“El fumador es ambivalente: una parte racional de su ser quiere dejar de fumar, pero la otra teme afrontar el fracaso”, dice la la psicoterapeuta argentina Susana Reznik, autora del libro El placer de no fumar nunca más y creadora del Método Aire Libre.
“No debería intentarlo por su cuenta, ya que el tabaquismo es una adicción y salir de ella requiere, en la mayoría de los casos, ayuda externa”.
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En efecto, el apoyo médico, psicológico y familiar es fundamental para ayudar al fumador a enfrentar el miedo y el sufrimiento que causa la abstinencia. “Una persona de 50 años que fuma desde los 15 tiene el cigarrillo incorporado a su identidad”, señala Reznik. “Lo ha hecho todo fumando siempre”.
A continuación, el doctor Daniel Buljubasich, presidente de la Asociación Argentina de Tabacología (AsAT), enumera y contraargumenta las excusas más comunes a las que se aferran los fumadores y que hacen que el 31 de mayo, Día Mundial sin Tabaco, aún no sea un día libre de humo al ciento por ciento.
Es frecuente que los intentos se hagan sin ningún tipo de ayuda. Hay que hacerlo con el apoyo de un profesional, y saber que suelen requerirse varios intentos antes de lograr vencer el hábito.
No puede haber un momento ideal. Sin duda alguna, el mejor momento es hoy. Está comprobado que intentar dejar de fumar durante un periodo de estrés vale la pena, ya que puede aumentar la autoestima y mejorar la situación de la persona.
No por fuerza se produce ese efecto. Es normal que ocurra un pequeño aumento de peso, pero puede controlarse con ejercicio físico.
Eso forma parte del síndrome de abstinencia, pero si se hace adecuadamente y con ayuda de medicación, es mucho más tolerable.
Por regla general, el adicto a la nicotina carece de fuerza de voluntad, ya que se encuentra “secuestrado” por la sustancia adictiva. Es como pedirle a un depresivo que esté contento. Sólo se necesita tener motivación, buscar ayuda y asumir el compromiso de hacer el mejor intento posible.
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En una adicción, no hay libertad posible. Fumar es una de las manifestaciones de dependencia y esclavitud más opresivas y paralizantes que se conocen.
Fumar es una adicción y no puede haber ningún placer en ella. El cigarrillo le provoca placer solamente a quien es adicto a la nicotina y se ve obligado constantemente a fumar para calmar su necesidad de ella.
Es muy difícil controlar una adicción. Reducir la dosis es parte del autoengaño para aplazar la decisión.
Las terapias sustitutivas de la nicotina que usan parches, chicles, comprimidos o el antidepresivo bupropión, así como los nuevos tratamientos con fármacos como la vareniclina, ayudan mucho a la persona a suspender el consumo. La combinación de estos tratamientos con un programa adecuado de apoyo psicológico suele resultar eficaz para dejar el cigarrillo.
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Ésta es otra falacia. Generalmente, nadie puede controlar el cigarrillo. La persona no fuma cuando quiere, sino cuando su cerebro y su organismo le piden fumar.
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