La comunidad científica del Reino Unido ha puesto su mirada en el espacio profundo para estudiar uno de los posibles finales de la Tierra, analizando cómo las estrellas similares al Sol destruyen sus planetas más cercanos al envejecer.
Un equipo de astrónomos de la University of Warwick y University College London ha publicado un estudio en la revista Monthly Notices of the Royal Astronomical Society que utiliza observaciones del satélite TESS de la NASA para comprender mejor la evolución estelar y su impacto en los sistemas planetarios.
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Un vistazo a nuestro destino cósmico
Los investigadores compararon estrellas que aún se encuentran en la secuencia principal —es decir, estrellas activamente fusionando hidrógeno como nuestro Sol— con aquellas que han dejado atrás esa fase y se han expandido en gigantes rojas, etapa en la que una estrella se vuelve mucho más grande y sus fuerzas gravitatorias y de marea aumentan considerablemente.
Encontraron que las estrellas envejecidas presentan muy pocos planetas con órbitas cercanas, lo que sugiere que muchos de esos mundos han sido absorbidos, destruidos o arrastrados hacia ellas por interacciones gravitatorias y mareas estelares.
Según el investigador principal, la proporción de sistemas con planetas cercanos cae drásticamente cuando las estrellas entran en sus fases finales, lo que apunta a que estos planetas desaparecen con el tiempo a medida que sus soles envejecen y se expanden.
Implicaciones para la Tierra y el sistema solar
Aunque este fenómeno ocurre a escalas temporales inmensas —nuestro Sol aún tiene varios miles de millones de años antes de agotar su combustible—, estas observaciones ofrecen una “ventana al futuro” de lo que podría ocurrir en nuestro propio sistema solar.
Cuando el Sol se transforme en una gigante roja, se expandirá cientos de veces su tamaño actual y las fuerzas de marea cambiarán radicalmente el destino de los planetas interiores. Según los científicos, este proceso puede resultar en la desaparición o desintegración de los mundos más cercanos.
Aunque la Tierra podría no ser necesariamente engullida, se enfrentaría a condiciones extremas que harían imposible la vida tal como la conocemos. Estas conclusiones, basadas en un análisis de más de 450 000 estrellas envejecidas, ayudan a poner en perspectiva la evolución de los sistemas planetarios y la inevitabilidad de los cambios cósmicos.
La iniciativa británica demuestra cómo el estudio de estrellas distantes y sus sistemas planetarios puede arrojar luz sobre el destino final del planeta Tierra. A través de misiones como TESS y futuros telescopios —como la misión PLATO de la ESA— los astrónomos esperan seguir afinando las predicciones sobre la evolución estelar y planetaria.
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