Así es la vida: ¡Porque es fin de semana!
Los seres humanos adoran reírse y desde tiempos inmemoriales existe una verdadera y variada industria que se sostiene nada más que buscando hacer reír.
Confusión histórica
Mi hermano Paco fue muy ocurrente desde pequeño. En una ocasión, un compañero suyo de la escuela que era un poco distraído telefoneó a nuestra casa para preguntarle a mi hermano qué tarea había dejado la maestra.
Paco decidió jugarle una broma, y le dijo que tenían que llevar una lámina ilustrada de la Tercera Guerra Mundial. El otro niño le pidió que lo acompañara a comprarla, y mi hermano aceptó.
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Al llegar a la papelería, el chico le pidió a la empleada una monografía de la Tercera Guerra Mundial. Ella fue a buscarla; minutos después volvió, y le dijo al amigo de Paco:
—Las de la Tercera Guerra se nos terminaron. Sólo nos quedan de la Primera y la Segunda. ¿Te sirve alguna de ellas?
Mariana Bravo, México
Cierta vez quería comprar boletos para un espectáculo de tap. Como andaba escasa de fondos, me alegré cuando la joven de la taquilla me dijo que había asientos baratos disponibles enfrente del escenario, aunque —aclaró— con una pequeña restricción de visibilidad.
—¿Qué es exactamente lo que no se alcanza a ver? —le pregunté.
—Sólo los pies —respondió.
Caroline Foreman, Canadá
Mi hermano acababa de mudarse, así que fui a conocer su nueva casa. Cuando llegué allí vi a mis sobrinos jugando en la calle con los niños del vecindario, sus nuevos amigos.
—¡Hola, chicos! —los saludé—. ¿Está su papá en casa?
—¡Sí, allá dentro! —contestaron.
Como la puerta principal de la casa estaba abierta, entré y me arrellané en el sofá de la sala. Tomé el control remoto de la televisión y empecé a navegar por los canales, buscando los resultados del futbol.
Minutos después, una mujer apareció en la habitación, me miró de arriba abajo y dijo “Hola”, antes de dirigirse a la cocina.
Casi en seguida volvió a pasar delante de mí y subió a la planta alta. Luego, bajó por la escalera acompañada de un sujeto.
—¿Qué tal? —les dije.
—Hola —respondieron ambos, y caminaron hacia la cocina.
Alcancé a oír que susurraron algo antes de regresar a la sala.
—¿Saben dónde está mi hermano? —les pregunté—. Soy Roger.
—¿Se refiere a Alan? —replicó la mujer—. Él vive en la casa de al lado.
Roher Scott, Reino Unido
Una íntima amiga nuestra —futura madre soltera— llegó a vivir con mi esposo y conmigo mientras daba a luz, a fin de ahorrar algo de dinero para el alquiler y los gastos. Curiosamente, dos meses después yo también quedé embarazada. Cerca de la Navidad, nuestros vecinos organizaron una fiesta e invitaron a las parejas del barrio; para entonces, mi amiga y yo teníamos una barriga enorme. Cuando mi esposo leyó la invitación, se enrojeció como un tomate. Al final decía: “Posdata: favor de presentarse con una sola esposa”.
Christine Manejero, Reino Unido
Cuando estudiaba el bachillerato era común que nos llevaran a conocer distintas empresas. Una vez, el conductor del autobús escolar en el que haríamos una visita preguntó
si ya estábamos todos dentro del vehículo. Nos volteamos a ver entre nosotros y respondimos que sí. El conductor arrancó, y tras recorrer una corta distancia quiso saber cuál ruta seguir. Fue entonces cuando empezamos a buscar al jefe del grupo dentro del autobús para preguntarle, pero no estaba. ¡Resulta que lo habíamos dejado en la escuela!
Karen Arenas, Ciudad de México
Decidí ir a visitar a una amiga mía y, cuando llegué a su casa, ella estaba enfrascada en una feroz pelea con sus trillizos adolescentes.
Una vez terminada la discusión, mi amiga me dijo:
—¿No te parece maravillosa la Madre Naturaleza? Me concedió 12 años para que yo aprendiera a amar a mis hijos antes de que los convirtiera de un plumazo en adolescentes.
Jenna Simmonds, Reino Unido