Embarazo adolescente, un lastre para el desarrollo en México
El embarazo de niñas y adolescentes es un factor que perpetua la pobreza y ralentiza el crecimiento de los países latinoamericanos.
El embarazo de niñas y adolescentes, además de evidenciar una enorme violencia hacia ese género, es un factor que perpetua la pobreza y ralentiza el crecimiento de los países latinoamericanos.
“Vivo en Sinaloa y tengo 16 años. A los 14 años conocí a mi novio y tiempo después decidimos no cuidarnos para tener un hijo, fue un bebé planeado. Cuando supe que estaba embarazada me emocioné porque no lo creía. Estudio tercero de secundaria, pero no he podido ir a la escuela porque el bebé tiene un mes de nacido. Ahora que soy madre adolescente mi responsabilidad es estar en casa cuidando a mi bebé y cumpliendo con las labores del hogar mientras espero a que regrese mi pareja” cuenta una chica a personal de Save the children, organización líder en defensa y promoción de los derechos de niños y adolescentes.
¿Por qué una chica de 16 años tiene como prioridad embarazarse a esas edad? Se cuestiona María Josefina Menéndez, directora ejecutiva de Save the children en México durante el taller latinoamericano ‘Mujer actual y anticoncepción revelando nuevos caminos’ organizado por la empresa Bayer.
Uno de los fenómenos más crecientes y preocupantes en México, a pesar de las campañas educativas y de prevención que ha implementado el gobierno, es el embarazo adolescente.
María Josefina Menéndez compartió cifras preocupantes:
México ocupa el primer lugar en embarazos adolescentes entre los países que integran la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos. En el 2013, según cifras del INEGI, hubo 190 mil nacimientos de niñas entre 10 y 17 años, lo que representa el 7.7 del total de nacimientos a nivel nacional. De esa cantidad, el 6 por ciento de los embarazos fue de niñas entre 10 y 14 años, lo que pone de manifiesto un entorno de extrema violencia familiar y social.
Casi la mitad de las madres adolescentes alcanza los estudios de secundaria, el 12 por ciento abandona la educación media superior, mientras que solo el 8 por ciento de las madres entre 15 y 17 años tiene oportunidades de trabajar, explica María Josefina Menéndez.
El embarazo adolescente es un problema estructural y multicausal, pero se debe, principalmente, a un entorno de inequidad y exclusión.
En países como México, donde las condiciones son difíciles para un altísimo porcentaje de la población incluyendo a los niños y adolescentes, a veces ocasiona que el embarazo prematuro sea visto como un proyecto de vida adecuado.
La inequidad fomenta el embarazo de niñas y niños, —explica la directora ejecutiva de Save the children en México—, pues sus localidades tienen condiciones poco favorables para un desarrollo óptimo. También las políticas públicas inadecuadas han contribuido al problema del embarazo a temprana edad.
María Josefina Menéndez destacó la gravedad del matrimonio infantil, una práctica que hasta hace poco era muy común en México. “Hasta hace dos años este tipo de matrimonio era permitido en la República Mexicana, pero tras una larga lucha diversas organizaciones logramos que 25 estados lo erradicaran” puntualiza.
En una sociedad patriarcal, el matrimonio infantil encadena y convierte a las niñas en seres aún más vulnerables hasta que llegan a la mayoría de edad o logran un empoderamiento personal que les permite romper esas cadenas.
El embarazo adolescente está asociado a la ausencia de un proyecto de vida, a un entorno que no les permite a las niñas y adolescentes entender que existe algo más allá de su comunidad pobre, violenta y narcotizada.
“El embarazo adolescente es un problema de calidad y pertinencia educativa, de falta de oportunidades económicas en sus localidades, es un problema de acceso a la salud y de acciones preventivas”. Según la Organización Mundial de la Salud, es un problema de salud pública.
“No existe un acompañamiento adecuado para las niñas preñadas. No hay una sensibilización de parte del personal del Sector Salud”.
