Familia

¿Por qué se suicidan los jóvenes?

El tema del suicidio no deja las primeras planas de los diarios. Basta con teclear “suicidio” en el buscador en línea para ver numerosas noticias de estos trágicos incidentes.

¿Por todo eso están pasando nuestros adolescentes? Los casos reales que te presentaremos a continuación explican el alarmante crecimiento del fenómeno en México.

Un grito en el silencio

Alejandra Chávez decidió ir a la ferretería a dejar una mercancía porque Saúl, su hijo mayor, no quiso hacerlo. El chico de 22 años se negó a abandonar la cama porque se había desvelado en una fiesta; Alejandra lo regañó y salió de la casa hacia el negocio familiar, ubicado en Iztapalapa, en la Ciudad de México.

En el trayecto recibió una llamada; era Samuel, el segundo de sus hijos, quien le pedía que volviera de inmediato porque había un problema.

“Cuando llegué, mi casa estaba rodeada de patrullas, ambulancias, personal de la Procuraduría General de la República, mirones y hasta periodistas”, narra a Selecciones.

En cuanto cruzó la puerta se topó con su marido, quien, colérico, le preguntó qué le había hecho a su hijo. “Nada”, atinó a contestar. “Saúl se mató”, le respondió. La mujer subió corriendo a la recámara donde Saúl se disparó con la pistola que su padre guardaba en un cajón.

Foto: Set, Samuel y Saúl

Alejandra, perpleja, se alejó del lugar. No entendía lo sucedido. Saúl era un chico alegre, de buen carácter y que estaba a punto de terminar la carrera de Ciencias de la Comunicación en una prestigiosa universidad. Era 1999, un 28 de diciembre, Día de los Santos Inocentes. Tristemente, la muerte de Saúl no era broma.

Suicidio adolescente, un grave problema mundial

En la historia de la humanidad nunca se había visto un índice de suicidio adolescente tan alto. A nivel mundial hay un incremento de un 70 por ciento, explica David Trejo Moreno, director general de la Fundación Mexicana de Lucha contra la Depresión, A.C.

El suicidio se ha instalado como parte del perfil epidemiológico moderno de México y la Organización Mundial de la Salud (OMS) lo reconoce como un grave problema de salud pública. Las cifras reflejan el tamaño del problema. Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), de 1994 a 2015, el número de suicidios en México se incrementó 246 por ciento, al pasar de 2,603 a 6,425 incidentes.

¿Por qué se están suicidando más nuestros jóvenes? ¿Qué ideas alberga la mente de un suicida? ¿Qué condiciones deben existir para tomar esa decisión fatal?

El suicidio es multifactorial. Para que alguien se quite la vida deben interactuar factores biológicos, genéticos, psicológicos, sociológicos y ambientales, precisa la OMS.

“El suicidio es un proceso muy poderoso porque anula los instintos de supervivencia desarrollados por millones de años en el cerebro. El cerebro común está dedicado a la autodefensa, a evitar el dolor y el peligro. Llegar a pensar que morir es una mejor opción a lo que estás viviendo habla de que ocurren una infinidad de situaciones desagradables en el cerebro”, explica a Selecciones Dean Burnett, doctor en neurociencias y autor del libro El cerebro idiota.

“Generalmente, las personas se suicidan en un momento de impulsividad, lo que suele relacionarse con el consumo de sustancias, con padecimientos como el trastorno límite de la personalidad o como resultado de un proceso depresivo”, puntualiza David Trejo Moreno.

Las personas con ideas suicidas a consecuencia de la depresión creen que la vida es muy difícil o dolorosa, hay desesperanza, sensación de incapacidad o minusvalía y, sobre todo, falta de opciones. “Presentan un pensamiento de túnel donde no pueden ver ninguna alternativa más que la muerte como liberación de su sufrimiento”, explica Trejo Moreno.

“Estamos abandonando a nuestros niños y jóvenes”

En 2010, el Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz informó que el suicidio era la tercera causa de muerte entre jóvenes de 15 y 24 años en México. “Estamos hablando de una generación en particular: los millennials, que nacieron entre 1980 y el 2000”, advierte Ivonne Acuña Murillo, candidata a doctora en Sociología por El Colegio de México.

