¿Estás en riesgo de sufrir demencia?
La hipertensión y la diabetes no tratadas son dos de los grandes factores de riesgo para sufrir demencia y enfermedad de Alzheimer.
Los principales factores de riesgo son nuestra edad y nuestra historial familiar. Pero sí podemos modificar otros factores para reducir el riesgo. Los científicos han detectado otros que sí podemos cambiar o modificar para reducir nuestro riesgo de padecer esta enfermedad.
Ya sabes que una alimentación nutritiva y equilibrada es indispensable para tu corazón y tu peso, pero solemos pasar por alto sus beneficios para nuestro cerebro.
“El cerebro necesita grasas saludables, proteínas magras, minerales y vitaminas para funcionar adecuadamente”, dice el doctor Howard Fillit, director y científico en jefe de la Fundación para el Descubrimiento de Medicamentos contra el Alzheimer.
Las investigaciones demuestran que las personas que llevan una alimentación rica en grasas saturadas tienen un riesgo mayor de desarrollar demencia.
La mejor nutrición que le puedes dar a tu cerebro es una dieta rica en frutas, verduras, nueces y granos. Reemplaza la mantequilla con grasas saludables, como aceite de oliva, y limita tu ingesta de carne roja (prefiere fuentes magras de proteínas como pescado y pollo).
La hipertensión y la diabetes no tratadas son dos de los grandes factores de riesgo para sufrir demencia y enfermedad de Alzheimer, explica el doctor Fillit.
“Las personas con diabetes tienen hasta un 73 por ciento más de riesgo de desarrollar demencia, y una posibilidad todavía mayor de tener demencia vascular”, dice.
“Tener hipertensión durante la edad adulta también aumenta el peligro de adquirir enfermedad de Alzheimer y demencia vascular”.
Controlar ambas enfermedades con medicinas, alimentación y ejercicio puede reducir significativamente este riesgo. Para controlar (o mejor, evitar) las enfermedades crónicas, asegúrate de visitar regularmente a tu doctor.
“Los pacientes que acuden a consulta aunque no estén enfermos tienen menores posibilidades de desarrollar demencia, ya que la alta presión sanguínea, la diabetes y la hipertensión pueden controlarse si el médico está al pendiente”, afirma Clifford Segil, neurólogo en el Centro de Salud Saint John en Santa Monica, California.
Beber demasiado puede aumentar tu riesgo de sufrir muchas enfermedades, incluyendo alta presión sanguínea, embolia, enfermedad del hígado y demencia. “Tomar demasiado alcohol puede afectar o atrofiar el cerebro, provocando una pérdida temprana de la memoria”, dice el doctor Segil.
“Múltiples estudios han demostrado una relación entre el consumo prolongado de alcohol y las enfermedades cognitivas”. Además, años de beber alcohol pueden provocar Síndrome de Wenicke-Korsakoff, que consiste en manifestaciones extrañas de pérdida de memoria que llevan a la confusión.
Beber en moderación es bueno para la salud (una copa al día para mujeres, dos para hombres). De hecho, beber vino tinto puede beneficiar tu salud mental, ya que sus flavonoides se han relacionado con un riesgo menor de demencia en adultos mayores.
Los cigarros y su humo contienen más de 4,700 compuestos químicos, incluyendo algunos que son sumamente tóxicos, dice el doctor Fillit.
Además, los estudios han mostrado que los fumadores tienen un riesgo mayor de desarrollar todos los tipos de demencia, y un riesgo todavía más alto (de hasta 79 por ciento) de padecer enfermedad de Alzheimer.
La buena noticia es que quienes dejen de fumar reducen su riesgo, así que entre más pronto suspendas este hábito, mejor.
Tan solo en Estados Unidos, más de un millón de casos de enfermedad de Alzheimer pueden atribuirse a una falta de ejercicio. “Se ha confirmado que el ejercicio beneficia al cerebro y puede reducir el riesgo de caerse, sufrir enfermedades relacionadas con la edad, e incluso de morir”, dice el doctor Fillit.
Cuando el ejercicio envía oxígeno y sangre a tu corazón y músculos, tu cerebro también se beneficia. La Organización Mundial de la Salud recomienda que los adultos realicen al menos 150 minutos de ejercicio a intensidad moderada (o 75 minutos de intensidad vigorosa) por semana, lo que equivale a ejercitarse 30 minutos cinco veces a la semana.
Así como es necesario ejercitar tu cuerpo, es igualmente importante ejercitar tu mente. Pasar mucho tiempo echado en el sofá viendo series en lugar de desafiar a tu mente puede aumentar el riesgo de sufrir demencia.
“Las investigaciones sugieren que mantener el cerebro activo incrementa su vitalidad y podría aumentar sus reservas de neuronas y conexiones neuronales”, afirma Heather Snyder, directora de operaciones médicas y científicas en la Asociación de Alzheimer.
Obtener estos beneficios es fácil: “Completa un rompecabezas o un crucigrama, practica juegos que requieran pensamiento estratégico como ajedrez o cartas, o toma una clase, incluso en línea”, sugiere Snyder.
El año pasado, investigadores en el Hospital Brigham y de la Mujer publicaron un reporte que detectaba la relación entre la sensación de soledad y de aislamiento social y el incremento de beta-amiloide, una proteína en el cerebro ligada al Alzheimer.
“Esto corresponde a una investigación anterior que indicaba que las personas solitarias tenían el doble de riesgo de desarrollar Alzheimer en comparación con las personas sociables”, dice el doctor Fillit.
Incluso aunque seas introvertido y disfrutes tu tiempo a solas, trata de participar en actividades sociales, como unirte a un club de lectura, ayudar en un asilo para animales o participar en algún deporte.
El doctor Fillit afirma que hay investigaciones que ligan los problemas de sueño (como el insomnio y la apnea del sueño) con un mayor riesgo de sufrir enfermedad de Alzheimer.
“Además, un estudio reciente estima que el 15 por ciento de los casos de enfermedad de Alzheimer pueden atribuirse a problemas de sueño”.
Otros estudios recientes, publicados en Alzheimer y Dementia, detectaron que promediar menos de seis horas de sueño por noche aumenta en 36 por ciento el riesgo de demencia.
Para reducir tu riesgo, el doctor Fillit sugiere establecer una rutina nocturna, mantener un horario regular al acostarte y consultar al médico si padeces desórdenes de sueño, como apnea. También es recomendable no ejercitarte ni comer dos o tres horas antes de irte a dormir, pues pueden evitar que concilies el sueño.
Es natural que los patrones de sueño cambien con la edad. Por ejemplo, los padres que acaban de tener un bebé suelen dormir de tres a cuatro horas, mientras que una persona de 60 años que acaba de retirarse puede dormir hasta nueve horas por noche.
Los investigadores han detectado que dormir más de ocho horas por noche aumenta en 35 por ciento el riesgo de sufrir demencia. Usar medicamentos para dormir también puede ser un problema.
“Suelo atender pacientes con insomnio que resuelven su problema con medicamentos”, dice el doctor Segil. “Muchos recurren a los antihistamínicos. Pero estos medicamentos reducen los mismos químicos en el cerebro que el tratamiento para el Alzheimer debe incrementar”.
Habla con tu doctor y asegúrate de realizar cambios en tus hábitos y en tu higiene de sueño antes de recurrir a los medicamentos.