El embarazo adolescente acarrea un estigma más para la ya de por sí muy discriminada mujer. “La inclusión de las mujeres en la sociedad sigue siendo difícil, y más aún si se embaraza, pues truncan sus posibilidades de desarrollo porque abandonan la escuela y se perciben a sí mismas como mujeres incapaces de tener un proyecto de vida, no cuentan con apoyos y son catalogadas como un mal ejemplo”.
Por lo general el padre del bebé desaparece, y las condiciones de vida de la niña o adolescente embarazada son tan adversas que la estrategia de remediación se centra en la madre de la niña, para que sea ella quien, a través de un mecanismo, la apoye para que no abandone la escuela.
La propuesta integral de atención de Save the children para atender este problema se basa en algunos supuestos concretos:
Conciben al adolescente como sujeto activo de derechos y con la capacidad de empoderamiento que les permita tomar sus propias decisiones. “Tras un adecuado trabajo socioemocional que fomente su desarrollo, el adolescente podrá tomar decisiones y modificar su entorno. Creemos que es fundamental lograr la consolidación de su identidad en esa etapa de su vida tan insegura, así que es estratégico reforzar los recursos para su desarrollo y contribuir a relaciones positivas tanto con adultos como con sus pares”.
“El incremento de embarazos entre niñas de 9 y 10 años tiene su origen en la inequidad, en la corrupción, en la violencia, en la falta de una visión integral y en la ausencia de funcionarios solidarios y comprometidos”.
La especialista explicó que la propuesta de Save the children para eliminar el embarazo adolescente se centra en el desarrollo de habilidades para la vida y la toma de decisiones sobre su salud reproductiva y sexual como una forma de empezar a ser corresponsables de su propia vida.
La disminución del embarazo adolescente necesita del establecimiento de alianzas, pues no solo se trata de temas de salud y de anticoncepción. “En países como México se necesita la participación de todos los sectores, pues se requiere la generación de equidad, la reducción de la pobreza y el planteamiento de acciones educativas pertinentes y un adecuado acceso a la salud. Estas acciones, —que deben tener un enfoque holístico—, serán éxitos solo sí se convierten en políticas públicas con un sistema integral.
Destacó que Save the children contempla tres vertientes de atención:
Tras un diagnóstico de la situación de los niños y adolescentes, se trabaja con los padres de familia y con el personal docente, pues es en las escuelas en donde hay más embarazos infantiles. El trabajo se lleva a cabo a través de una metodología que contempla talleres lúdicos creativos, jornadas de conversación sobre afectividad y sexualidad, espacios de reflexión y acción y círculos de aprendizaje.
Si la niña o adolescente ya está embarazada, se trabaja en una parte medular: la continuación de sus estudios. “Eso se logra con un trabajo muy fuerte en la familia y en la escuela, pues se trata de integrarla, de lograr que los padres se involucren en la construcción de un proyecto de vida para sus hijas embarazadas. Es indispensable garantizar alternativas de manutención, cuidado del bebé y, sobre todo, pautas de crianza con ternura”.
Se trabaja en el fortalecimiento de proyectos de vida, que los niños y adolescentes sepan que son sujetos de derechos, lo que también implica que desarrolle un marco normativo que garantice esos derechos.
El embarazo adolescente disminuirá solo cuando se promueva el desarrollo económico y social de las comunidades latinoamericanas, pues mientras existan condiciones de inequidad, los niños y niñas se van a seguir embarazando pues no hallan alternativas en sus entornos violentos.
La erradicación del embarazo infantil es responsabilidad de todos, enfatiza la directora ejecutiva de Save the children en México, pero destacó la importancia de que la población vulnerable conozca su corresponsabilidad, su empoderamiento y su potencial social. “La visión de víctimas que tenemos en México ha sido parte de las políticas estratégicas sociales, pero esa visión no ayuda en estos cambios”.
El cambio es cultural y personal, resalta María Josefina Menéndez. “Si logramos que esa niña embarazada sepa que su vida no termina ahí, sino que comienza, estamos logrando un cambio; si la estigmatizamos y le impedimos que acuda a la escuela porque resulta un modelaje inadecuado para sus compañeros, no estamos trabajando por el cambio que queremos ver”.