¿Existió Quetzalcóatl?
Los vestigios más antiguos del culto al dios Quetzalcóatl se encontraron en Teotihuacán, en el Templo de la Serpiente Emplumada, también conocido como Ciudadela. Con el paso del tiempo, esta deidad se convertiría en símbolo de la sabiduría tanto tolteca y náhuatl como maya: Quetzalcóatl, en los dos primeros casos; Kukulcán, en el otro. En el siglo IX d.C. inexplicablemente acabó el esplendor teotihuacano; al desplomarse la cultura, los habitantes de esa zona se dispersaron. Algunos llegaron a Tollán o Tula, en Hidalgo, donde empezó a nacer la civilización tolteca, que también habría de ser muy importante. Grupos nómadas que venían del norte, algunos de ascendencia náhuatl, llegaron también a Tula; y en el seno de esa población surgió un centro ceremonial en el que se mantuvieron vivas las instituciones e ideas religiosas de los teotihuacanos, entre las que se encontraba el culto a Quetzalcóatl.
Los toltecas consideraban a este dios divinidad única, amante de la paz, que repudiaba los sacrificios humanos y que impulsaba a los creyentes a una vida de perfección moral. Dios del equilibrio y la sabiduría, Quetzalcóatl favoreció la cultura tolteca produciendo grandes artífices, arquitectos, pintores, escultores.
Por otro lado, varias fuentes históricas aseguran que Quetzalcóatl sí existió. Hacia el año 935 dC., en Tula, nació QuetzalcóatlCeácatl Topiltzin, gran hombre que desde un principio tuvo características de héroe. El Códice Chimalpopoca registra la historia de Mixcóatl y Chimalma, de cuyo amor nació este Quetzalcóatl. Muerta la madre, a Ceácatl lo crió Quilaxtli o Cihuacóatl (mujer serpiente). Desde muy pequeño, y ayudado por su padre, aprendió Quetzalcóatl a pelear. Ya maduro se convirtió en Gran Sacerdote de Tula. Se le describe como un hombre blanco, alto, corpulento, de frente ancha y ojos grandes, cabellos negros y largos y barba poblada.
Tras las huellas del hombre
Su extraordinario comportamiento hizo que se le deificara. O bien, si pensamos en el antecedente teotihuacano de la deidad, el Quetzalcóatl de Tula fue solamente su representante, empeñado, eso sí, en mantener la pureza del culto tradicional a su dios. Luchó contra los que trataban de alterar la antigua religión introduciendo otros ritos, como el de los sacrificios humanos. Como no quiso aceptarlos, se vio obligado a alejarse de Tula marchándose a Tlapalan, hacia el oriente, pero dejó la esperanza de su regreso. Si creemos en esta tradición, la ruina de Tula, a mediados del siglo XI, sobrevino por divisiones internas entre quienes practicaban los sacrificios humanos y quienes los repudiaban.
A la caída de Tula, los seguidores de Quetzalcóatl se dispersaron por el Valle de México. Formaron ciudades como Coatlichán, Texcoco y Coyoacán. Algunos llegaron hasta Cholula, en Puebla, y otros, más intrépidos, a sitios lejanos como ChichénItzá, en Yucatán. Todos ellos eran herederos de la visión del mundo de este dios.
Capítulos olvidados de la historia