Los probióticos son bacterias amistosas que se encuentran en el yogurt, los alimentos fermentados, los quesos curados y en suplementos.
Los probióticos son bacterias amistosas que se encuentran en el yogurt, los alimentos fermentados, los quesos curados y en suplementos. En una investigación presentada durante una reunión reciente de la Asociación Estadounidense del Corazón, los niveles de colesterol “malo” en personas que tomaron el probiótico Lactobacillus reuteri disminuyeron más del 11 por ciento en nueve semanas.
Una forma en que las bacterias pueden reducir los lípidos en la sangre es a través de una enzima, la hidrolasa de sal biliar, según la doctora Mary Ellen Sanders, directora científica de la Asociación Científica Internacional de Probióticos y Prebióticos. “Las sales biliares son precursoras del colesterol, y la microbiota intestinal puede afectar los niveles de sal biliar”, dice.
Por su parte, la nutrióloga Tanya Zuckerbrot afirma que las células bacterianas también recogen el colesterol a medida que crecen, reduciendo sus niveles en la sangre. “Entre más células bacterianas crecen y se dividen, se requiere más colesterol para estabilizar sus membranas celulares, lo que puede contribuir a una reducción general del colesterol”, explica.
Las bacterias buenas pueden estar entre los remedios caseros más confiables para el alivio natural de la ansiedad. Las personas que tomaron suplementos que contenían cepas específicas de Lactobacillus y Bifidobacterium longum por 30 días estuvieron menos estresadas que quienes no los tomaron, afirma un estudio del British Journal of Nutrition.
“Muchos neurotransmisores que regulan el estado de ánimo, como la serotonina, se encuentran en el intestino”, dice el doctor Frank Lipman. “Si tu intestino está sano, puede ayudar a controlar la ansiedad”. El intestino está conectado directamente al cerebro a través del nervio vago, explica Sanders, así que lo que ocurre en el intestino puede transmitirse directamente al cerebro.
Los errores diarios que pueden arruinar tus dientes podrían incluir la omisión de tu suplemento de bacterias buenas. Una investigación encontró que Lactobacillus y Bifidobacterium pueden reducir algunas cepas de bacterias dañinas que causan enfermedades de las encías.
También pueden “disminuir las caries en los niños, especialmente entre los 3 y los 4 años”, explica la doctora Angela Tucker, del Centro Médico Wexner de la Universidad Estatal de Ohio. Investigaciones recientes han demostrado que las bacterias buenas ayudan a neutralizar el ácido en la boca que destruye el esmalte.
Otros estudios han demostrado cómo las bacterias buenas ayudan a combatir a aquellas que causan mal aliento.
El yogurt (y los probióticos que contiene) puede aumentar la inmunidad que necesitas para combatir los resfriados y la gripe. En un análisis de 10 investigaciones, tomar suplementos con probióticos redujo el número de infecciones del tracto respiratorio superior en un 12 por ciento, así como el número de personas que sufrían al menos un resfriado fuerte al año.
Lipman dice que el 70 por ciento de nuestro sistema inmunitario está alojado en nuestro intestino, y según Zuckerbrot, las bacterias benéficas crean un ambiente ácido que resulta inhóspito para las bacterias dañinas. Además, las bacterias buenas pueden tener un gran impacto en el sistema linfático, el sistema de filtración del cuerpo y parte importante de nuestra función inmune.
“Ciertas bacterias buenas pueden ayudar a estabilizar el revestimiento del intestino donde se encuentra el tejido linfático y así evitar la absorción de sustancias dañinas”, agrega Tucker.
Si comes brócoli todos los días, puedes mejorar tu salud intestinal. En un estudio, los investigadores descubrieron que ayuda a mantener los niveles de bacterias sanas, lo que reduce la inflamación en el revestimiento del intestino. Esto puede ayudar a mejorar algunas condiciones crónicas, como la colitis ulcerosa (CU) y otras enfermedades inflamatorias del intestino (EII).
Según Sanders, algunos probióticos pueden reducir la inflamación intestinal al disminuir la actividad de las sustancias que producen inflamación y aumentar la actividad de las que la reducen. “Esto puede ayudar con las EII y la colitis, que se relacionan con ciertas inflamaciones intestinales”, agrega.
