Fibrilación auricular: qué es y cómo enfrentarla

Se presenta cuando hay contracciones rápidas y caóticas de las dos cavidades superiores del corazón, las aurículas.

Mientras que la frecuencia cardiaca normal en reposo es de entre 60 y 100 latidos por minuto, los pacientes con fibrilación auricular registran entre 100 y 175 en ese mismo periodo.

Aunque parezca terrible, muchos pacientes con fibrilación auricular se sienten bien. En esos casos, el padecimiento pasa desapercibido hasta que el médico nota anomalías en el latido cardiaco durante una revisión de rutina.

Otras veces, los signos son claros: dolor torácico, palpitaciones, dificultad para respirar, mareos o ansiedad. (El dolor y la opresión en el pecho también se asocian a infartos; si experimentas tales molestias, lo mejor es ser precavido e ir al hospital de inmediato.)

La fibrilación auricular puede deberse a muchas cosas, como disfunción tiroidea, hipertensión, apnea del sueño, consumo excesivo de alcohol o cardiopatías: cualquier cosa que pueda distender o lesionar las paredes de las aurículas.

Es más común entre adultos mayores y personas con antecedentes familiares de la enfermedad. Una vez hecho el diagnóstico, los médicos suelen recetar anticoagulantes para evitar derrames cerebrales y la formación de coágulos.

En muchos casos, la fibrilación auricular empieza con episodios aislados, y con el tiempo se transforma en una molestia frecuente de mayor duración, “como un auto que siempre llevas al taller por el mismo problema”, señala el doctor Dan Atar, coautor de los lineamientos para el tratamiento de la fibrilación auricular de la Sociedad Europea de Cardiología.

Mientras padezcas fibrilación auricular, tendrás que tomar fármacos para regular la frecuencia cardiaca y calmar las palpitaciones.

También es posible que te prescriban fármacos antiarrítmicos. Con el fin de revertir los episodios de fibrilación auricular, el médico puede utilizar medicamentos o ligeras descargas eléctricas.

La mejor opción para corregir el problema de raíz es la ablación con catéter, procedimiento en el que se quema el tejido del corazón que provoca los impulsos irregulares.

Funciona en el 70 o 75 por ciento de los casos, y hay una buena probabilidad de que solucionen el problema definitivamente.