Las enfermedades del sistema cardiovascular, como la cardiopatía isquémica y la hipertensión, conforman la causa número uno de muerte a nivel nacional y, especialmente, en la población de más de 65 años, explica Alejandro Estanes Hernández, jefe del Departamento de Chequeos de Laboratorio Médico del Chopo.
En algunos casos también entran en juego la genética y el entorno biopsicosocial. Pero en general hablamos de uno de los principales enemigos de los pacientes geriátricos.
De acuerdo con el también especialista en salud ocupacional, entre los varios factores que favorecen este tipo de padecimientos están los cambios en el sistema eléctrico relacionados con la edad. Los cuales pueden causar arritmias, es decir, latidos cardiacos rápidos, lentos o irregulares
“Esto se manifiesta, por ejemplo, con lipotimias, que es la pérdida breve del conocimiento debido a una disminución del flujo sanguíneo del cerebro”.
Además de los desmayos, es necesario estar atentos a síntomas como dolor en el pecho y falta de aire para solicitar atención médica inmediata.
Y es que, tal como ocurre con otras patologías, en las primeras etapas de la afección es posible que no haya señales o que sean apenas notorias.
“Hoy, con la esperanza de vida que ronda los 75.5 años en México, es necesario mantener estos padecimientos al margen. De modo que no repercutan en la calidad de vida de los adultos mayores abuelos”, indicó Estanes Hernández.
No hay manera de detener el paso del tiempo, pero sí está en nuestras manos vigilar constantemente la actividad cardiaca y, de ser el caso, actuar oportunamente.
En ese sentido, algunos aliados para revisar el estado del corazón de las personas de la tercera edad son los siguientes exámenes médicos :
1.- Monitoreo Holter: registra el ritmo del corazón las 24 horas, mientras el paciente efectúa sus actividades cotidianas. Este reporte permite evaluar palpitaciones anormales y detectar problemas del ritmo cardiaco.
2.- Medición del péptido natriurético tipo B: analizar los niveles de esta sustancia ayuda a predecir el desarrollo de la enfermedad cardiaca e, incluso, mejorar su tratamiento.
3.- Ecocardiograma: se recurre a este estudio para hacer una revisión anatómica y visualizar la estructura del corazón.
4.- Perfil de lípidos en suero: este examen de sangre contribuye a estimar el riesgo de presentar un mal cardiaco o uno metabólico, pues arroja los niveles de colesterol y de triglicéridos.
5.- Pruebas de coagulación: son ideales si se requiere determinar el tiempo que tarda el plasma en coagular la sangre. Es común solicitarlas a quienes tienen complicaciones cardiacas o de coagulación.
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