El intestino también influye en otras reacciones inflamatorias, autoinmunes o alérgicas, incluyendo el eczema. “La mayoría de los datos sobre la prevención de afecciones alérgicas se han orientado en bebés y niños”, dice Tucker.
“Los estudios mostraron una disminución de las posibilidades de eczema en los niños que los amamantan y que recibieron probióticos durante las últimas cuatro semanas de embarazo y los primeros tres meses de vida”. Otro estudio demostró que cierta combinación bacteriana redujo las alergias estacionales, sin embargo, “aún no se ha determinado el mecanismo para frenar los síntomas de la alergia”, dice Zuckerbrot.
En general, Lipman afirma que las buenas bacterias intestinales pueden ayudar a tu cuerpo a manejar tus respuestas inmunes. “Cuando el sistema inmunitario funciona correctamente, ayuda a crear controles y equilibrios adecuados contra las amenazas percibidas”, dice. “Si tu intestino (y por lo tanto tu sistema inmunitario) está desequilibrado, puede reaccionar erróneamente a factores como la comida y el medio ambiente. Mantener tu intestino sano respaldará los controles y equilibrios adecuados”.
El treinta por ciento de las mujeres tienen una infección llamada vaginosis bacteriana pero no lo saben, y ocurre cuando se desequilibra el balance de bacterias en la vagina.
“La vaginosis bacteriana se puede tratar mediante la aplicación oral o vaginal de probióticos“, dice Tucker. “Los lactobacilos aumentaron el retorno de la microflora a la normalidad, ayudando a aliviar la infección. Aunque su efectividad en el tratamiento de infecciones por hongos es limitada, “pueden recomendarse como apoyo para personas que las sufren de forma recurrente”, sugiere.
Los antibióticos pueden eliminar las bacterias buenas junto con las malas, causando estragos en tu intestino. Un análisis reciente demostró que tomar suplementos de S. boulardii con los antibióticos ayudó a minimizar la diarrea asociada de un 25 a 30 por ciento.
“Tomar antibióticos puede alterar el microbioma protector normal, y suele tardar de seis a ocho semanas para que la microbiota normal se recupere después de la exposición a antibióticos”, dice Zuckerbrot. “S. Boulardii actúa como una microflora protectora temporal hasta que el microbioma se recupere por completo”.
Otro de los muchos y agradables efectos secundarios de los probióticos puede ser la pérdida de peso: aquellos que ayudan a que tu intestino funcione de manera óptima pueden volver a tus ingestas en quemadores de calorías. Un estudio encontró que las mujeres obesas adelgazan con suplementos de Lactobacillus rhamnosus. Aunque Zuckerbrot dice que se necesitan más investigaciones, se ha detectado que las personas obesas tienen niveles más altos de ciertos tipos de bacterias.
Las bacterias en las personas más delgadas, llamadas Firmicutes, “metabolizan de forma más completa de cada fuente de energía, promoviendo así una absorción más eficiente de las calorías “, dice.
Una de las formas de reducir el riesgo de cáncer consiste en mantener saludables las bacterias intestinales, revelan cada vez más investigaciones. “La flora intestinal sana destruye los microorganismos patógenos que pueden dañar las células y promover el crecimiento de tejido canceroso”, dice Zuckerbrot.
Recientemente se encontró que las toxinas bacterianas generan un ambiente ideal para el cáncer de colon. “Esto lleva a la inflamación crónica, la autoinmunidad del huésped y la proliferación de células anormales, que pueden convertirse en células cancerosas”, dice Zuckerbrot.
Sanders afirma que los posibles mecanismos contra el cáncer de las buenas bacterias pueden incluir mejorar la respuesta inmune y metabolizar carcinógenos potenciales. Además, un intestino sano mantiene las cosas en movimiento en el colon, lo que ayuda a eliminar toxinas dañinas con mayor rapidez.
Tomado de rd.com 10 Incredible Health Benefits of Probiotics—That Don’t Have to Do with Digestion
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