Llamado “el Einstein del amor” por la revista Psychology Today, John Gottman, junto con su esposa y compañera de investigación Julie Gottman, asesora a otros terapeutas matrimoniales sobre los mitos más comunes acerca del amor, con base en las conductas observadas en su laboratorio.
En su “Laboratorio del Amor”, ubicado en la Universidad de Washington, ha analizado la comunicación verbal y no verbal de muchas parejas, y ha seguido a éstas durante años para saber si se mantienen juntas. Con más de 200 artículos publicados en su haber, este hombre asegura ser capaz de predecir, con un 94% de certeza, el desenlace de una relación de pareja.
No entiendas mal: la comunicación abierta es esencial para tener una relación satisfactoria. Pero los Gottman han observado que las parejas mejor avenidas son capaces de comprender los sentimientos y las necesidades del otro sin tener que expresarlos verbalmente todo el tiempo.
Un estudio suyo halló una relación entre los matrimonios satisfechos y la habilidad del marido para interpretar el lenguaje no verbal de la esposa.
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Ni los hombres son de Marte ni las mujeres son de Venus: todos somos habitantes de la Tierra. Resulta que “los varones experimentan emociones tanto como las mujeres”, afirma Julie Gottman. “Por otro lado, algunas mujeres se niegan a expresar sus emociones negativas, así que se produce un equilibrio. Hay más semejanzas entre los sexos de lo que la sociedad suele creer”.
Un estudio publicado en Cognition and Emotion reveló que cuando las mujeres hacían un recuento de su vida, se mostraban más emotivas que los hombres, pero cuando unos y otras evaluaban sus sentimientos día tras día, las diferencias de género desaparecían.
Tu formación cultural y tu entorno familiar pueden tener más peso en tu disposición a expresar tus emociones que tus cromosomas XX o XY, afirma Gottman.
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La manera de llevar a cuestas el bagaje de la infancia pesa más que no cargar con ninguno. “Nadie sale de la niñez sin haber tenido algunas experiencias que se vuelvan detonadores, pero esto no significa que no puedas tener una excelente relación conyugal”, dice Gottman.
El doctor Tom Bradbury, psicólogo de la Universidad de California en Los Ángeles, acuñó la frase “soportar vulnerabilidades” para referirse a esos detonadores. Ciertas palabras y acciones pueden hacer que afloren algunos sentimientos añejos y suscitar una reacción. Asegúrate de que tú y tu pareja comprenden qué es lo que irrita al otro, y eviten esas debilidades.
Las experiencias infantiles pueden provocar también lo que los psicólogos llaman identificación proyectiva; por ejemplo, sacar a flote un resentimiento de la niñez y reflejarlo en tu pareja. Si, digamos, tuviste un padre distante y frío, quizá supongas que tu pareja también es distante y fría. En lugar de reprobar el carácter de tu cónyuge, explícale el efecto que sus acciones tienen en ti y lo que puede hacer para que te sientas mejor.
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Según los Gottman, las parejas “volátiles” son uno de los tres tipos de relaciones “estables felices” (los otros dos son las “validadoras” y las “evasivas”).
De hecho, la pareja volátil feliz promedio tiene una tasa positiva-negativa de al menos cinco a uno; es decir, tiene cinco veces más interacciones positivas que negativas, lo que Gottman considera indicador de una relación sana. Las parejas que terminan divorciándose, en cambio, tienen una tasa de 0.8 a uno. La clave es que, si bien las parejas volátiles felices llegan a tener peleas intensas, las equilibran con amabilidad y consideración.
Cada estilo tiene pros y contras. “Quienes evitan el conflicto llevan una vida muy pacífica, pero, por otro lado, pueden acabar con una vida paralela en la que se distancian mucho”, dice Gottman. “Y las parejas apasionadas que discuten mucho corren riesgo de terminar enfrascadas en pleitos constantes”.
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Las parejas que adoptan un estilo de pensar quid pro quo —yo te rasco y tú me rascas— tienden a meterse en serios problemas. “Nos volvemos contadores de emociones sólo cuando está pasando algo malo en la relación”, señala Gottman.
Un estudio realizado en 1977 por el psicólogo Bernard Murstein fue el primero en revelar que la mentalidad quid pro quo es característica de las relaciones enfermizas, no de las que son felices.
“Hemos descubierto que los mejores matrimonios son aquellos en los que se invierte en los intereses de la pareja, y no en los propios”, dice Julie Gottman.
Las parejas más felices tienen un elevado nivel de confianza mutua, lo que permite a cada cual dar sin esperar algo a cambio porque saben que su cónyuge lo apoya.
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La idea de que las fortalezas de uno compensan las debilidades del otro, y viceversa, suena bien al principio, pero los Gottman dicen que sus investigaciones no validan esa creencia. Tú y tu pareja pueden ser opuestos en asuntos menores (por ejemplo, mientras tú lees un libro en la playa, tu pareja se mete al mar), pero cuando se trata de asuntos importantes, es mejor ser parecidos.
“Hemos observado que la mayor incompatibilidad predictora de divorcios tiene que ver con la manera de expresar las emociones”, dice John. Por ejemplo, si uno de los dos quiere expresar su ira o su tristeza y el otro prefiere reservarse sus sentimientos negativos, cada uno sentirá rencor por el otro.
El 69% de los problemas matrimoniales se discuten, en lugar de ser resueltos, indican los estudios de Gottman. “Existe la creencia de que es malo evitar los pleitos”, dice John, “pero a muchas parejas les funciona decir simplemente ‘Estamos de acuerdo en discrepar’”.
El secreto es evitar trabarse en un conflicto que pueda llevar a riñas recurrentes. En el fondo de esas peleas los Gottman han descubierto que hay profundas diferencias de valores que sorprenden a la pareja; por ejemplo, una discusión por las finanzas no tiene que ver sólo con el dinero, sino también con el significado del dinero, el poder, la seguridad y la libertad. Quizá no logres llegar a un acuerdo perfecto con tu pareja, pero si entablas un diálogo abierto con ella, podrás discutir el asunto sin herir sus sentimientos.
¿Como has lidiado con los problemas del matrimonio? ¿Sabes de otros mitos de amor?
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