En estos sitios, el tiempo se detuvo por siempre
Hace casi un siglo, el descubrimiento de diamantes hizo que este sitio remoto prosperara de repente y, en poco tiempo, un pueblo brotó de la arena.
Pese a que fue la ciudad más rica de África, hoy Kolmanskop se hunde en el desierto de Namibia. Hace casi un siglo, el descubrimiento de diamantes hizo que este sitio remoto prosperara de repente y, en poco tiempo, un pueblo brotó de la arena. Decadencia es lo único que debe evocar en los visitantes.
Sin embargo, no solo tenía hospital, planta eléctrica y teatro, sino también una fábrica de hielo y una piscina… todo ello en medio del desierto.
Construido por los nipones en una pequeña isla que queda entre Japón y Rusia, el faro Aniva, junto con el islote que lo alberga, quedó bajo el poder ruso tras la Segunda Guerra Mundial. El edificio de siete pisos está abandonado desde hace años.
Donde antes marchaban ruidosos generadores a diésel que hacían funcionar las maquinarias, hoy ya solo se oye el ruido de las olas cuando rompen contra las rocas.
El buque SS Ayrfield, que pesa más de 1,000 toneladas, iba a ser desguazado en Homebush Bay, Sídney, en el año 1972; sin embargo, eso nunca ocurrió. Poco después de que el barco llegara, el astillero terminó sus operaciones.
El SS Ayrfield quedó anclado allí desde entonces y, poco a poco, la naturaleza lo fue reclamando para sí. Los restos oxidados del casco ahora albergan un pequeño bosque de mangle.
El futurista monumento Buzludja se hunde entre el hielo y la nieve. Pese a que fue el centro de reunión del partido comunista búlgaro, no se usó mucho tiempo.
Apenas ocho años después de que se inaugurara, cayó el bloque oriental y, con él, el régimen comunista.
El pueblo de Houtouwan, ubicado en la isla de Shengshan, era el hogar de unos 2,000 pescadores y sus familias. Hoy en día, la mayoría de las personas que van a este pueblo chino son turistas.
Casi todos los habitantes se fueron al continente a principios de la década de los 90. Una de las razones por las que el pueblo quedó prácticamente abandonado fue el problema con el abasto de comida.
O Cementerio de las Anclas, que está en la playa de Barril, Portugal, es un homenaje a la tradición de la pesca de atún de aleta azul de la región del Algarve.
Las anclas se utilizaban para fijar unas redes gigantescas en el lecho marino. En la actualidad, los peces son escasos y las 248 anclas son solo un recordatorio de días mejores.
El más grande del mundo, está en la base de la Fuerza Aérea Davis-Monthan; se encuentra en el desierto de Arizona, en Estados Unidos.
Los bajos niveles de precipitación y humedad ayudan a preservar los aviones, ya sea para utilizar alguna parte como refacción, vendérselos a otros países o volver a utilizarlos en tiempos de crisis.
No solo los entusiastas de la aviación acuden a contemplar los bombarderos B-52 y otros aviones, sino que, se dice, hasta los rusos le echan un vistazo vía satélite cada tanto para descartar las piezas en exposición.
¡Bienvenido al Spreepark! Aunque se ubica en el centro de Berlín, está casi olvidado. En la Alemania Oriental, miles de visitantes disfrutaban paseando por sus atracciones y los puestos de la feria.
En esa época se le conocía como Parque de la Cultura, y era el único parque de diversiones en Alemania Oriental. Casi tres décadas después de la caída del Muro de Berlín, la rueda de la fortuna y los carruseles siguen en pie.
Nadie se ha hospedado en este hotel. El Igloo Hotel, en Alaska, Estados Unidos, pretendía atraer a los visitantes del vecino Parque Nacional Denali. No obstante, el constructor no siguió las normas oficiales y, además, quedaba muy lejos. Por eso, jamás se terminó.
Pese a todo, la construcción a medias aún desafía al viento y el clima desde hace medio siglo.