Farid Rueda: reflejo del arte urbano contemporáneo
Adéntrate a la visión que tiene un artista urbano contemporáneo. Descubre el arte y la cultura de uno de los muralistas más destacados en su rubro.
Antes de ganarse un lugar de entre los artistas mexicanos que hacen eco en el mundo, Farid luchó con los tabúes culturales de que el artista sólo vive de sueños, de aire, de que debe encontrar un mecenas para que siempre lo mantenga y que sólo será valorado cuando muera. “A mí se me estaban yendo las ganas por los miedos”, relata el artista en exclusiva a Selecciones.
Aunque su familia le dijo que se “moriría de hambre” siendo artista, él no abandonó su sueño, ahora, y con mucho futuro por delante, está triunfando en Europa.
La pregunta es lugar común para los artistas: de qué vas a vivir, a qué te vas a dedicar. “La familia por parte de mi papá decía que el dinero lo ganas trabajando de sol a sol”, mientras que del lado materno sí existía esta visión artística e intelectual gracias a sus tíos, uno pintor, otro columnista y otro restaurador, incluso su abuelo era escultor. Sin embargo, Farid creció con su familia paterna y con esta visión de primero estudiar, tener un trabajo, ganar dinero y al final, tener un hobbie.
A fuerza de tanto escucharlo “te lo empiezas a creer”, pero veía en su otra familia que el sueño de vivir del arte era posible. Pero el miedo… ese miedo a terminar de vagabundo, vendiendo caricaturas… terminar mal en la vida, no lo soltaba.
Antes de llegar al reconocimiento internacional, Farid Rueda trabajó en restaurantes de comida china y pizzerías, pero eso no le satisfacía “llegaba de trabajar y quería dibujar, con el tiempo prefería morirme de hambre, pero haciendo lo que me gusta”. Tras terminar su licenciatura en artes visuales en la Escuela Nacional de Artes Plásticas, Farid se fue adentrando al mundo del Street Art.
“Fue gracias a Seher que yo empecé a entrar al arte urbano, quien gracias al trabajo con una cervecera su trabajo se potenció, esto fue un paso muy importante no sólo para artistas urbanos o grafiteros, fue la primera vez que se hizo notorio para nosotros que puedes ser reconocido haciendo lo que te gusta y que te lo pueden pagar… esto fue un motivador para todos en la universidad, incluyéndome”.
Han pasado los años y ahora, con un talento maduro y una técnica más pulida, Farid nos explica que el éxito no llega solo, no se da en los árboles campiranos de donde procede su familia paterna, y que para alcanzarlo pasó tres años de estar pintando en todos lados y con su propios recursos. Cuando veía un muro, Farid iba a tocar a la puerta y le decía a la señora: “mire, yo soy grafitero y me gustaría pintar en su pared algo”, a veces lo conseguía y otras no, pero él les enseñaba sus dibujos y si les gustaba algo lo dejaban trabajar, luego les decía: “si no le gusta, se lo borro”, aunque nunca le pidieron eso, no supo si les gustaba realmente o ya ni le decían algo por pena.
Fue así que poco a poco lo conocieron, la gente pasaba cuando él estaba pintando, algunos ofrecían su pared y Farid les pedía que consiguieran el material para ponerse a trabajar, y así fue subiendo la tarifa. Después fue poniendo precio a su arte, ya sea a través del material o de la mano de obra. “Al inicio fue más dar que recibir, caer en trampas, en falsas promesas… fue saber que no hay muchos amigos y de saber que en verdad te gusta esto, y a mí me tocaron muchas desilusiones”, recuerda.
Rueda persiguió el éxito hasta alcanzarlo, pero platica que eso se gana trabajando mucho. A veces se cree que el Street Art, o el grafiti, es para vagos sin oficio ni beneficio, pero rompiendo con ese tabú, Farid nos dice que la mayoría de la gente realmente ignora las ‘horas nalga’ que el artista se ha pasado trabajando en algún diseño, que ignora el tiempo que se lleva viajando de un lugar a otro cargando 10 litros de pintura en la mochila, ignora que a veces no se tiene ni para el pasaje, y que para “llegar a que otros se enteren que existes no es de la noche a la mañana, no es de gratis y no tuvo nada que ver con otra cosa más que el estar trabajando”.
“La disciplina del trabajo me llevó al estilo que ahora tengo, es el resultado de una labor continua.”, Farid Rueda
Farid tiene cientos de murales a lo largo y ancho del país, podemos ver su sello característico en el uso de los colores llamativos y trazos delirantes plasmados en sus obras, empero, hay piezas que han sido icónicas en su carrera, como el Jaguar “Balam” que pintó en Playa del Carmen, con el que tuvo sentimientos encontrados porque era una pintura que no le encantaba, que terminó apresurado y no contento con el resultado, pero esta obra ha estado representada en varias partes y ha sido usada sin permiso en un bar de Europa, han hecho piratería con ella y mucha gente se la ha tatuado, esta pieza de arte fue una de sus tarjetas de presentación más importantes cuando comenzó su carrera profesional, hoy ya está reconciliado con su obra.
Pero la obra de mayor relevancia para él, con la que comenzó su estilo, fue Coyohuacán, puesta en una unidad de edificios del Infonavit, en Coyoacán, donde fue contratado para hacer este mural. Fue la primera vez que Farid tuvo la oportunidad de hacer algo grande, además de que el pago era atractivo. “Tenía todo el material que necesitaba, aparte puse de lo mío para complementar todo. Era un muro grande, tenía los andamios, 127 latas y este trabajo ha sido de los más perfectos que he logrado y de los más largos que hice (7 días). Este se volvió un boom”.
Farid Rueda es un artista apasionado de la naturaleza y la cultura prehispánica, en sus murales muchas veces verás retratados animales como el ajolote, el cacomixtle, la salamandra y la iguana.
En Monterrey se hizo icónica una de sus obras cuyo fin buscaba hacer conciencia de respetar al cacomixtle, Ferca Cejona lo volvió tiempo después en un gif animado,
Llegó a trabajar de manera altruista en el Valle del Mezquital, Hidalgo, donde en una festividad de la comunidad de este estado, Farid impartió talleres de arte. Relata que junto con él viajaban varios amigos para dar estas clases en poblados no mayores a 400 personas.
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