En casa del herrero…
Como tengo 80 años y ya no puedo hacerme cargo de algunas tareas en la casa, decidí contratar a un empleado de mantenimiento para que hiciera arreglos menores, como reparar las llaves de agua que goteaban y cambiar los focos fundidos.
Hace poco necesité sus servicios otra vez, así que le escribí una nota pidiéndole que fuera a verme, y caminé hasta su casa para dejar la nota en el buzón. Al llegar vi un pedazo de papel pegado en la puerta de entrada, el cual estaba descolorido y arrugado y tenía escrito lo siguiente: “Por favor, toque la puerta. No funciona el timbre”.
Barry Coppock, Reino Unido
Una de las cosas más difíciles de explicar a los adolescentes hoy día es lo inmensamente emocionante que era ver a alguien entrar al salón de clases cargando un proyector de diapositivas.
@juliussharpe
Un día mi padre iba conduciendo por una carretera cuando un auto patrulla lo detuvo por una infracción mínima. El policía bajó del vehículo, se acercó a mi padre y empezó a explicarle, pero él lo interrumpió para decirle: “Sé perfectamente que todo lo que diga podrá y será usado en mi contra… Estoy casado”.
Tras esbozar una sonrisa, el agente lo dejó ir con sólo una advertencia.
Ria Harding, Reino Unido
Tengo una tía a la que le cuesta mucho trabajo lidiar con la nueva tecnología; cree que dentro de su teléfono y su computadora hay una “persona”. Pero su mayor problema es el predictor de textos. Cierta vez estaba yo varada en la estación de tren y le envié un mensaje por teléfono celular para pedirle que me recogiera en su auto. Como ella había bebido un poco de vino, no se sentía apta para conducir, así que respondió lo siguiente: “Lo siento, bebí dos copas de…” y su teléfono anticipó la palabra siguiente: “vino”.
—¿Cómo sabe el teléfono que tomé vino? —preguntó mi tía, entre sorprendida e incómoda.
Pero la vez que realmente se enojó fue cuando, al enviar este mensaje de texto a finales de febrero: “¿Disfrutaste tu…?”, en la pantalla apareció la palabra “Navidad”.
—¿Qué no se da cuenta esta persona de que la Navidad pasó hace casi dos meses? —exclamó furiosa.
Sharon Chant, Reino Unido
Cierta vez mi esposo, que acababa de jubilarse, vio cómo llevaba a cabo mis tareas diarias. Pasé la aspiradora, limpié, puse a lavar la ropa y planché; finalmente, tras preparar un poco de café para los dos, me arrellané en un sillón. Mi esposo me miró muy pensativo. Quizá ya se dio cuenta de que podría ayudarme, me dije. Pero mis ilusiones se hicieron añicos cuando comentó:
—Me parece increíble que siempre encuentres maneras de mantenerte ocupada todo el día, querida.
Lucy Grace, Canadá
En un viaje en avión que hice hace poco, el pasajero que iba sentado junto a mí estaba muy nervioso y no podía dejar de temblar. Le sugerí que le pidiera un whisky a la azafata, y cuando ella se lo sirvió, el hombre se lo bebió de un sorbo.
—¿Puedo pedir otro? —me preguntó, todavía asustado.
Señalé el botón que estaba arriba de su cabeza y le dije que debía oprimirlo si quería otra bebida.
El tipo estiró el brazo, presionó el botón… y debajo de él puso el vaso.
Robert Nurton, Estados Unidos
Descubre por qué no debes quedarte sentado más de lo necesario.
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