¿Quién no se ha excedido al estar frente a una mesa de bocadillos apetitosos? Todos; es normal comer de más a veces. Pero cuando los atracones se vuelven un hábito irresistible, estamos ante lo que los expertos llaman hoy trastorno de sobreingesta compulsiva.
“El síntoma principal es la sensación de no poder evitar comer, o no poder detenerse una vez que se ha empezado”, explica Eva Conceição, investigadora en psicología de la Universidad de Minho, Portugal.
Los científicos desconocen la causa exacta del trastorno de sobreingesta compulsiva, pero creen que en parte es genética, como ocurre a veces con el alcoholismo.
Como el trastorno de sobreingesta compulsiva suele asociarse con ansiedad o baja autoestima, se puede tratar con psicoterapia, o bien, con medicamentos usados para otras enfermedades, como antidepresivos y antiepilépticos.
El único fármaco aprobado hasta hoy por una autoridad sanitaria para tratar el trastorno de sobreingesta compulsiva es la lisdexanfetamina, autorizada por la Administración de Alimentos y Medicinas de Estados Unidos.
Se dice que este fármaco, que usan ya personas aquejadas del trastorno de déficit de atención e hiperactividad, reduce la compulsión de comer. No es una píldora para el control del peso, y no se aconseja a quienes desean reducir algunos kilos.
No siempre es fácil. El sobrepeso no es un criterio de diagnóstico: aunque dos tercios de los comedores compulsivos son obesos, lo contrario no es cierto. En muchos casos la obesidad se debe a un estilo de vida sedentario, una dieta desequilibrada o el consumo de porciones excesivas.
En cada acceso del trastorno de sobreingesta compulsiva, que generalmente se produce al menos una vez a la semana, la persona come deprisa y en exceso, aunque no tenga hambre, y tiende a hacerlo sola.
Según el portal Cuídate Plus, un episodio de sobre ingesta compulsiva tiene se caracteriza por:
Los episodios de atracones se asocian a tres (o más) de los siguientes hechos:
Además de tratar la parte psicológica del trastorno de sobreingesta compulsiva, los médicos pueden dar consejo sobre el control del peso (en caso necesario) y cómo evitar medidas poco sanas —como saltarse comidas o limitar demasiado la ingesta de calorías—, que pueden ser contraproducentes y propiciar nuevos accesos del trastorno.
La prevención debe apoyarse en los siguientes aspectos
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