La papa, el tercer cultivo básico más importante del mundo, tiene un origen mucho más misterioso de lo que se pensaba.
Una investigación reciente, publicada en la prestigiosa revista científica Cell, ha resuelto un enigma de la naturaleza: la papa moderna es el resultado de un cruce genético ocurrido hace entre ocho y nueve millones de años.
Sorprendentemente, sus “padres” fueron un antiguo pariente del tomate y otra planta antigua del género Solanum. Este hallazgo no solo asombra a la ciencia, sino que abre una nueva puerta para mejorar este cultivo.
La combinación genética que dio a luz al tubérculo
La papa pertenece al género Solanum, el mismo que incluye a los tomates y las berenjenas. Investigadores de China y el Museo de Historia Natural de Londres se unieron para rastrear el árbol genealógico de estas plantas. Descubrieron que un cruce entre el grupo ancestral del tomate y un linaje de plantas llamado Etuberosum dio lugar a un nuevo grupo híbrido, que los científicos denominaron “Petota”.
A diferencia de sus padres, que no podían producir tubérculos, el nuevo grupo “Petota” sí lo logró gracias a la mezcla genética. Por ejemplo:
- El antiguo tomate aportó el gen SP6A, que es el encargado de activar la tuberización, es decir, la formación del tubérculo.
- El Etuberosum donó el gen IT1, que controla el crecimiento del tubérculo.
Esta combinación, según la bióloga Sandra Knapp, fue una “invención evolutiva clave”, un tipo de “juego de dados” genético que no suele tener éxito, pero que en este caso creó una nueva especie exitosa.
Un híbrido perfecto para las nuevas alturas
El nacimiento del grupo “Petota” no podría haber ocurrido en mejor momento. Hace unos 10 millones de años, la cordillera de los Andes comenzaba a elevarse en Sudamérica, creando nuevos hábitats con condiciones frías y secas.
Mientras que el antiguo tomate prefería climas cálidos, y el Etuberosum la humedad, el nuevo tubérculo almacenador de energía del grupo “Petota” le permitió a esta nueva planta expandirse a estos entornos de gran altura.
Así, este accidente evolutivo se convirtió en un éxito biológico, dando lugar a las 107 especies de papa silvestre que existen hoy en día.
El futuro de las papas: Hacia un cultivo más sano
El hallazgo tiene implicaciones importantes más allá de la curiosidad científica. Actualmente, las papas se cultivan a partir de tubérculos, que son clones de la planta original. Este método hace que las papas sean vulnerables a mutaciones dañinas y a enfermedades.
El biólogo genómico Sanwen Huang, uno de los autores del estudio, espera usar este nuevo conocimiento para desarrollar una nueva papa híbrida, más sana y que se pueda cultivar a partir de semillas, como el tomate.
Al usar la genética del tomate, que está “prácticamente libre de mutaciones perjudiciales”, los científicos podrían crear un cultivo más resistente, eliminando el riesgo de otra hambruna como la de Irlanda.