Además de la depresión, algunos investigadores adjudican el fenómeno a la inseguridad que azota a los países. “También la política tiene que ver con el incremento en el suicidio. En México, por ejemplo, en el 2000, se resquebrajó un sistema político y se modificaron diversas dinámicas, sobre todo la relación del gobierno con el crimen organizado, lo que aumentó la violencia”, explica Acuña Murillo, especialista en género y sistema político mexicano.

La violencia y la inseguridad han modificado la dinámica de los hogares. En particular, niños y mujeres ven perturbadas sus rutinas y reducida su libertad.

“La sociedad mexicana está abandonando a sus niños y jóvenes. Si analizamos las estadísticas nacionales de asesinatos y desapariciones, vemos que la gran mayoría son adolescentes; pasa lo mismo con quienes llenan las cárceles, son chicos de entre 14 y 29 años. También son jóvenes quienes padecen desempleo y desapariciones forzadas. Se ha normalizado la violencia estructural”, alerta Acuña Murillo.

Por su parte, Tere Matence, directora general de Crianza con Cariño y Buen Trato, A.C., explica el pesimismo de los jóvenes. “¿Qué futuro observan los adolescentes? Ven que sus padres trabajan mucho y ganan poco, o no hay empleo y, en general, el futuro es incierto”.

Los chicos observan a adultos estresados, agotados, alterados por cualquier situación, independientemente de que sea trascendente o no. “Infinidad de padres viven con actitud pesimista, entonces los chavos sienten miedo y se preguntan: ¿me voy a convertir en eso cuando sea adulto?”

“La falta de límites provoca muerte en los jóvenes”

Cuando los hijos no tienen límites y reglas, las probabilidades de suicidio aumentan. La falta de horarios específicos para las actividades cotidianas son indispensables para criar hijos con estructura.

Los baby boomers ejercieron patrones de educación alejados de aquellos con los que fueron criados. Dejaron de lado los castigos corporales y ofrecieron a sus hijos más apertura y libertad; incluso los trataron como amigos, lo que ha sido un error. “Esos padres implementan pocas o ninguna regla porque piensan que más rigor ya es una agresión”, agrega Tere Matence.

Acuña Murillo cita a Émile Durkheim y su tipología del suicidio. “Este sociólogo habla del suicidio anómico, que se da cuando la gente desconoce lo que tiene que hacer, no sabe cuáles son sus límites ni lo que está bien o está mal”.

Tere Matence coincide con Acuña Murillo. “Actualmente hay tan poca estructura que la juventud no puede traducir la realidad en algo sano”, puntualiza Matence.

El mal uso de la tecnología, el enemigo a vencer

David Trejo Moreno es contundente: “No permitas que la tecnología te arrebate a tus hijos”.

“Antes, nuestras emociones estaban bien fortalecidas porque estábamos con nuestros padres, pero ahora la tecnología está generando un problema de vacío existencial en nuestros adolescentes”, afirma el especialista.

Los jóvenes necesitan contacto social, salidas familiares, charlas, muestras de afecto, pero buena parte de la interacción humana ha desaparecido por las dinámicas de la vida actual. Los adolescentes pierden la esperanza y el contacto emocional con el mundo.

“Los padres creen que la tecnología puede resolver infinidad de asuntos, pero no es así: la tecnología jamás podrá suplir la vigilancia y el contacto físico. Las redes sociales no disminuyen la soledad aunque tengas 300 amigos en Facebook”, precisa Matence.

Las sutiles llamadas de atención

A pesar de que México vive un problema de acoso escolar severo –tanto que en 2015 se reportó que sus niveles de bullying estaban por encima de la media de los países de la OCDE–, este fenómeno per se no es la causa del alto índice de suicidio juvenil.

