EM el misterio se va aclarando
Hay nuevos avances en la ardua lucha contra la esclerosis múltiple. Los expertos nos ponen al día. Estás en la plenitud de la edad, sano, y tienes un futuro lleno de posibilidades: amor, éxito profesional,...
Hay nuevos avances en la ardua lucha contra la esclerosis múltiple. Los expertos nos ponen al día.
Estás en la plenitud de la edad, sano, y tienes un futuro lleno de posibilidades: amor, éxito profesional, una familia propia… Pero entonces sucede algo extraño: tu cuerpo se niega a hacer lo que siempre ha hecho. De pronto te flaquea la pierna izquierda, o el brazo derecho te hormiguea y se pone débil, o pierdes la visión en un ojo.
¿Qué te está ocurriendo?
El médico manda hacerte tomografías de resonancia magnética del cerebro y la médula espinal, observa ciertas lesiones reveladoras en tu sistema nervioso central y entonces emite el diagnóstico: tienes esclerosis múltiple (EM), una enfermedad incurable que puede llegar a incapacitarte.
¿Qué va a pasar con todos los planes que tenías para el futuro?
Cuando tu sistema inmunitario funciona correctamente, te defiende de virus, bacterias y otros invasores microscópicos, pero si tienes EM, algunas de las células inmunitarias se confunden, deciden que tus neuronas (células del cerebro y de la médula espinal) son invasoras dañinas y las atacan con todas sus armas. Despojan de su vaina protectora de mielina a los axones —los conductores de información de las neuronas—, y esto merma su capacidad para enviar señales al resto del cuerpo. Músculos, articulaciones, ojos, procesos cognitivos… todo necesita señales claras para funcionar debidamente.
Según cálculos de la Organización Mundial de la Salud y la Federación Internacional de Esclerosis Múltiple, esta enfermedad afecta a 1.3 millones de personas en el mundo (unas 520,000 en el continente americano). Son dos veces más las mujeres que los hombres afectados, y los síntomas suelen aparecer alrededor de los 30 años de edad. Se corre más riesgo de contraer EM si uno de los padres o un hermano la padece, pero “no es una enfermedad estrictamente genética”, dice el profesor Reinhard Hohlfeld, del Instituto de Neuroinmunología Clínica de Múnich. Muchos genes pueden intervenir en ella, y su aparición también depende de uno o más factores desencadenantes.
El diagnóstico no siempre es fácil. “No hay dos personas en las que la EM se presente de igual manera y con los mismos síntomas”, señala la neuróloga Marie D’hooghe, del Centro Nacional de Esclerosis Múltiple en Melsbroek, Bélgica. Según la región afectada del sistema nervioso, entre los primeros síntomas puede haber ceguera súbita de un ojo, debilidad u hormigueo en un miembro, pérdida del control de la vejiga, trastornos del equilibrio, y dificultad para razonar o recordar. A diferencia del Alzheimer, sin embargo, la EM rara vez afecta la memoria de largo plazo, la inteligencia general y la comprensión de la lectura.
La mayoría de las veces la EM se inicia en su forma recurrente remitente (EMRR). Los síntomas suelen presentarse de improviso y cesar por sí solos (aun sin tratamiento), de modo total o casi total, al cabo de unos días o semanas. Aun así, dejan lesiones.
Una considerable proporción de quienes padecen EMRR (alrededor de 80 por ciento) evolucionan a la forma progresiva secundaria (EMPS), aunque esto puede tardar 25 años o más: ya no hay recaídas; sólo un deterioro lento y paulatino que puede llevar a la discapacidad total.
Otra forma del padecimiento, la EM progresiva primaria (EMPP), afecta a cerca de 10 por ciento de los enfermos y suele presentarse después de los 40 años de edad. No hay recurrencias ni remisiones, sino que los síntomas empeoran poco a poco. Mientras que la EMRR suele afectar al cerebro, en casi todos los enfermos de EMPP “los síntomas indican un compromiso importante de la médula espinal”, dice la neuróloga Regina Schlaeger, investigadora de la EM en el Hospital Universitario de Basilea, Suiza. Por eso los enfermos de EMPP suelen sufrir trastornos en las piernas.
Después de curar con corticosteroides la intensa inflamación de una recaída, el médico prescribe fármacos a base de interferones o acetato de glatiramer (Copaxone) para limitar futuras recurrencias. Sin embargo, estas sustancias causan una inmunosupresión general, y la buena función inmunitaria es esencial para la salud. Por eso, la finalidad de los nuevos anticuerpos monoclonales sintéticos (al igual que los anticuerpos naturales del organismo) es dirigir el ataque con más precisión contra las células que hacen daño.
El doctor Tim Coetzee, de la Sociedad Nacional de Esclerosis Múltiple de Estados Unidos, llama a los anticuerpos monoclonales “bombas inteligentes” por su capacidad para “eliminar las células inmunitarias nocivas y dejar intactas las demás”.
El anticuerpo monoclonal de más reciente autorización para la EM (aprobado en Canadá, Europa y Asia para tratar la enfermedad), el alemtuzumab, en realidad es un fármaco creado en los años 80 para combatir un tipo de leucemia. Los ensayos clínicos demostraron que reduce tanto el número de recurrencias como el grado de las lesiones cerebrales en los inicios de la EMRR.
