Que sepa identificar cómo se siente y sepa comunicarlo. Para esto es fundamental que construya un vocabulario de las emociones (alegría, tristeza, miedo, ira, enojo, felicidad) tanto positivas como negativas.
Anímale a que exprese lo que siente. Cuando saben reconocerlas, comprenden de dónde vienen y aprenden a lidiar con ellas. Los ejercicios de mindfulness ayudan en esta tarea de reconocimiento.
Esto empieza por que los padres se muestren también empáticos con el pequeño. Porque los niños hacen lo que ven, no lo que les dices que hagan. Meterse en la piel del otro da una nueva perspectiva o punto de vista, que ayuda a comprender mejor a los demás y, a la vez, a mostrarse comprensivo.
Realizar tareas en el hogar acorde con su edad, leer libros de ficción con personajes psicológicamente complejos o realizar actividades de voluntariado estimulan la empatía.
El psicólogo Daniel Goleman define la inteligencia emocional como la capacidad de autocontrolarse y de ser capaces de dominar el estrés y las emociones negativas. Los padres deben aceptar cualquier sentimiento o emoción pero no los comportamientos.
Así que la vía para ayudar a lidiar a los niños con sus emociones –y que tomen decisiones equilibradas basadas en lo que es realmente importante–, se fundamenta en fomentar el desarrollo de habilidades para resolver problemas. Ayúdale a establecer metas y generar soluciones para alcanzar esos retos.
Un estudio elaborado con mil niños durante 30 años, desde que nacieron hasta los 32 años, señala que el nivel de autocontrol es uno de los mayores predictores de su salud, riqueza y éxito cuando llegan a adultos: los niños que tenían niveles más altos de autocontrol a los cinco años eran más propensos de adultos a ser más sanos, más ricos y menos propensos a tener una adicción o una condena penal.
La inteligencia emocional es un predictor más confiable del éxito en la vida que el coeficiente intelectual. Aunque ambas capacidades no pueden actuar a plena capacidad la una sin la otra, concluyen en este estudio. Claro, que si los padres no manejan de forma saludable sus sentimientos, tampoco serán capaces de transmitirlo a sus hijos, así que habría que empezar por nosotros mismos.
Descubre por qué no debes quedarte sentado más de lo necesario.
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