“Es un factor más”, explica Trejo, “y debe quedar claro que una persona no se suicida por una sola cuestión. Por lo general, los suicidas son personas solitarias sin una red de apoyo familiar o social. Suelen sentirse defraudadas o que los demás los perciben como una carga o algo sin valor”.

Y, aunque las personas disimulan sus intenciones suicidas para no ejercer mayor presión sobre una familia agobiada, por lo general, el suicida pide ayuda. Ofrece pistas que en ocasiones pasan desapercibidas. “Puede ser que le pregunte a sus familiares qué harían si él o ella faltara o empiezan a redactar su testamento”, dice Trejo Moreno.

En general, las personas se suicidan estando solas y buscan la forma de hacerlo con base en sus condiciones de vida. “Es importante saber que el antecedente de un suicidio en la familia incrementa en gran medida las posibilidades de que ocurra otro incidente”, alerta David Trejo Moreno.

Padres sanos, primordial para una buena crianza

Tras la muerte de su hijo, Alejandra Chávez pensó que se revelarían problemas con las drogas o un embarazo, pero nunca hubo nada que explicara por qué Saúl decidió quitarse la vida. A 17 años de la muerte de Saúl, Alejandra, de 63 años de edad, cree que el chico estaba harto de los problemas familiares. “Su padre era mujeriego y por esa razón siempre hubo conflictos”, revela.

También se vivía violencia intrafamiliar. “Cuando Saúl tenía 3 años, rompió un carro de control remoto y el papá le pegó tan fuerte en la cara que lo sangró; en otra ocasión que no quiso ir al karate, su padre lo aventó por las escaleras. Además, mis hijos veían cuando él me pegaba”, revela.

Violencia intrafamiliar, su razón para jalar el gatillo

La violencia intrafamiliar es otro de los factores detonantes que orillan a un joven al suicidio. Y es que la relación con el padre es fundamental para la sana convivencia y salud de los hijos.

Arturo Miranda Sotelo, de 45 años –sobreviviente de un intento de suicidio– relata su historia, un ejemplo de cómo la violencia intrafamiliar puede afectar en el desarrollo de un joven.

¿Por qué hace 27 años decidió tomar una escopeta, ponerla bajo el mentón y jalar el gatillo? “Fue cuando mi papá me corrió de la casa…  había mucha agresión verbal, mucho desprecio… y, de cierta forma, me empecé a presionar, porque yo no sentía que estuviera haciendo nada malo”.

Ocurrió un sábado. Su padre se molestó porque el joven había vendido algunos animales de la granja que él mismo había hecho engordar, reaccionó con violencia y Arturo intentó quitarse la vida:

“no lo decidí, lo hice por impulso después de la discusión”.

Arturo no cumplió con su cometido, pero se desfiguró el rostro: perdió la parte central de la cara (mentón, paladar y nariz). Desde entonces se ha sometido a 30 cirugías reconstructivas que han abarcado desde la garganta hasta las caras orbitarias, ubicada en las cuencas de los ojos. Su padre se mostró comprensivo al inicio; sin embargo, cuando Arturo expuso el caso ante los medios, sufrió el rechazo de la familia.

Arturo Miranda Sotelo, en entrevista con Selecciones México

Su mensaje para otros jóvenes en situación de crisis es fuerte y claro: “No tomen decisiones en los momentos críticos, mucho menos acciones”. Y reflexiona que, de haber pensado mejor las cosas, su vida habría seguido el curso que él tenía pensado para su futuro.

Violencia sí, pero también genética e historia de vida

En efecto, la violencia de un padre es uno de los múltiples factores que influye en la toma de una decisión de este tipo, pues el hijo no puede establecer una relación de apego seguro con él, pero “tener padres violentos no significa que, forzosamente, el hijo se suicide ni que todos los suicidas sean hijos de padres violentos”, precisa David Trejo.

“Como en el resto de las problemáticas de salud mental, hay dos aspectos preponderantes: la parte biológica, que está genéticamente proporcionada, y la historia de vida. Dentro de la historia de vida, se encuentran las experiencias traumáticas, el apoyo y contención emocional con que se cuenta durante el desarrollo y el tipo de crianza; estos elementos determinan cómo reaccionamos en distintos momentos de la vida”, dice David Trejo Moreno.

