Cada dos o tres años, en noviembre, numerosas tortugas verdes salen de su hogar, situado cerca de la costa brasileña, para emprender una épica travesía de 2,000 km. Su meta es la isla Ascensión, un pedazo de tierra de tan sólo 88 km2 que se halla en medio del Atlántico Sur. Estos animales llegan a su destino ocho semanas después de haber nadado aproximadamente 50 km por día para aparearse en la costa. Protegidas por la oscuridad, las hembras llegan a las playas de la isla. Ahí, hacen hoyos en la arena en los cuales ponen cerca de 140 huevos. La lenta deriva de los continentes sobre el planeta puede explicar en parte el extraordinario viaje de estas tortugas. Hace 120 millones de años, África y América empezaron a separarse y nació el océano Atlántico. Aparecieron islas volcánicas en el mar y los ancestros de algunas tortugas brasileñas anidaron en ellas para escapar de los depredadores existentes en tierra firme. Generalmente, las tortugas adultas regresan a la playa donde nacieron para reproducirse, pero el embate del océano Atlántico acabó con la mayoría de las islas y la única que queda es la Ascensión. Además, el problema de las tortugas se acentúa a medida que América del Sur se aleja del lugar donde se reproducen. En estas circunstancias, el paso del tiempo es un enemigo invencible para los quelonios. ¿Por qué la Marina brinda atención a las tortugas? La mala suerte de la tortuga olivácea de Ridley es ser la base de una gran empresa comercial en México. Su carne, piel, grasa y caparazón se comercializaron desenfrenadamente y pusieron al animal en peligro de extinción. Miles de estas tortugas se arrastran simultáneamente, en grupo, hasta las playas para cavar sus nidos en la arena. La mayoría de las tortugas anidan por la noche, pero la olivácea de Ridley, al igual que la tortuga Ridley del Atlántico, anida durante el día. Antiguamente, la reproducción en masa pudo haber sido una forma de asegurar la supervivencia, ya que la cantidad de tortugas era mucho mayor que la de sus depredadores. Las aves marinas y los buitres esperan a que las nuevas crías salgan de la arena y emprendan su viaje al mar para cazarlas. Inevitablemente, muchas crías mueren, pero son demasiadas para que los depredadores acaben con todas ellas. Sin embargo, este mecanismo de defensa resultó inadecuado contra las demandas de la industria. Por fortuna, el gobierno mexicano decidió proteger a las tortugas e incluso asignó a miembros de la Marina para que vigilaran los nidos. Además, muchos huevos son incubados en criaderos gubernamentales.
Secretos del mundo animal
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