A primera vista parece que sí lo hacen, pero las investigaciones científicas sugieren que otro Cupido está trabajando: el instinto. El amor, especialmente la variedad ‘pasional’ es una emoción que está más allá de nuestro control. Los humanos, parece ser, estamos programados para esas caídas. Olvídate de las rosas y de las cajas de chocolate en forma de corazón: son nuestros genes los que son el gancho para nuestra adicción al amor.
De acuerdo con Elizabeth Pillsworth, asistente de profesor de antropología evolucionaría en la universidad estatal de California, el amor pasional ha estado presente desde el inicio de los tiempos. “Es difícil asegurar con certeza cuándo pudo haber evolucionado la emoción de amor”, asegura Pillsworth, “pero dado el hecho de que no se ha encontrado ninguna población humana en donde esté ausente, ni en los registros modernos ni en los históricos, podemos asumir que el amor es característico de los humanos, como la compasión o la vergüenza”.
El amor es una de las emociones más antiguas. Nuestros predecesores, cazadores y recolectores, eran consumidos por él como lo somos nosotros ahora. En ese tiempo el amor unió a la gente para poder sobrevivir, por seguridad y para la continuidad de la especie.
Hoy tal vez no necesitemos de una pareja para ayudarnos a mantenernos vivos, para sentir seguridad o tener bebés, pero en el centro del amor, la necesidad es la misma: el deseo de amar a alguien y sentir que el sentimiento es recíproco. Esta emoción es universal. Atraviesa por generaciones, culturas y fronteras geográficas.
Entonces, ¿por qué el amor nos hace actuar como lo hacemos? Provocado por instintos prehistóricos, el amor moderno tiene mucho qué responder. “La gente describe literalmente que gasta más de 90% de su energía mientras está despierta pensando en el objeto de su deseo, planeando maneras de ‘encontrarse casualmente’ con él”, asegura Pillsworth.
Soñamos con el momento en que esa persona nos dice que también nos ama. El amor pasional en su primer flujo de excitación es, típicamente, una condición breve. Se encuentra normalmente restringida a las primeras etapas de una relación. En el lado positivo, es una fase muy romántica; sin embargo, increíblemente también requiere de mucho tiempo, y ocasionalmente está al borde del territorio de la obsesión: esa condición de los enfermos de amor llamada limerencia.
“Dorothy Tennov, una psicóloga social, acuñó este término en su libro de 1979 Love and Limerance”, agrega Pillsworth. “El aspecto del amor caracterizado por pensamientos impertinentes, altibajos emocionales, un deseo desesperado por una profunda relación emocional e inclusive comportamientos cuasi-acosadores”. El amor pasional puede provocar que hagamos locuras, pero para la mayoría es una herramienta muy útil.
Tomemos, por ejemplo, la selección de nuestra pareja. Nuestros instintos nos hacen buscar ciertas cualidades en nuestras potenciales parejas. Enamorarse es el primer paso del proceso.
“Al buscar una pareja estable, ambos [sexos] están ansiosos de encontrar alguien que sea agradable, que se atraigan mutuamente y que tengan buen sentido del humor”, asegura Pillsworth. “Más allá de eso, el hombre pone especial énfasis en la atracción física en una pareja estable que las mujeres. Las mujeres ponen más énfasis en las características de adquisición de recursos en una relación estable.
“Estas preferencias provienen de hace mucho tiempo. Los hombres buscaban el tipo de cuerpo con curvas, ‘femenino’ que indica una pareja saludable para tener hijos, mientras lo contrario era cierto para las mujeres. Un macho viril, de espaldas anchas era ideal para una conquista sexual, pero no necesariamente para una relación a largo plazo.
Las mujeres buscaban principalmente proveedores. Enamorarse era una buena prueba para saber si la persona en cuestión estaba a la altura de las necesidades antes de que cualquier compromiso se estableciera. El amor hoy en día no es muy diferente.
Cuando la flor de este afecto inicial se marchita y un amor más fuerte pero menos intenso se apodera, la relación puede llegar a un momento crucial. ¿Provocará un rompimiento o una unión monógama duradera? ¿No se encuentra la monogamia también en nuestros genes? Los científicos todavía no se ponen de acuerdo.
Algunas investigaciones sugieren que la gente en medio del amor pasional se ciega a otros individuos atractivos. Se encuentran enfocados s su potencial pareja, a pesar de los otros prospectos atractivos.
Estos descubrimientos alimentan el punto de vista monógamo, pero otros estudios difieren. La evidencia contraria indica que los hombres y las mujeres explorarán otras oportunidades extra maritales sexuales y de relación si tienen la oportunidad, por lo que la monogamia sería solo una fase pasajera.
La ciencia ha sido incapaz de sostener completamente cualquiera de las dos teorías. Lo que es cierto es que tenemos una habilidad para utilizar nuestros instintos en conjunto con nuestro proceso de toma de decisiones. “Tenemos un sistema de parejas altamente flexible y que responde adecuadamente”, asegura Pillsworth.
“Obtenemos información de nuestra circunstancia actual: nuestra edad, qué tan atractivos somos, nuestro contexto cultural, y nos comportamos de acuerdo a ello”. El amor, con todos sus beneficios y fallas puede estar dirigido más por nuestra mente que por nuestros corazones, pero al menos no estamos solos para actuar bajo su influjo. Todos estamos a merced de esta pequeña locura llamada amor.
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