Los cálculos renales son una afección común que afecta a muchas personas en todo el mundo. A menudo se forman cuando ciertas sustancias presentes en la orina, como calcio, oxalato y ácido úrico, se acumulan y cristalizan en los riñones o en la vesícula biliar. La formación de estos cálculos puede variar en tamaño y puede provocar dolor intenso y otros síntomas desagradables.
Los cálculos son comúnmente conocidos como piedras. Y la alimentación influye en su formación por lo que hay que tomar una serie de medidas dietéticas para expulsarlos de manera natural o bien a través de una cirugía.
En el caso de los cálculos en el riñón y la vía urinaria también hace falta un factor predisponente genético para que se formen los cálculos. Como explicamos en los párrafos anteriores, la mayoría de los cálculos renales están compuestos por ácido úrico, colesterol, una suma de ambos y oxalato cálcico.
Con lo cual, el exceso de ácido úrico o colesterol en sangre favorece su aparición. El ácido úrico puede elevarse por el excesivo consumo de carnes rojas (ternera, cordero), cerdo y embutidos, mariscos y alcohol. Además, también influye la ingesta de alimentos en purinas como tomate, brócoli, espinacas, espárragos y champiñones.
También un excesivo consumo de sales cálcicas como el oxalato cálcico y citrato cálcico puede hacer que se formen cristales de ácido úrico y colesterol que darán lugar a la formación de cálculos. Estas sales están muy presentes en las bebidas con gas y en los alimentos ultraprocesados.
Una vez formado el cálculo, al intentar ser expulsarlo por el riñón a través de la orina, el paciente padecerá un dolor tipo cólico muy doloroso. Si los cálculos son pequeños, se podrán expulsar espontáneamente, aunque suele ser un proceso incómodo.
Pero si estas piedras son grandes deberán fragmentarse y convertirse en arenilla, a través de tratamientos como la litotricia mediante ondas de choque. En caso de que no se puedan fragmentar o estén situadas de una posición que afecte el funcionamiento, el paciente requerirá una cirugía para extraerlo.
Para evitar que vuelvan a aparecer en personas con predisposición genética, se debe mantener un consumo muy moderado de alimentos con grasa, purinas y sales cálcicas. Además, es fundamental beber mucha agua, ya que a través de la orina se expulsan sales minerales, ácido úrico y colesterol antes de que cristalice y se forme el cálculo.
El diagnóstico de los cálculos renales generalmente se realiza mediante pruebas como análisis de orina, análisis de sangre y pruebas de imagen, como radiografías o tomografías computarizadas. Una vez confirmado el diagnóstico, el tratamiento puede variar dependiendo del tamaño y la ubicación de las piedras. Algunas opciones de tratamiento pueden incluir:
El tratamiento específico dependerá de la situación individual de cada paciente y debe ser determinado por un profesional médico.
Siguiendo una dieta equilibrada, manteniendo una hidratación adecuada y adoptando un estilo de vida saludable, se puede reducir significativamente el riesgo de desarrollar cálculos renales.
Con información de Centro Médico – Quirúrgico de Enfermedades Digestivas
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