El cerebro ha sido objeto de estudio durante años para desentrañar sus complejidades. Sin embargo, pocos estudios han abordado lo que sucede en el cerebro en el momento de la muerte, hasta que la neurocientífica Jimo Borjigin, casi por accidente, hizo un descubrimiento sorprendente.
“Estábamos realizando experimentos con ratas, analizando sus secreciones neuroquímicas tras una cirugía”, relata la neurocientífica Jimo Borjigin. De repente, dos ratas murieron, y esto le permitió observar el proceso de muerte cerebral en tiempo real. Lo que vio fue impactante: una masiva secreción de serotonina en una de las ratas, lo que despertó su interés.
A lo largo de la historia, muchas personas que han estado al borde de la muerte, o que han sido resucitadas tras un paro cardíaco, han informado de experiencias cercanas a la muerte (ECM). Estas incluyen la sensación de haber recorrido toda su vida en un instante, la percepción de una luz intensa, o la experiencia de salir de su cuerpo y observar lo que sucede a su alrededor.
Borjigin se pregunta si el cerebro hiperactivo que ha observado en sus estudios podría explicar estas experiencias intensas en el umbral de la muerte. En su estudio de 2023, al menos el 20-25% de los pacientes que sobrevivieron a un paro cardíaco reportaron haber visto una luz, lo que indica que su corteza visual estaba activada. Además, algunos pacientes han relatado haber escuchado conversaciones que ocurrían durante su cirugía o lo que dijeron los paramédicos tras un accidente.
Borjigin explica que cuando alguien sufre un paro cardíaco, se revisa si hay pulso en brazos o cuello para determinar la muerte clínica. Aunque el foco está en el corazón, es el cerebro el que más oxígeno necesita para funcionar, y este oxígeno es suministrado por el corazón.
En un estudio con ratas, Borjigin observó una intensa actividad de neurotransmisores tras la muerte cardíaca. Los niveles de serotonina se dispararon 60 veces, la dopamina de 40 a 60 veces, y la noradrenalina también aumentó considerablemente. Estos niveles son inauditos en un animal vivo.
Otro estudio reveló una intensa actividad cerebral en ratas agonizantes, con el cerebro en un estado de hiperactividad. En humanos, se ha encontrado actividad cerebral intensa relacionada con funciones cognitivas durante los últimos momentos de vida, incluidas ondas gamma, las más rápidas del cerebro, vinculadas a procesos complejos de información y memoria.
Mientras que en las ratas toda la actividad cerebral se dispara globalmente, en humanos solo ciertas áreas se activan, especialmente las relacionadas con funciones conscientes, percepción sensorial, lenguaje y memoria.
El lóbulo temporal, crucial para la memoria, es la zona que más se activa en el cerebro humano en el momento de la muerte. Aunque los estudios en humanos son aún limitados, Borjigin concluye que el cerebro, en lugar de apagarse, se vuelve hiperactivo durante un paro cardíaco. Según ella, sus investigaciones son solo el comienzo de un vasto campo por descubrir.
Fuente: BBC.com
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