El descubrimiento de anomalías en garganta, cuello, lengua, paladar y encías es una herramienta fundamental para reconocer que existe un problema y acudir con un especialista que, tras una exhaustiva revisión, descarte la formación de tumores o el desarrollo de células cancerosas.
En infinidad de ocasiones pequeñas lesiones o llagas, que comúnmente se confunden con lesiones conocidas como aftas, que aparecen en la boca o la laringe, son poco perceptibles y se dejan pasar sin mayor detenimiento cuando se trataban de lesiones precursoras de cáncer de cabeza y cuello, explica el Dr. Miguel Ángel Álvarez Avitia, médico oncólogo adscrito al Instituto Nacional de Cancerología.
“De todos los tumores de cáncer de cabeza y cuello el de la boca es el más frecuente y cuenta con una mortalidad muy alta, pues el 70 por ciento de los pacientes que acude al médico llega en etapas avanzadas” añade el especialista.
Los cánceres de cabeza y cuello comienzan por lo general en las células escamosas que recubren las superficies mucosas dentro de la cabeza y el cuello (por ejemplo, en la boca, nariz y garganta).
Aunque su incidencia es baja —pues solo representa el 3 por ciento de los tumores sólidos— ocasiona unas 300,000 muertes al año en el mundo.
En México, cada año se diagnostican 52,889 casos nuevos de tumores de cabeza y cuello, según cifras de GLOBOCAN, un organismo que forma parte de la Organización Mundial de la Salud.
México registró en el 2018 más de 2,000 nuevos casos de cáncer de labios y cavidad oral y más de 600 muertes por esas causas. En ese mismo lapso superó los 1,000 casos nuevos de cáncer de laringe y 800 decesos derivados de ese tipo de cáncer.
Los cánceres de cabeza y cuello se clasifican por el área donde comienzan:
Los síntomas se manifiestan en zonas específicas de la cabeza y el cuello:
Un parche blanco o rojo en las encías, la lengua o el revestimiento de la boca; hinchazón de la mandíbula, y sangrado inusual o dolor en la boca
Dificultad para respirar o hablar, dolor al tragar, dolor en el cuello o la garganta que no desaparece, dolores de cabeza frecuentes, dolor o zumbidos en los oídos o problemas para escuchar
Dolor al tragar o dolor de oído
Senos paranasales congestionados que no se despejan. Sinusitis que no reacciona al tratamiento con antibióticos, sangrado por la nariz, dolores frecuentes de cabeza, inflamación u otros problemas de ojos, dolor en los dientes superiores o problemas con las prótesis dentales.
Hinchazón debajo del mentón o alrededor de la mandíbula, adormecimiento o parálisis de los músculos en la cara, o dolor en la cara, en el mentón o en el cuello que no desaparece.
Como los síntomas son amplios y variados y pueden confundirse con otro tipo de padecimientos —como una gripe o infección de las vías respiratorias— resulta necesario estar alerta a cambios en la cavidad bucal, alteraciones en la saliva o cualquier tipo de anomalía física que se descubra desde la zona de la nariz, boca, garganta y cuello.
El consumo de alcohol y tabaco son los dos factores de riesgo más importantes para los cánceres de cabeza y cuello, especialmente los cánceres de la cavidad oral, orofaringe, hipofaringe y laringe.
Al menos el 75 por ciento de los cánceres de cabeza y cuello a nivel global son causados por el consumo de tabaco y alcohol, precisa la Dra. Lucía Edith Flores, enlace médico científico en MSD Oncología.
“La infección con tipos que causan cáncer de virus del papiloma humano (VPH), especialmente tipo de VPH 16, es un factor de riesgo para algunos tipos de cánceres de cabeza y cuello, cánceres particularmente orofaríngeos que implican las amígdalas o de la base de la lengua” indicó la Dra. Flores.
Aunque se conoce que este tipo de cáncer se presenta principalmente en personas mayores a los 50 años y por lo general tiene mayor prevalencia en hombres que en mujeres, se cree que la incidencia de estos tumores va en aumento en personas jóvenes, ya que el estilo de vida y algunas prácticas que se han vuelto comunes, son algunos de los principales factores de riesgo para el desarrollo de esta enfermedad: fumar, beber, mantener malos hábitos higiénicos bucales e, incluso, realizar prácticas sexuales orales sin protección, que generen contagios por virus como el del VPH son elementos que favorecen la modificación de células normales a cancerosas.
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