Entrevista con el Doctor Charles Xavier: Patrick Stewart

Estrella de teatro y cine, Patrick Stewart es uno de los actores más respetados del Reino Unido. Pero su papel más reciente podría sorprender a muchos…

Una noche me senté a leer el guión, y cuando llegué a la página 40 me levanté y fui a revisar que todas las puertas y ventanas de mi casa estuvieran bien cerradas”, recuerda Patrick Stewart, riendo. “Mi casa en Oxfordshire está muy aislada, así que encendí las luces y activé el sistema de alarma. Me cercioré de que las cámaras funcionaran correctamente, y entonces volví a la sala y me serví un vaso grande de whisky”.

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A quienes hayan visto ya la película de Stewart, Green Room, les sorprenderá lo que cuenta. Thriller sombrío, violento y francamente aterrador, ambientado en un sitio cerrado, es el tipo de filme que lo hace a uno cuidarse las espaldas por un largo rato tras salir del cine. En este sentido, es similar a Deliverance, una película de terror clásica de los años 70 [titulada Amarga pesadilla en Latinoamérica] que trata sobre un fatídico viaje al campo.

Stewart está de acuerdo con la comparación. “Sí, Deliverance es la película que cito todo el tiempo, desde que estaba filmando”, señala. “Hay una creciente sensación de que algo muy malo va a ocurrir. Hago de un sujeto al que no le interesa sentarse a conversar, beber una taza de café y resolver las cosas”.

“No solía divertirme —era demasiado serio e inseguro—, pero ahora me estoy divirtiendo de lo lindo”

Si es difícil conciliar esa imagen con la del Patrick Stewart que hemos visto en el papel del capitán Jean-Luc Picard en las películas de Viaje a las estrellas o en el del profesor Charles Xavier en la saga X-Men, resulta aún más difícil cuando uno habla con él frente a frente.

Conversador, alegre, carismático y divertido, es el tipo de hombre que lo hace a uno relajarse al instante. No se parece nada al personaje que interpreta en Green Room: Darcey Banker, el líder de un grupo defensor de la supremacía blanca cuya reacción ante una banda de rock punk que amenaza con frustrar sus planes ilícitos es todo menos tranquilizante. Entonces, ¿qué hace un tipo bueno como Stewart en una película como ésta?

En los últimos años, mi principal búsqueda ha sido la diversidad”, responde tras una pausa reflexiva. “Llevo a Picard y a Xavier sobre los hombros, cuyo impacto en mi vida ha sido enorme. Existe la creencia errónea de que estos personajes definen a Patrick Stewart, pero han sido una bendición y una maldición al mismo tiempo”.

Le pregunto si es una bendición poder confundir las expectativas de la gente al interpretar a un personaje completamente opuesto. Una prueba de ello es otro trabajo suyo reciente: Blunt Talk, una comedia televisiva producida por el guionista y actor Seth MacFarlane (el creador de la serie Padre de familia), cuya primera temporada en Estados Unidos terminó en 2015.

Stewart me responde que sí. “En los primeros cinco minutos del primer episodio, mi personaje conduce su Jaguar por Hollywood Boulevard bebiendo whisky directamente de la botella, come chocolate con mariguana y recoge a una prostituta transexual. “Así que la reputación que he adquirido, que al principio me parecía una carga pesada, se ha vuelto una plataforma de lanzamiento para hacer cosas extravagantes”.

Es evidente que el actor disfruta enormemente esta nueva libertad. Por muchos años, antes de Viaje a las estrellas, Stewart, quien se formó en el teatro clásico, se contentó con las oportunidades que le ofrecía la Real Compañía de Shakespeare (RSC, por sus siglas en inglés) y con los placeres del escenario británico.

Nunca tuve la ambición de hacer cine ni televisión, a pesar de que las películas fueron mi obsesión en la niñez

“El teatro era donde yo quería estar, y en las mejores circunstancias posibles: con los mejores actores, los mejores directores y las mejores obras. Encontré eso en la RSC. Recuerdo que, luego de haber estado allí cinco o seis años, un colega me dijo: ‘¿Sabes? Deberías salir y hacer algo más. Hay mil cosas que pasan allá afuera’. Yo le contesté: ‘¿Por qué debería irme? Aquí tengo todo lo que quiero’”.