La principal función de los padres para prevenir el suicidio es proporcionar a los hijos un ambiente seguro, lo que no se refiere exclusivamente a las condiciones físicas, también abarca la seguridad emocional.

“Significa que el niño crezca sintiendo que puede ser contenido cuando no sepa cómo controlar sus emociones, que es aceptado y que las figuras o personas con las que tiene mayor apego son constantes, respetuosas y cariñosas. Cuando un niño crece sin saber qué puede esperar de los padres o en ambientes agresivos, la violencia se normaliza y es más propenso a no controlar sus impulsos”, alerta Trejo Moreno.

Independientemente de si el hijo tiene o no tendencias suicidas, la violencia ejercida por un padre es una situación traumática que repercute en la salud mental del hijo. Los padres violentos deben comprender que su comportamiento es un factor de riesgo para sus hijos. “El suicidio sería la consecuencia más grave, pero también podrían enfrentarse a hijos rebeldes o con adicciones”, explica Matence.

¿Cómo evitar el suicidio de un hijo?

Lo primero, sentencia Tere Matence, es que los padres comprendan que son el ejemplo de sus hijos.

“Si los padres no están bien, los hijos no están bien”, dice.

Cuando los padres o tutores asumen un liderazgo fuerte y transmiten a los hijos la seguridad de que darían su vida por ellos, que pase lo que pase van a estar ahí, que, aunque se desvíen, estarán ahí para poner límites, no habrá hijo que falle; y, de haberlo, regresaría porque sabe que en casa hay alguien que lo va a volver a abrazar.

David Trejo Moreno también es tajante: los padres pueden evitar el suicidio de sus hijos cumpliendo sus funciones como padres. “La comunicación con los hijos, observarlos y conocerlos es esencial”, dice. La cercanía es lo único que permitirá detectar cambios de conducta o estado de ánimo. Mediante las pláticas, los padres sabrán si su hijo enfrenta problemas como acoso, embarazo y drogas.

Hay que estar informados sobre el proceso de desarrollo de los adolescentes. “Si la tristeza se convierte en una forma de vida y se aíslan, siempre tienen sueño o dejan de comer, hay que actuar de inmediato”, advierte Tere Matence. La crianza amorosa siempre resulta. “Si hay orientación y guía, los padres se vuelven líderes y sus hijos salen adelante aunque se topen con problemas”.

Los padres deben trabajar en ellos mismos y reconocer que son los mejores guías y psicólogos de sus hijos. “Aunque manden a los hijos a terapia, si los padres no modifican sus comportamientos, no habrá cambios sustanciales”, finaliza Matence.

¿Dónde llamar?

El suicidio es una opción y antes de tomarla existen otras alternativas que la persona puede explorar. Si conoces a alguien que haya manifestado síntomas de depresión, que haya mencionado que sería mejor no existir, tener estos teléfonos a la mano pueden hacer la diferencia.

  • SAPTEL: Es un programa profesional atendido por psicólogos seleccionados, entrenados, capacitados y supervisados en consejo psicoterapéutico e intervención en crisis emocional a través del teléfono. www.saptel.org.mx @saptelcrlyc
    Tel: 52598121
    Horario: Lunes a domingo 9:00 a 21:00 hrs.
  • LOCATEL: Atención gratuita las 24 horas del día con información y orientación oportuna y confiable. www.locatel.cdmx.gob.mx
    Tel: 56581111
  • Toca el Botón de Ayuda Emocional que funciona a través de teléfonos móviles si te sientes triste, si tuviste un mal día o simplemente quieres hablar con alguien sobre lo que te sucede.
  • Centros de Integración Juvenil, A. C. CIJ Contigo: Atención psicológica en línea http://www.cij.gob.mx/cijcontigo/ @CIJ_Contigo Whatsapp 5575185547

¿Qué opinas sobre este tema tan delicado y que ya es de un tema de salud pública?

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