Éxito a favor de la salud de las indígenas chiapanecas
Hace 15 años era imposible una revisión ginecológica a una mujer, pues los maridos eran quienes tomaban las decisiones sobres los cuerpos.
El anhelo de Perla era ser madre, así que a los 21 años recibió a su primer hijo. Pero su alegría se ensombreció cuando los médicos le informaron que el bebé había nacido con labio y paladar hendido.
La hendidura labio-palatina es la más común de las malformaciones congénitas que afectan el rostro humano. Y las cifras colocan a Chiapas, la tierra de Perla, como uno de los estados con más incidencia.
Entre los factores asociados a labio y paladar hendido se encuentran los genéticos, así como la deficiencia de vitaminas del grupo B, como el ácido fólico.
“No sabíamos que esas enfermedades podían evitarse” cuenta María Gloria Pérez, indígena originaria de Chamula, quien se ha convertido en agente de cambio en su comunidad.
“Antes pensábamos que eran un castigo de Dios, ahora sabemos que no es así, que las malformaciones se dan por nuestra forma de vida, por las carencias de vitaminas” precisa María, quien durante una década ha hablado con las mujeres de su comunidad de la importancia de la atención ginecológica antes y durante del embarazo, así como del uso de multivitamínicos para prevención de problemas durante la gestación.
Pero María no ha actuado sola; es parte de un engranaje que encabeza Esquipulas, una clínica asistencial para indígenas, ubicada en el corazón de San Cristóbal de las Casas, una de las tantas zonas en donde la presencia del Estado es gris y las políticas públicas en salud son deficientes.
El rezago en San Cristóbal de la Casas es histórico y bien conocido. A sus problemas ancestrales de ignorancia, pobreza y poca atención de salud se suma la cada vez más preocupante falta de agua, así como el excesivo consumo de refrescos.
La tasa de mortalidad por diabetes en Chiapas aumentó en un 30 por ciento entre 2013 y 2016. La diabetes ahora es la segunda causa de muerte en el estado, tras los padecimientos cardiacos.
Ante ese panorama, más el difícil acceso de los indígena a servicios de salud debido a discriminación o por pertenencia cultural, lingüística o política, la Clínica Esquipulas —originaria de Nuevo León — es un parteaguas.
“Hace 15 años era imposible una revisión ginecológica a una mujer, pues los maridos —y hasta la familia— son quienes toman las decisiones sobres los cuerpos femeninos”, revela el Dr. David Zepeda, infectólogo pediatra, quien es la cabeza de la clínica desde hace casi dos décadas.
Su personal ha logrado lo inimaginable: mujeres indígenas que visitan al ginecólogo, que se vitaminan para ser madres de hijos sanos, e incluso hombres que van entendiendo la importancia del control de la natalidad, así que recurren a la vasectomía.
En poco más de dos décadas, esta clínica de 53 hectáreas, se ha convertido en un oasis de atención y modernidad en servicios de salud en una zona donde hay un rezago histórico.
“No es fácil que las mujeres acepten las vitaminas; además en mi comunidad nadie revela que ya está embarazada, lo sabemos cuando ya tiene varios meses por el tamaño de su abdomen” cuenta María Gloria Pérez.
Actualmente, solo el 71.5 por ciento de las embarazadas recibe una atención prenatal adecuada. “Aunque confían en nosotros, la mayoría de las mujeres aún no viene a consulta, o si vienen a consulta terminan dando a luz con parteras en sus comunidades” revela el Dr. David Zepeda.
Pero Esquipulas continúa con una dinámica que involucra a mujeres como María para ayudarse a que accedan a los servicios de salud, que van desde medicina y odontología general, y de ahí se desprenden las especialidades, hasta laboratorio de análisis clínicos e imagenología.
“Aquí hallamos un espacio digno y respetuoso” asegura María. Y los números la avalan: Hasta antes de la pandemia atendían a casi 48 mil indígenas. Algunos de ellos caminan hasta 22 horas para ser atendidos en esta clínica.
Y es que aquí no solo se les trata con respeto y con lo mejor en medicina, sino que se les habla en su idioma y además de la consulta médica, reciben medicamentos.
La farmacia de Esquipulas cuenta con un catálogo de 270 medicamentos. “Para las enfermedades reumatológicas estamos dando biológicos, que son de un alto costo” precisa Zepeda.
Debido a las malas prácticas que se han desarrollado en la entidad por el paternalismo, Esquipulas solicita una cuota de 50 pesos. Esa cantidad cubre la atención médica y los fármacos. “Hay personas que se llevan miles de pesos en medicamentos con solo ese pago” dice con satisfacción el director. Y si no pueden pagar ni esa remuneración también reciben la atención.
Incluso, cuenta Zepeda, se les ofrece alimentación y hospedaje. Este esquema de ayuda es posible gracias a diversas alianzas. Una de ellas es la realizada con Farmacias del Ahorro y Bayer. Gracias a ese trabajo en conjunto las mujeres de la región están recibiendo los micronutrimentos que necesitan.
La farmacéutica alemana dota permanentemente a la clínica con Elevit, un multivitamínico que está marcando la diferencia, pues está evitando el problema que sufrió Perla con su hijo. Este trabajo en conjunto permite que puedan avanzar.
“El mayor reto es lograr llegar a más y más personas, sobre todo fuera de la clínica, pues en las comunidades la realidad es otra, ahí no hay nada, y hay personas con una percepción anual de 7 mil pesos, además del mercadeo de niñas, lo que significa que se embarazan a los 13, 14 años sin vigilancia” precisa el infectólogo pediatra.
Algunos llegan sin comer. O sin zapatos. Por eso el personal de Esquipulas también realiza visitas periódicas a 16 comunidades, algunas de las cuales están a media hora, mientras que otras están a 16 horas y acceden a ellas en caballo o caminando.
En los últimos meses, el consumo de medicamentos para diabetes en la clínica aumentó un 18 por ciento. De ahí la importancia de seguir sumando esfuerzos para que la ayuda llegue a los más necesitados.
“Mucha población tiene retinopatía diabética y desprendimiento. El año pasado operamos a 136 pacientes de cataratas” platica el Dr. Zepeda.
La necesidad es infinita, pero las satisfacciones los fortalecen para seguir avanzando.
Mercedes tiene artritis reumatoide y acaba de dar a luz, así que recibe atención especializada. “Estoy muy feliz con mi segundo hijo, todo fue muy bien con la vigilancia médica; y para cuidarme mi marido se va a hacer la vasectomía” cuenta feliz.
Esas son las historias de éxito de esas alianzas. “Antes los hombres no abrazaban a sus hijos, ahora algunos hasta acompañan a las mujeres a sus revisiones”.
Sin duda todo ha valido la pena.