Aunque parezca incongruente, el exceso de oxígeno puede resultar tóxico. Algunas veces, los médicos emplean oxígeno puro en casos de urgencia, como puede ser una afección pulmonar grave, aunque eso significa una concentración cinco veces mayor que la que normalmente tiene el aire.
Si se respira continuamente y por tiempo prolongado, el oxígeno puro puede producir una acumulación de líquido en los pulmones, colapso de los alveolos pulmonares, convulsiones e incluso, si se trata de bebés prematuros, ceguera.
Por eso se emplea oxigeno en concentraciones mucho más bajas para tratamientos prolongados, en el hospital o en la casa de personas asmáticas, los que sufren ataques cardiacos o aquellos que convalecen de una operación pulmonar.
En las profundidades del aparato respiratorio
Los pulmones son dos órganos de forma cónica, no exactamente iguales, que se encuentran dentro de la cavidad torácica. Están protegidos por las costillas, la columna vertebral, el esternón y los músculos respiratorios.
Entre los pulmones están colocados el corazón, la tráquea y el esófago, que no aparece en este dibujo, pero que va por detrás de la tráquea conectando la faringe con el estómago.
La parte externa de los pulmones y el interior de la cavidad torácica están recubiertos por una membrana serosa llamada pleura. La lubricación de estas dos hojas de la pleura permite que los pulmones se expandan y se retraigan fácilmente sin adherirse a la cavidad torácica.
El diafragma, que forma el piso del tórax (y el techo del abdomen), es una estructura continua que tiene sólo tres orificios por donde pasan el esófago y los grandes vasos sanguíneos.