Entre niños: Cierta vez mi hija de tres años…
¡Mira la mosca que maté, mami! Como ella estaba comiendo un jugoso pepinillo en ese momento, puse sus manos sucias bajo el grifo de la cocina...
Cierta vez, mi hija de tres años extendió la mano para mostrármela, al tiempo que decía:
—¡Mira la mosca que maté, mami! Como ella estaba comiendo un jugoso pepinillo en ese momento, puse sus manos sucias bajo el grifo de la cocina y las lavé perfectamente con jabón antibacterial. Luego volví a sentarla frente a la mesa para que terminara de comer el pepinillo y le pregunté, mostrando asombro:
—¡Vaya! ¿Cómo lograste matar a esa mosca?
Entre bocados, la niña contestó:
—Le pegué con mi pepinillo.
Cindy Yates, Estados Unidos
Un fin de semana me percaté de que la caja de arena del gato lucía extrañamente llena. Al preguntarle a mi hijo si había notado alguna actividad poco común en el gato a la hora de hacer “del uno”, confesó que era él quien había orinado en la caja de arena porque “quería saber lo que se sentía ser un gato”. Mi adorado hijo tiene 12 años. Me pregunto si tiene alguna esperanza en la vida.
Karen Hamilton, Reino Unido
Mi amiga Susan ayudaba a su hijo de cinco años a hacer su tarea de matemáticas, mientras su otro hijo adolescente estaba en la cocina preparándose un bocadillo.
—Tienes siete billetes y siete amigos —le dijo Susan al niño—. Les das un billete a dos de ellos, pero ninguno a los demás. ¿Qué te queda?
Desde la habitación contigua, el hermano adolescente gritó:
—¡Dos amigos!
Kirsty Cottrell, Reino Unido
En una ocasión, cuando estábamos en el consultorio del médico, este le pidió a mi hijo de tres años que orinara en un envase de plástico. El pequeño se puso muy nervioso y, con voz temblorosa, preguntó: “¿Tengo que tomármelo?”.
Janet Frenyea, Estados Unidos
El infierno no puede compararse con el enojo de un niño de cuatro años cuyo sándwich se cortó en cuadrados cuando él lo quería en triángulos.
@lurkathemom
Hace muchos años, cuando mis hijos eran pequeños, un día que estábamos en la playa mi hija menor salió corriendo de la orilla del mar y exclamó que había visto una medusa en el agua.
—¿Estás segura de que era una medusa? —le preguntamos.
—Completamente —respondió la pequeña, indignada—. Lo sé porque vi que tenía testículos.
Denise Broadfoot, Reino Unido
La primera vez que mi nieta de cuatro años acudió a la iglesia, vio salir al ministro, acompañado por el lector y el diácono. Enseguida, se volvió hacia su papá y le susurró al oído: “¿Cuál de ellos es Dios?”.
Willard Jenssen, Estados Unidos
Durante sus oraciones de la noche, mi hijo de cinco años se acordó de su tío, que estaba desempleado. “Por favor ayuda al tío Steve a encontrar un trabajo en el que sea bueno —dijo—, como ser dueño de un gato”.
Sandi Rowe, Estados Unidos