El próximo 2 de junio, todos los mexicanos tenemos la oportunidad de contribuir con el futuro del país a través de ir a votar. Este momento, que se repite cada seis años, nos permite decidir quiénes serán nuestros representantes y tomadores de decisiones para el progreso y desarrollo de México.
Votar nos llena de esperanza y da sentido a nuestros deseos de un futuro mejor, tanto a nivel individual como colectivo. Participar en actos democráticos activa nuestra corresponsabilidad y tiene un impacto positivo en nuestra salud mental.
El acto de votar promueve un alto nivel de bienestar porque nos hace sentir que tenemos control sobre nuestro entorno. Eleva nuestro nivel de optimismo y nos ayuda a construir vínculos cercanos con otros ciudadanos que también buscan el cambio del país.
En México, los años de elecciones presidenciales muestran mayor participación ciudadana, según datos del Instituto Nacional Electoral (INE). En 2018, el 63.4% del electorado emitió su voto, siendo las mujeres quienes se movilizaron más que los hombres. Esta tendencia ha sido constante a lo largo de los años.
No votar o no poder participar en decisiones que nos afectan tiene un impacto en la salud. “El desamparo y la impotencia genera una sensación de depresión. La gente se siente insignificante cuando percibe que no puede contribuir hacia una mejora en su vida, su comunidad o en su país.
“Votar es un acto de autoeficacia, es sentirte capaz de ayudar a cambiar algo de tu entorno que tiene trascendencia y que abre la puerta que tu vida sea mejor”, cuenta la experta en bienestar integral y maestra en Psicología Aplicada, Arlen.
El doctor Martin Seligman, padre de la psicología positiva, identifica tres componentes esenciales para el progreso humano: optimismo, imaginación y autoeficacia. Votar incluye estos tres elementos, lo que refuerza nuestro bienestar y optimismo sobre el futuro.
Si bien el impacto de votar se intensifica durante las elecciones, es importante recordar que la participación ciudadana es un proceso continuo. Involucrarse en la comunidad, no tirar basura, expresar nuestras opiniones y tomar acciones para mejorar nuestro entorno son formas de ejercer nuestra ciudadanía activa y contribuir al bienestar individual y colectivo.
México está por debajo del promedio de participación en elecciones presidenciales en América. Países con altos niveles de bienestar, como Finlandia, Dinamarca e Islandia, también muestran altas tasas de participación electoral. Esto indica que la libertad para tomar decisiones es crucial para el bienestar.
Las personas con mayores niveles de esperanza y optimismo, que participan activamente en la creación de su realidad, disfrutan de mejor salud, relaciones interpersonales y una mayor conciencia ambiental.
Al votar, no solo elegimos a nuestros representantes, sino que también construimos un futuro mejor para nosotros mismos y para las generaciones venideras.
Con información Comunicado de prensa: Instituto de Bienestar Integral
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