Hoy día se dispone de tres nuevos medicamentos orales: el fingolimod (Gilenya), la teriflunomida y el dimetilfumarato (antes de que fueran autorizados, todos los fármacos para la EM tenían que inyectarse). No obstante, muchos enfermos tendrán que esperar para recibir los tratamientos de creación más reciente. “La disponibilidad de fármacos varía mucho en el mundo”, señala el profesor Alan Thompson, de la Federación Internacional de Esclerosis Múltiple; en algunos países es muy limitada.
Tampoco hay medicamentos aprobados expresamente para la EM progresiva, ni secundaria ni primaria, y los que se utilizan para tratar la EMRR no funcionan contra las formas progresivas, aunque hay algunas pruebas anecdóticas de que su empleo en la EMRR quizá retrase o prevenga la evolución a la EMPS.
La fisioterapia es uno de los tratamientos más eficaces en la fase progresiva, dice Thompson. Aunque se dirige a las partes afectadas, “no se limita a los músculos”, explica. “De hecho, hay pruebas de que afecta el modo en que el cerebro reacciona al daño neurológico”. En otras palabras, ejercitar el cuerpo podría inducir al cerebro a autorrepararse.
Dentro de poco quizá los médicos tengan otra “bomba inteligente” en su arsenal, pero con una diferencia importante. Un nuevo anticuerpo monoclonal llamado rHIgM22 es el primero que parece capaz de reconstruir la vaina de mielina protectora de las neuronas, por lo que tal vez pueda detener e incluso reparar los daños de la fase progresiva. Por ahora está en ensayos clínicos.
A menudo los avances en el tratamiento no proceden de un fármaco nuevo, sino de uno ideado para tratar otra enfermedad. En un estudio publicado en The Lancet en marzo de 2014, las estatinas, creadas originalmente para reducir el nivel de colesterol en la sangre, disminuyeron tanto las lesiones neurológicas como la discapacidad en la EMPS.
Otro estudio publicado el mismo mes en Neurology indica que los cannabinoides, sustancias presentes en la mariguana, ayudan a reconstruir la vaina de mielina de los axones, lo que puede ofrecer un nuevo tratamiento para las EM progresivas.
Desde hace mucho las mujeres que padecen EM han dicho que presentan menos recaídas durante el embarazo, lo que motivó a investigadores de la Universidad de California en Los Ángeles a administrar la hormona estriol, que aumenta mucho durante el embarazo, y acetato de glatiramer a enfermas de EMRR no embarazadas. Según el estudio que realizaron, las participantes que tomaron estriol tuvieron 47 por ciento menos recaídas que las que tomaron acetato de glatiramer y un placebo, y salieron mejor calificadas en pruebas cognitivas. El estriol se usa mucho para mitigar los síntomas de la menopausia.
Investigadores como la doctora Emmanuelle Waubant, profesora de neurología y pediatría en el Centro de Esclerosis Múltiple de la Universidad de California en San Francisco, intentan averiguar por qué algunas personas contraen esta enfermedad y otras no. Waubant observó que si bien la exposición a ciertos virus comunes parece aumentar el riesgo, la exposición a otros quizá lo reduzca. Pero la cuestión es más complicada.
“Es probable que haya interacciones entre los genes de una persona, el tipo de infecciones virales que contrae y cuándo las contrae”, explica la profesora Waubant. Dicho de otro modo, no sólo el tipo de genes y virus que se combinan aumenta o reduce el riesgo, sino que el momento en que lo hacen tal vez resulte igual de importante para determinar la propensión a la EM. Entender estas complejas interacciones puede ayudar a los investigadores a desarrollar estrategias de prevención y tratamiento.
Las personas propensas pueden ayudarse a prevenir y tratar la EM, que es más común en los países donde la gente se expone menos al sol, y la deficiencia de vitamina D (producida en el cuerpo por exposición a la luz solar) aumenta el riesgo de contraerla. La doctora D’hooghe aconseja vigilar el nivel de esta vitamina en el organismo, sobre todo en invierno. Si los análisis de sangre indican una deficiencia, tomar un complemento de entre 900 y 1000 UI al día podría ayudar a reducir las recurrencias.
Las medidas más sencillas quizá sean las más importantes. Aunque el curso de la EM es imprevisible, varios expertos afirman que podemos mejorar nuestras perspectivas adoptando un estilo de vida más saludable. Si fumas, déjalo; el tabaco no sólo aumenta el riesgo de contraer EM, sino que la hace avanzar más aprisa. Come sanamente, reduce tu carga de estrés y mantente activo.
Muchos de los expertos entrevistados para este artículo creen que pronto habrá nuevos tratamientos para frenar el avance de la EM y quizá para reparar los daños que produce. “En menos de 20 años hemos pasado de no tener opciones de tratamiento a contar con unas 12 para la EMRR, lo que supone un avance espectacular”, dice el doctor Coetzee.
Hay un esfuerzo coordinado entre neurocientíficos de todo el mundo a fin de hallar tratamientos, sobre todo para las formas progresivas de la enfermedad. Con los fármacos recién aprobados y otros que vienen en camino hay buenas opciones para tratar la EM hoy, y habrá esperanzas reales de vencerla en el futuro.
Si fumas, deja el hábito: el tabaco aumenta el riesgo de contraer EM.