Evita riesgos de padecer el cáncer de mama

Este tipo de cáncer es el más común entre las europeas, aún así, el 60 por ciento de los casos registrados en Europa bien podrían haber sido evitados.

La tasa de supervivencia a 5 años (que es de 82 por ciento) ha aumentado de manera vertiginosa en las últimas 3 décadas, pero a 1 de cada 8 mujeres aún se le podría diagnosticar. (Es 100 veces menos frecuente en hombres.)

Muchos factores de riesgo no están en nuestras manos: la propensión a padecerlo con la edad, por ejemplo, o entre más altas seamos, si bien lo anterior puede estar relacionado a factores como la dieta que llevamos en la niñez y ahora influye en nuestra talla. No obstante, las investigaciones actuales indican que podemos, en cierta medida, moldear nuestro destino.

“Es de suma importancia que las personas comprendan que no son seres impotentes”, afirma Susannah Brown, científica del Fondo Mundial para la Investigación del Cáncer (WCRF, por sus siglas en inglés) de Londres, en el Reino Unido. “Hay medidas que pueden tomar con objeto de contribuir a reducir los riesgos”.

En 2017, el WCRF, en colaboración con el Instituto Estadounidense para la Investigación del Cáncer, analizó más de 100 estudios que contenían información de millones de mujeres de todo el mundo. Encontraron pruebas contundentes de que simples cambios en el estilo de vida habían disminuido la propensión a padecer cáncer de mama.

Restringe el consumo de alcohol

Si bebes “a tu salud”, reconsidéralo. Lo que logras en realidad es elevar la proclividad a desarrollar siete tipos de cáncer distintos, entre ellos el colorrectal y el de hígado. Un trago por día aumenta las probabilidades de padecer cáncer de mama en 10 por ciento para ser exactos. Con un par, el valor se duplica.

“A muchas les sorprende esta afirmación”, sostiene Julian Kim, oncólogo especialista en radiación de la clínica CancerCare Manitoba de Winnipeg, Canadá. “Quieren tomar una copa de vino a fin de relajarse y creen que no habrá consecuencias”.

El alcohol puede elevar los niveles de estrógeno, una de las tantas hormonas que emiten mensajes que controlan la división celular en el organismo. Una mayor exposición al estrógeno a lo largo de la vida se asocia con el desarrollo de cáncer de mama.

“Nunca es demasiado tarde para adoptar hábitos saludables. Pero cuanto antes empecemos, mejor”.

Es por ese motivo que tener el primer periodo antes de los 12 años y entrar en la menopausia después de los 55 constituyen factores de riesgo para este padecimiento. Además, cuando nuestro organismo metaboliza el alcohol se transforma en un producto tóxico llamado acetaldehído, que puede dañar el ADN e interferir con nuestra capacidad de restaurarlo.

“Incluso menos de una copa por día aumenta el peligro de contraer esta afección un cinco por ciento respecto a los abstemios”, indica el doctor Evandro de Azambuja, director médico del Equipo Auxiliar Europeo de Investigación de Glándulas Mamarias del Instituto Jules Bordet, en Bruselas.

Realiza actividad física

El ejercicio aminora la probabilidad de padecer el trastorno; la inactividad la dispara. Los efectos protectores varían según se trate de mujeres posmenopáusicas o no, si la actividad es moderada o enérgica (lo cual se determina por el hecho de si es posible conversar cómodamente mientras se lleva a cabo o no) y la cantidad de tiempo que se destine a tal tarea.

“Cuanto más se ejercite una persona, menor serán las oportunidades de que presente cáncer de mama”, sostiene el doctor Jayant Vaidya, cirujano especialista en glándulas mamarias y profesor de cirugía y oncología del University College de Londres. Los estudios indican que las mujeres posmenopáusicas más activas aminoran la contingencia en 17 por ciento.

Proponte realizar, por lo menos, 30 minutos de ejercicio vigoroso al día con fines preventivos, y siempre ten en cuenta que cualquier tipo de actividad es mejor que ninguna.

“Sabemos que hacer esto también reduce la amenaza de padecer otras 13 variantes de cáncer”, señala la doctora Christine Friedenreich, epidemióloga radicada en Calgary, Canadá, e integrante del sistema de salud Alberta Health Services, que forma parte de un proyecto destinado a cuantificar todos los factores de riesgo mitigables para los distintos tipos de cáncer en ese país.

Una mayor exposición al estrógeno a lo largo de la vida se asocia con el desarrollo de cáncer de mama.

Es probable que la actividad física proteja del cáncer de mama de diferentes maneras: disminuye los niveles de estrógeno en las mujeres posmenopáusicas y fortalece el sistema inmunitario; si se realiza al aire libre, la exposición al Sol, que promueve la producción de vitamina D, puede ofrecer beneficios adicionales. Sin embargo, se requiere aún mayor investigación para comprender el impacto que los distintos tipos de actividad tienen en las células.

Puede implicar un verdadero desafío incorporar ejercicio en nuestras frenéticas vidas, pero Shawn Chirrey, jefa del área de promoción de la salud de la Asociación Canadiense contra el Cáncer, asevera que los cambios en las políticas públicas y en los lugares de trabajo pueden influir.

