Esclerodermia: qué es, causas, síntomas y tratamiento
La Esclerosis Sistémica, también conocida como Esclerodermia, es una enfermedad rara, incurable, incapacitante y potencialmente mortal que afecta la piel, los pulmones y otros órganos vitales.
Pese a todos los avances tecnológicos dentro del campo de la salud y la medicina existen cientos de enfermedades extrañas que afectan a ciertas personas y que desafortunadamente no se conocen al 100 por cierto las causas y por ende no hay una cura como la esclerodermia.
La cual comienza con el endurecimiento de la piel, dolor en articulaciones, síntomas gastrointestinales, entumecimiento, inflamación y cambios en el color de la piel de dedos de las manos y pies, pero también puede dañar músculos, articulaciones, corazón, riñones y pulmones; también se le conoce como Esclerosis Sistémica y esta enfermedad es capaz de generar discapacidad y muerte prematura en quienes la padecen.
Se presenta en más de dos millones y medio de personas en todo el mundo y es más frecuente en mujeres entre los 30 y 50 años.
Esta patología es más común en mujeres que en los hombres y puede variar el grado de afectación en los pacientes, de moderado a severo. Los tipos de esclerodermia son los siguientes:
De acuerdo a la página de Clínica Mayo, los signos y síntomas de la esclerodermia varían de una persona a otra según las partes del cuerpo que estén afectadas.
Casi todas las personas que tienen esclerodermia presentan endurecimiento y tirantez de la piel.
Cuando la esclerodermia afecta al corazón, los latidos cardíacos pueden volverse irregulares. Algunas personas también pueden padecer insuficiencia cardíaca.
La esclerodermia es el resultado de una sobreproducción y acumulación de colágeno en los tejidos corporales. El colágeno es un tipo de proteína fibrosa que forma los tejidos conectivos del cuerpo, incluida la piel.
Los médicos no saben exactamente qué causa el comienzo de este proceso, pero el sistema inmunitario del cuerpo parece estar involucrado. Lo más probable es que la esclerodermia se deba a una combinación de factores, incluidos problemas del sistema inmunitario, genética y desencadenantes ambientales.
Su incidencia también está asociada, por otra parte, a algunos hábitos y factores como el consumo de tabaco, la exposición al frío o el estrés y ansiedad. Asimismo, el consumo de determinados fármacos pueden producir el empeoramiento de los síntomas, por lo que se debe consultar antes al reumatólogo.
El diagnóstico se hace mediante un reconocimiento médico especializado por el reumatólogo, que incluirá el relato de los síntomas, un examen de la piel y una exploración general. Siempre se realizan exámenes complementarios como análisis y una radiografía del tórax y en algunos casos concretos, otras pruebas digestivas o cardiorrespiratorias.
La finalidad de estas pruebas es la de clasificar mejor el tipo de enfermedad y valorar su gravedad y el grado de extensión a determinados órganos, pero no son estrictamente necesarias para diagnosticar la esclerosis sistémica. Una vez realizados estos estudios la esclerodermia puede clasificarse en distintos subtipos, y el reumatólogo puede pronosticar la evolución y qué complicaciones pueden ser más probables, por lo que debe seguir un control periódico con objeto de prevenirlas o tratarlas precozmente.
Desafortunadamente, no existen fármacos ni otras formas de tratamiento que produzcan una curación de la esclerodermia, pero muchas de las manifestaciones y complicaciones de la enfermedad pueden tratarse de forma eficaz, por lo que el pronóstico y la gravedad pueden variar mucho si se recibe o no el tratamiento adecuado.
Sin duda es un gran desafío.
Debido a que la esclerodermia puede producir cambios importantes en el aspecto físico, generalmente la autoestima del paciente y la imagen de sí mismo se ven afectadas. El apoyo de la familia y los amigos es vital para ayudar a mantener una buena calidad de vida.