La estimulación magnética transcraneal ha demostrado una reducción significativa del 58.45% en las puntuaciones de evaluación del trastorno depresivo mayor.
El trastorno depresivo mayor (TDM) afecta al 20.7% de la población en América Latina, siendo la forma más grave y debilitante de la depresión.
El TDM —causado por una combinación de factores biológicos, ambientales y psicológicos— puede variar de moderado a grave, y a menudo requiere tratamiento e intervención a largo plazo. El tratamiento de primera línea generalmente incluye medicamentos antidepresivos destinados a equilibrar neurotransmisores para mejorar el estado de ánimo, a menudo se combinan con psicoterapia y mejoras en el estilo de vida como ejercicio, nutrición y meditación.
Fármacos, efecto limitado
Debido a la efectividad limitada de los medicamentos por sí solos han surgido terapias adicionales.
Una de ellas es la neuromodulación, técnica que modifica la actividad de la corteza cerebral para tratar problemas del sistema nervioso. Se puede realizar de forma no invasiva o invasiva.
La neuromodulación tiene una rama que se conoce como estimulación magnética transcraneal (EMT), una terapia no invasiva que estimula áreas del cerebro involucradas en la regulación del estado de ánimo y que se utiliza para el tratamiento de enfermedades psiquiátricas y neurológicas como la depresión, el trastorno obsesivo compulsivo (TOC) y los trastornos de ansiedad.
“La EMT no requiere electrodos o implantes, solo una bobina, la cual simplemente se coloca en la cabeza durante la sesión, la cual tiene una duración de unos 45 minutos”, explica Adrien Chatillon, CEO de Actipulse Neuroscience, empresa líder en investigación científica, dedicada a la promoción de la salud y a la democratización del acceso a los servicios de salud mental.
Terapia cómoda e indolora
El nombre de estimulación magnética transcraneal quizá no ayuda a que la gente tenga claro de qué se trata, pero estamos hablando de una terapia cómoda para el paciente, puntualiza Gabriel Villafuerte, director científico y cofundador de Actipulse Neuroscience.
Una palabra que inquieta a los pacientes es magnética, pero Chatillon explica que no se trata de imanes, sino del Principio de Faraday. A través de la bobina pasa electricidad, la cual crea un campo magnético que, cuando la bobina se coloca en la cabeza, se crea un campo eléctrico.
Y sobre transcraneal, comentó que se refiere a que el pulso magnético atraviesa el cráneo para entrar en el cerebro.
“El mejor ejemplo que podemos tener sobre su funcionamiento es el cargador inalámbrico de los celulares, puedes separarlo de la base y se sigue cargando, como si de alguna manera mágica la electricidad viajara en el aire, pero no es magia, es un campo magnético que sube y baja rápidamente creando electricidad dentro del celular y eso hace que se cargue es lo que hace que se cargue; acá es lo mismo, pero en lugar de una base de carga, tenemos una bobina que se coloca en la cabeza y lo que se carga, por así decirlo, son las neuronas”, agrega Gabriel Villafuerte.
Durante la sesión, el dispositivo se coloca en la cabeza del paciente, donde permanecerá unos 45 minutos. El tratamiento, por lo general, consta de unas 30 sesiones, siendo lo ideal una al día.
Además…
La tecnología EMT utiliza pulsos magnéticos de alta frecuencia y baja intensidad para estimular áreas específicas del cerebro involucradas en el estado de ánimo y la función cognitiva. Se ha demostrado la mejora en la conectividad cerebral y la neuroplasticidad.
Los primeros resultados se observan a partir de las primeras cinco, diez sesiones, pero se recomiendan de 20 a 30 por una cuestión de plasticidad, dice Gabriel Villafuerte.
Aunque depende del dispositivo usado, menos de un 10 por ciento reportó una sensación de hormigueo, pero la mayoría no siente nada. Algunos pacientes comentan que sintieron un poco de somnolencia y solo un cinco por ciento indicó cefalea o dolor de cabeza. Pero la terapia es tan cómoda que la persona puede estar leyendo o viendo el celular durante la sesión, pues no tiene que estar enfocado en la terapia.
Esta modalidad tiene menos de una década que se usa a nivel comercial en México. Hoy por hoy es un método más conocido y en Estados Unidos oficialmente se aprobó en 2008 para su uso.
Quién sí y quién no
Como efectos adversos secundarios el más común es la cefalea. Sucede porque arriba del cráneo hay músculos, son los que ayudan a los movimientos del rostro, y dichos músculos también se están excitando eléctricamente durante la sesión, así que pueden quedar un poco contraídos y generar dolor.
Las únicas personas que no pueden usar el aparato son quienes padecen epilepsia. “Como estamos estimulando el cerebro, estamos usando electricidad, en la epilepsia tenemos un exceso de actividad cerebral, así que podrían desencadenarse crisis convulsivas; es raro, pero sí ha sucedido”, comenta el director científico y cofundador de Actipulse Neuroscience.
Casos de éxito
El dispositivo Actipulse PRO2 requiere licencia médica y debe ser utilizado bajo supervisión de un profesional de la salud, pero en breve será posible que, con vigilancia de un médico, el paciente pueda tener sus sesiones en casa. Estas mejoras son resultados del trabajo entre Actipulse con instituciones de talla internacional como la UNAM, IPN, Anáhuac y el Instituto del Cerebro de París.
Actualmente más de 400 clínicas en América Latina han utilizado el Actipulse PRO2 con éxito, lo que significa que miles de pacientes han accedido a tratamientos avanzados de salud mental.
La estimulación magnética transcraneal se ha consolidado como una opción terapéutica innovadora y eficaz para el tratamiento de la depresión, especialmente en pacientes que no responden a los tratamientos convencionales.
Entre sus beneficios se destacan la reducción de los síntomas depresivos, la rápida aparición de efectos positivos y la minimización de efectos secundarios en comparación con los medicamentos antidepresivos. Además, la EMT ofrece a los pacientes una alternativa segura y bien tolerada.