Categorías: Humor

Gajes del oficio: Escena en la oficina donde trabajo

Antes de jubilarme como auxiliar docente, una maestra de geografía me pidió que la ayudara con su grupo de alumnos de siete años.

Le pidió a uno de ellos, llamado Daniel, que señalara el continente americano en un mapa. Tras hacerlo correctamente, el niño recibió una felicitación de la profesora.

Luego le preguntó a toda la clase quién había descubierto América. El salón quedó en silencio por unos momentos, hasta que un chico alzó la mano y exclamó:

—¡Daniel! 

Jillian Cohen, Reino Unido

Escena en la oficina donde trabajo

Yo: Tenemos que enviar un formulario a cada uno de los estados del país.

Una colega mía: ¿A los 51?

Yo: ¿Cincuenta y uno?

Colega: ¡O los que sean! Nunca he sido buena en geometría.

Jill Lloyd, Estados Unidos

Mi abuelo es fotógrafo y le encanta su trabajo. A menudo lleva consigo algunas fotos que ha tomado para presumirlas. Cierta vez que fue a visitar a unos amigos suyos, la dueña de la casa comentó que las imágenes le parecían maravillosas, y que seguramente el abuelo tenía una cámara estupenda.

Molesto por la insinuación de que la calidad de sus fotos provenía de su cámara y no de su talento, al final de la cena mi abuelo felicitó a su amiga por los deliciosos platos que había servido, y añadió:

—Seguramente tienes en la cocina unas cacerolas estupendas.

Alana Jacobs, Reino Unido

Mi trabajo en la Marina Real Canadiense algunas veces me obliga a viajar en barco. En una ocasión nos detuvimos para darnos un chapuzón en el océano Atlántico, en pleno mar abierto. Al notar mi nerviosismo, el contramaestre me dijo:

—No te preocupes, nunca vas a estar a más de tres kilómetros de tierra firme… Hacia abajo, claro.

Manuel E. de Albernaz, Canadá

Estas quejas, enviadas de manera anónima, nos permiten comprender que ciertas acciones de los jefes y supervisores provocan descontento entre los empleados:

“El director, que a menudo expele gases en el pasillo frente a mi oficina, goza mucho diciéndome que debo corregir mi falta de madurez”.

“Durante una junta sobre medidas de seguridad, nuestro jefe nos advirtió que sólo debíamos usar escaleras de mano de alta seguridad. Al informarle que no teníamos una, nos ordenó robarla de otro departamento de la empresa”.

“Mi supervisor se queja de que mi actitud es poco alegre y entusiasta. Trabajo en una funeraria”.

“Llevo tres años laborando aquí, y mi jefe insiste en llamarme Carlos. Yo no me llamo Carlos”.

Tomado de pleasefireme.com

Al salir del probador de una tienda, me paré frente a un espejo para verme. Mientras me abrochaba el último botón, una vendedora me dijo:

—Si yo fuera usted, no compraría esa blusa. El color no le favorece.

Su consejo habría sido bastante útil, de no ser porque la blusa que llevaba puesta era mía.

Ruth Ferguson, Reino Unido

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