Fármaco que retrasa 15 años la diálisis en personas con diabetes
Los pacientes con diabetes y enfermedad renal crónica tienen una alternativa que retrasará 15 años la llegada a diálisis o trasplante renal.
En México alrededor de 12,000,000 de personas viven con diabetes; de ellas el 44 por ciento ya desarrolló Enfermedad Renal Crónica (ERC) con alta incidencia de llegar a diálisis.
Aunque las personas con diabetes tienen más probabilidades de morir por problemas cardiovasculares, la mayoría de ellas a lo que más le temen es a la diálisis, un proceso artificial mediante el cual se extraen los productos de desecho y el exceso de agua del organismo cuando los riñones no funcionan correctamente.
Para el 2040 habrá en el mundo unos 642,000,000 de personas con diabetes. Al menos 1 de cada 3 desarrollará ERC, explica el Dr. Ricardo Correa Rotter, médico internista y jefe del servicio de nefrología del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición.
En México al menos 12,000, 000 de personas padecen diabetes. Si continúa esta cifra al alza, en 2025 el 15 por ciento de la población adulta desarrollará este padecimiento con una alta probabilidad de complicaciones en su salud renal.
En 1990 ocupaba el lugar 27 y para el 2010 ya se ubicaba en la posición 17. Ahora debe estar más arriba, sobre todo en países como México. “Uno de cada 10 adultos tiene cierto grado de enfermedad renal crónica, y lo peor del caso es que 8 de cada 9 personas que la padecen no lo saben”, puntualiza Correa Rotter.
México ha visto un crecimiento sostenido en la prevalencia de ERC desde 1990. La explicación es simple: es un país con las más importantes causas metabólicas para el desarrollo de ERC: diabetes y sobrepeso.
La diabetes y la hipertensión son las principales causas de la Enfermedad Renal Crónica
México es la latitud en el mundo con mayor problema de ERC y diabetes en el mundo, según cifras del 2017 del Instituto de Salud y Métrica de los Estados Unidos.
¿Qué causa más muertes y discapacidad combinados en México? Dentro de las primeras cuatro causas de muerte y discapacidad se encuentran la diabetes, la cardiopatía isquémica y la insuficiencia renal.
La ERC tiene diversos estadios. Para cada etapa existen formas de tratamiento para retrasar la llegada a diálisis.
“La mejor forma de no tener ERC es ser atlético, no ser obeso ni vivir con diabetes” explica Rotter. Pero más allá de los cambios en los hábitos se han venido desarrollando armas farmacológicas que permiten una prevención secundaria.
La segunda causa de pérdidas en salud en mujeres jóvenes es la Enfermedad Renal Crónica.
Héctor Sánchez Mijangos, médico internista e investigador de la canaglifozina, recordó que desde hace largo tiempo se descubrió que ciertos medicamentos para el control de la tensión arterial ayudaban a los riñones.
Tras ese descubrimiento los médicos optaron por agregarle al tratamiento estándar este tipo de medicamentos. Con ese esquema la progresión hacia estadios más complicados de la enfermedad renal se aplazaba hasta 18 meses. Para lograr ese objetivo se usaron diversas moléculas, entre ellas la canaglifozina.
La Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios aprobó una nueva indicación para el fármaco canagliflozina para reducir el riesgo de ERC en etapa terminal o empeoramiento de la función renal en pacientes con diabetes tipo 2.
Se trata de la primera molécula en ser aprobada en México y varios países del mundo para tratar la ERC en personas con diabetes en alrededor de 20 años.
La evidencia científica arrojó que gracias al principio activo de este medicamento los pacientes con diabetes y ERC retrasarían —en promedio— 15 años la llegada a diálisis o trasplante renal, una de las complicaciones más costosas de la diabetes que podría provocar discapacidad y muerte prematura.
El estudio (conocido como CREDENCE) en el que se obtuvo esa evidencia se desarrolló en diversos países, incluido México. Participaron 4,400 personas que diabetes y daño renal entre el 30 y 90 por ciento.
A la mitad de los participantes se les administró el tratamiento habitual y a la otra parte la canaglifozina. Tras varios años de seguimiento se obtuvieron resultados muy alentadores, los cuales fueron presentados en abril de 2019 en el Congreso Mundial de Nefrología.
El estudio demostró una reducción del 30 por ciento en el riesgo de enfermedad renal terminal, así como empeoramiento de la función renal y la muerte por causa renal o por un evento cardiovascular. Sobre el riesgo de hospitalización por insuficiencia cardiaca se obtuvo una reducción del 39 por ciento.
Los inhibidores SGLT2 —y en particular la canaglifozina— han mostrado beneficios con protección cardiorenal.
“Controlan la glucosa a pesar de que no son los hipoglucemiantes más potentes que existen, pero tienen un perfil muy interesante porque tienen beneficios a diferentes niveles”, explica Correa Rotter.
Agregó que estos fármacos favorecen la pérdida de glucosa por la orina, la pérdida de sodio (lo que ayuda al control de la presión arterial) al control de peso y a la hemodinámica renal, es decir, a los flujos en el interior del riñón que permiten que no haya degeneración estructural. Y también favorecen la preservación de la estructura vascular sistémica.
Estos estudios no solo han demostrado que esta molécula disminuye la progresión del daño renal que llevaría a diálisis, sino que disminuye la mortalidad por eventos cardiovasculares porque tiene un efecto cardio y nefro protector.
La canaglifozina retrasa la caída de la función renal y ofrece protección cardiaca, renal y mejoría metabólica y mejoría de otros mecanismos como inflamación.