En estos días en que los actores pasan regularmente del teatro a la televisión o al cine y viceversa, no sorprende mucho que Stewart haya aceptado el papel de Jean-Luc Picard en Viaje a las estrellas: La nueva generación, pero estaba lejos de ser natural cuando firmó el contrato, en 1987, y en absoluto tenía garantizado el éxito.

Me advirtieron que no pasaría de la primera temporada, que se cancelaría”, dice. “Todos mis conocidos en Hollywood decían lo mismo, incluido mi representante: ‘Que no te preocupe firmar un contrato de seis años. Este programa no llegará lejos’. Cuando empezó la segunda temporada, todos estábamos pensando: ‘¿En qué nos metimos? A mí me dio un poco de pánico. Pensé: ‘¿Pasaré en esto el resto de mis días? Hay otras cosas que quisiera hacer’”.

La manera de quitarse ese malestar fue salir de gira en su tiempo libre y subirse a todos los escenarios que encontraba. “El resto de la compañía pensaba que me había vuelto loco, pero los sábados por la mañana me gustaba montar espectáculos yo solo. Luego, otros fines de semana, empacaba todo en el portaequipaje de mi coche y me iba a alguna universidad o un centro comunitario y montaba un espectáculo allí.

Tenía un espectáculo de Shakespeare, uno de Tennyson y uno del rey Arturo. Pero el más exitoso fue Canción de Navidad; terminé haciéndolo cuatro veces en Broadway y dos en Londres. Me dio la sensación de que el mundo del teatro seguiría siendo mío si yo quería existir en él”.

A pesar de haber vivido 17 años en Los Ángeles, Hollywood nunca fue un ambiente ideal para Stewart. En 2014 regresó a Inglaterra, y ahora parece más comprometido que nunca con la vida pública británica. Autoproclamado socialista y activista, se siente libre de expresar su opinión acerca del gobierno actual y sobre el Partido Laborista.

“Creo que Jeremy [Corbyn, líder del Partido Laborista] ha empezado a encontrar una voz claramente auténtica y apasionada”, afirma convencido. “Empiezo a tener una sensación de que hay un camino para el Laborista que podría ser muy interesante para el país. Yo porté un cartel en la primera elección que se celebró en 1945, después de la guerra, cuando [el primer ministro laborista] Clement Attlee entró, y esos principios siguen siendo mis principios”.

Se inclina hacia delante y me mira con una expresión resuelta.

Me dan miedo la obstinación y el egoísmo de los conservadores, el daño que pueden hacer”, prosigue. “Todos sabemos que el Partido Conservador en esencia es un partido egoísta, no importa lo que aleguen sus miembros. ¿Qué frase usan? Ah, sí: conservadurismo compasivo. ¡Basura! No existe tal cosa. Se trata exclusivamente de sus intereses y de mantener el status quo”.

La franqueza de Stewart incluso lo ha llevado al mundo de Twitter y las redes sociales, si bien alentado por su publicista. “Me llevó a desayunar hace unos tres años y dijo: ‘Tienes que participar; es esencial para el trabajo que estás haciendo y para el que quieres hacer’”, recuerda.

De hecho, no ha dejado de trabajar. Además de otra temporada de Blunt Talk, hace poco volvió a subir al escenario con Ian McKellen, su gran amigo y coestrella de la saga X-Men, en Tierra de nadie, de Harold Pinter. En 2017 filmará en Hollywood otra película “relacionada con los X-Men”, de la que prefiere no hablar. Aunque ya tiene 76 años, Stewart parece tener la energía y el empuje de alguien 30 años menor.

“No sé qué pasó”, dice, meneando la cabeza. “Lo digo en serio, no estoy bromeando. La semana pasada tenía yo 46 años, y no sé de dónde salieron de repente los otros 30. Ésa es una de las razones por las que he vuelto a practicar la meditación, porque desacelera el tiempo.

”Y ahora me cuido más que nunca. Me detengo del pasamanos cuando bajo escaleras, y miro a ambos lados muchas veces cuando cruzo una calle. Aunque no me explico cómo logré llegar a esta edad, no quiero irme aún. Quiero quedarme en este mundo el mayor tiempo posible. No solía divertirme —era demasiado serio e inseguro—, pero ahora me estoy divirtiendo de lo lindo”.

Staff

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