sepulturero al que llamaron guardó su cuerpo de inmediato en hielo seco a una temperatura inferior a los -130 grados Celsius, lo que ocasiona que la degeneración de los tejidos se detenga.
A diferencia de los ‘pacientes’ del Cryonics Institute’, la tripulación de la nave espacial Nostromo de la película Alien, el octavo pasajero (1979) no está muerta, sino en sueño criogénico.
Luego el cuerpo fue trasladado en avión hasta el CI. Ahí reemplazaron la sangre del ‘paciente 97’ por un anticongelante mezclado con otros 30 ingredientes. Luego fueron congelando al difunto de a poco durante un lapso de cinco días hasta llegar a los menos 196 grados Celsius, la temperatura del nitrógeno líquido, para que se formara la menor cantidad posible de cristales de hielo.
Finalmente lo metieron en el criostato HSSB-6-10. En ese contenedor, a una temperatura de -196 grados Celsius, ya se encontraban colgados de sogas otros cinco ‘compañeros de congelación’ del ‘paciente 97’. Ellos también habían dispuesto que los congelaran, al igual que otros 91 ‘pacientes’ del CI.
Desde 1967 esto que se lee como el guión de una película de ciencia ficción es una realidad. Por entonces, el físico Robert C. Ettinger fundó en los Estados Unidos la Cryogenic Society. Halló partidarios…y también futuros pacientes, socios contribuyentes del CI. En 2010, en los Estados Unidos, ya había otros cuatro institutos para criopreservar difuntos.
En octubre de 2010 se celebró el primer simposio alemán de ‘Criobiología aplicada’. Alemania también cuenta con un prestador de servicios de criónica. Sin embargo, como en Europa está prohibido congelar personas, lo que se ofrece es el traslado de los clientes muertos a los Estados Unidos. Su publicidad en internet reza: “¡Sí, vencer a la muerte hoy en día es posible!”.
Pero ¿realmente lo es? Los criónicos señalan que algunas especies de peces, ranas e insectos, pueden sobrevivir a temperaturas inferiores a los -160 grados Celsius gracias a determinadas sustancias que su propio cuerpo produce.
Sin embargo, estos animales aún viven cuando son congelados. Están en una suerte de estado cataléptico y de ningún modo muertos. En cambio, los pacientes del CI ya no están vivos cuando sus cuerpos son congelados.
Hasta ahora no se ha intentado reanimar a ninguno de ellos. Pero los experimentos realizados con animales pequeños congelados han fracasado. Sin embargo, desde hace ya muchos años se congelan células madre, óvulos y esperma y se descongelan en caso de necesidad.
El ser vivo más grande que pudo descongelarse con éxito hasta el momento es el ‘osito de agua’. Este invertebrado de ocho patas que habita en el musgo mide menos de un milímetro y está compuesto de apenas 30 mil células. El ser humano, en cambio, está conformado por unos cien billones de células.
Pero ¿cómo podrían reanimarse los organismos grandes? Un criónico alemán que alguna vez fue especialista en gerontología en un hospital de Hamburgo, piensa que podría hacerse con éxito calentando los cuerpos a través del ultrasonido u otro método electromagnético.
Luego unos nanorobots apenas más grandes que una molécula, dirigidos por computadora, podrían efectuar todas las reparaciones necesarias en el aparato circulatorio.
Al menos este investigador alemán se reservó un lugar en un instituto de criónica estadounidense para que lo congelen después de morir. Pero a diferencia de él, la mayoría de los médicos no cree que los pacientes criopreservados en la actualidad vuelvan a despertar a la vida alguna vez. Al menos no en este mundo.
¿Si fuera posible, lo intentarías?