El ruido sube la presión arterial, lo que es malo para el cerebro.
En lo más profundo de tu oído interno, diminutas células ciliadas se agitan, tiemblan y bailan al compás de los sonidos de tu mundo, desde el último éxito de música popular hasta la ruidosa podadora de pasto del vecino o el susurro de los árboles en los bosques.
Estas células microscópicas convierten las ondas sonoras en señales eléctricas que viajan a tu cerebro para llevar información importante sobre lo que ocurre a tu alrededor.
Pero demasiado ruido puede significar demasiada información, lo que sobrecarga los circuitos cerebrales y genera la sensación de que el ruido es tan fuerte que uno no puede pensar.
En estudios que comparan escuelas cercanas a ruidosos aeropuertos, autopistas y vías de ferrocarriles con aquellas ubicadas en áreas tranquilas, los investigadores han hallado vínculos entre contaminación sonora y problemas de memoria, de concentración, de capacidad lectora y de rendimiento en pruebas.
Es lógico que los ambientes ruidosos puedan tener efectos similares para los adultos que aprenden cosas nuevas, dado que los cerebros de mayor edad se distraen más por el ruido.
El ruido también sube la presión arterial, lo que es malo para el cerebro. Cuando algunos investigadores verificaron los niveles de presión arterial en 140 adultos que vivían cerca del aeropuerto de Heathrow en Londres y de otros importantes aeropuertos europeos, descubrieron que los valores bajos y altos subían de 6 a 7 puntos cuando había un “hecho ruidoso” como un avión que pasaba.
El ruido del tráfico tenía un efecto similar. Con el tiempo, la presión arterial elevada aumenta el riesgo de demencia y de problemas de procesamiento mental, memoria y tiempo de reacción asociados con la edad.
Cambios sutiles en la actividad cerebral, que comienzan en la mediana edad, vuelven cada vez más difícil para nuestra materia gris dejar de prestar atención a los distractores y concentrarse en la tarea entre manos, ya sea leer, conducir o redactar un informe en el trabajo.
Científicos del Instituto de Investigación Rotman, en Toronto, escanearon los cerebros de 12 adultos jóvenes y 12 adultos mayores (que tenían, en promedio, 70 años) mientras rendían una prueba de memoria y encontraron una gran diferencia.
Mientras los voluntarios miraban imágenes que supuestamente memorizaban, la corteza auditiva, región del cerebro que procesa el sonido, se iluminaba en los cerebros de más edad en respuesta a los sonidos fuertes y estrepitosos emitidos por la máquina de resonancia magnética.
Esto puede explicar por qué los adultos mayores rindieron peor en la prueba: sus cerebros no pudieron abstraerse a la distracción que generaba el ruido.
En los cerebros más jóvenes, la corteza auditiva se mantuvo tranquila.
Una pareja que ronca, el sonido del tráfico proveniente de la calle, un acondicionador de aire estentóreo o vecinos ruidosos pueden perturbar tu sueño y ocasionar una disminución de la energía cerebral al reducir la cantidad de tiempo que pasa en las fases de sueño profundo, cuando los recuerdos están encerrados en su lugar y el cerebro se recompone.
Los tapones para los oídos pueden ayudar, al igual que mudar tu cuarto a la parte más tranquila de la casa. Si los tapones no bloquean ese ruido áspero y vibrante, pídele a quien ronca que se dé vuelta o que se haga un examen de apnea del sueño.
En un estudio canadiense se descubrió que quienes duermen con roncadores sufren pérdidas auditivas en el oído más cercano a la persona que hace ese ruido toda la noche.
El ronquido puede alcanzar los 80 decibeles —una intensidad equivalente a la de un grito para pedir ayuda— o 90 decibeles, que corresponde con el tránsito de camiones.
Genera un sonido constante y calmo que tapa otros sonidos. Puede ayudarte a conciliar el sueño y a dormir hasta la mañana.
Si vives en un área ruidosa, no es necesario que te mudes a una más tranquila. Puedes asegurarte de que las ventanas mantengan alejado el sonido.
Si tienes que levantar la voz para hablar con tu compañero de mesa, el sitio es demasiado ruidoso, así que mejor vete a otra parte.
En una investigación informal se halló que los tapones de poliuretano baratos eran más efectivos, cómodos y fáciles de usar que los caros tapones de silicona a medida. Ten un par al lado de la cama, en la certera y en la bolsa o maletín.
En una investigación israelí en la que se estudió a obreros de una fábrica, se halló que en aquellos que empezaron a usar este tipo de tapones dejaron de registrarse aumentos de la hormona del estrés relacionados con el ruido.
En dosis excesivas, esta hormona es tóxica para las neuronas.
Extraído del libro ‘Cómo entrenar su mente. Guía para mantener su memoria y su cerebro en forma de por vida’ editado por Selecciones Reader’s Digest.
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