Los patrones pueden ofrecer descuentos en membresías a gimnasios o encontrar formas de reducir el sedentarismo laboral. En las ciudades se pueden construir carriles exclusivos para ciclistas. “El entorno puede ayudar a que los individuos integren la actividad física a su vida cotidiana”, sostiene.

Controla tu peso

El sobrepeso u obesidad durante los últimos años de la edad adulta supone un claro factor de riesgo para desarrollar cáncer de mama en mujeres posmenopáusicas (una categoría que incluye a la mayoría de los casos; se estima que el 83 por ciento de tales casos se diagnostican después de los 50 años). Aumentar de peso tras el climaterio también incrementa la probabilidad de desarrollar esta afección.

“Cada 10 kilos adicionales de peso en la posmenopausia se asocian a un incremento de 18 por ciento del riesgo relativo”, afirma Kim. (“Riesgo relativo” significa que es un 18 por ciento más probable desarrollar cáncer de mama para esa persona que para otra de la misma edad y tipo corporal que no haya ganado kilos. Mantener un peso saludable nos protege de otros cánceres, además de prevenir diabetes, cardiopatías y eventos cerebrovasculares.)

“Cuanto más se ejercite una persona, menor serán las oportunidades de que presente cáncer de mama”.

Cada vez surgen más pruebas de que la obesidad está asociada al cáncer”, señala De Azambuja. “En un análisis reciente en el que se evaluaron 82 estudios con información sobre más de 200,000 pacientes con cáncer de mama, se detectó que la mortalidad aumenta 75 por ciento en mujeres premenopáusicas y 34 por ciento en mujeres posmenopáusicas que padecen obesidad en el momento de diagnosticarles la condición”.

De la misma manera que con el ejercicio, son muchos los motivos por los que el peso influye en la probabilidad de desarrollar el trastorno en cuestión. Sin embargo, pasada la menopausia el tejido graso se convierte en una de las principales fuentes de estrógeno.

Los investigadores también han identificado vínculos entre la obesidad y la inflamación crónica del tejido adiposo, lo que puede ser responsable de un aumento de la propensión a sufrir ese tipo de cáncer. Sucede algo similar si se presentan niveles elevados de insulina.

Sin importar cuál sea la razón, tener el control sobre la báscula, en especial después del climaterio, servirá como blindaje contra la aparición de esta enfermedad.

Evita la terapia de reemplazo hormonal

La terapia de reemplazo hormonal (TRH) se emplea para tratar los síntomas de la menopausia ocasionados por el declive pronunciado de los niveles de estrógeno tales como bochornos, trastornos del sueño y resequedad vaginal. Consiste en ingerir complementos de la hormona deficiente, ya sea en forma de comprimidos o parches, a veces en combinación con la progestina, otro tipo de hormona.

No obstante, los expertos estiman que la TRH, al exponer a mujeres posmenopáusicas a altas concentraciones de estrógeno, es responsable del 15 por ciento de todos los nuevos casos de cáncer de mama.

Optar por la TRH es una decisión compleja que la mujer debe tomar junto con un especialista”, asevera Vaidya.

“Si bien aumenta la proclividad al padecimiento, también puede mejorar muchísimo la calidad de vida en algunas pacientes que experimentan graves cuadros menopáusicos. Cada una debe examinar a conciencia las ventajas y desventajas de estos regímenes antes de hacer la elección de manera conjunta con el especialista”.

Mantener un peso saludable nos protege de otros cánceres, además de prevenir diabetes, cardiopatías y eventos cerebrovasculares.

Dependiendo de tus síntomas, el médico puede recomendar terapia local de estrógeno (para lo que se aplican dosis bajas de este elemento vía vaginal, en cremas o con un anillo), que representa un riesgo mucho menor, ya que es muy poca la cantidad de la hormona que pasa al torrente sanguíneo y que circula por el organismo.

En caso de optar por la TRH, esta debe durar lo menos posible y no extenderse por más de un lustro. La elevada propensión a desarrollar cáncer de mama se disipa unos años después de finalizar el tratamiento.

“El uso conjunto de estrógeno y progesterona es el aspecto de la terapia que supone la mayor amenaza en caso de que se utilice por periodos que rebasen los tres o cinco años; así que si aun así tú y tu médico deciden que los beneficios superan los daños potenciales, se recomienda no extender el tratamiento más allá de este lapso”, explica De Azambuja.

Si bien las nuevas pruebas en materia de prevención del cáncer de mama son esperanzadoras, poner estos consejos en práctica puede resultar abrumador. “Para poder realizar cambios saludables en nuestro estilo de vida de manera permanente, hay que encontrar la forma de que estos encajen en nuestra rutina diaria y no intentar modificar demasiados elementos a la vez”, aconseja Brown.

“Si tienes sobrepeso, hacer dieta y ejercicio por lo menos ocho horas a la semana es suficiente para bajar algunos kilos”, dice De Azambuja. “La pérdida de peso no solo te ayudará a sentirte mejor, sino que, además, contribuirá a reducir el riesgo de desarrollar cáncer de mama”.

Juan Carlos Ramirez

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