Formas de superar la necesidad de tener el control
Por mucho que creamos que “lo tenemos todo controlado”, esa necesidad no es real, sino más bien una sobrevaloración de la realidad.
Siendo honestos, a todos nos gustaría que las cosas siempre fueran como queremos y que todo se hiciera a nuestro modo y conveniencia (es verdad), sin embargo, las cosas no pueden ser así, pues muchas de las situaciones en las que estamos envueltos involucran también a otras personas –que tienen personalidades e ideas muy diversas y diferentes a las nuestras–, a quienes también hay que tomar en cuenta para las decisiones y procesos.
Por otra parte, esa necesidad de querer controlar todo y de que las cosas salgan perfectas, te puede generar un enorme estrés, además de agotamiento mental y emocional. Si bien es normal y natural querer tener cierto control sobre la vida, es importante tener cuidado de no fomentar una relación obsesiva y negativa con esa necesidad de control, pues siempre habrá muchos factores que no podrás controlar.
De acuerdo con diversos profesionales de la salud mental y emocional, la necesidad de tener control sobre todo generalmente surge de un profundo miedo interior a lo desconocido, a los errores, al fracaso y a no lograr agradar o complacer a los demás.
La mente de las personas que viven con este temor las convence de que la clave para una vida segura y feliz radica en tener certeza. Aquellos que se suscriben a esta creencia a menudo regulan excesivamente sus mundos internos y externos en la búsqueda de seguridad.
Sin embargo, cuanto más luchamos por el control, mayor es nuestro grado de estrés y ansiedad; entonces, respondemos tratando de controlar lo incontrolable, y el ciclo improductivo continúa. Y es que simplemente no podemos controlar las miles de variables que son parte del ser humano, pues lo único sobre lo que podemos tener control son sobre nuestros propios sentimientos, pensamientos y acciones (y eso, no siempre).
Haz una pausa para considerar dónde está arraigado ese deseo de controlarlo todo: ¿Viene de heridas infantiles no resueltas? ¿Tienes un estilo de apego inseguro? ¿Alguno de tus cuidadores o varios de ellos fomentaron un entorno muy perfeccionista, crítico o controlado? Los problemas arraigados y sin resolver a menudo hacen que las vicisitudes de la vida sean más preocupantes, y esto puede llevar a un impulso inconsciente de generar más control sobre el presente y el futuro.
Cuando sientas la necesidad de controlar en exceso algún aspecto de tu vida (o de la vida de otra persona), haz una pausa para observar los sentimientos que están en juego. Por ejemplo, si sientes la necesidad de controlar en exceso un viaje con amigos, observa si te motiva la ansiedad de que las cosas puedan salir mal o tal vez el miedo de no complacer a todos.
Una vez que reconozcas los sentimientos y creencias que están detrás de tu necesidad de control, trabaja en liberarte conscientemente de esa carga emocional. Libera el miedo a que las cosas no sean perfectas y a no complacer a los demás, y reemplaza ese temor por seguridad y tranquilidad, y deja que todo fluya; pues no estás obligado a complacer a nadie y las cosas no siempre serán perfectas, pues todo el tiempo hay imprevistos fuera de tu control.
Tener el control no siempre es malo, a veces resulta positivo y productivo. Así que analiza la situación y si el hecho de que tengas el control resulta útil para ti y los demás involucrados, adelante. Por ejemplo, si estás en una situación laboral en la que nadie se hace cargo y necesitas intervenir para que las cosas avancen, es bueno que intervengas si te das cuenta de que tienes las habilidades y la capacidad para manejar, mejorar o resolver la situación.
El impulso de controlar suele estar profundamente arraigado en un profundo deseo de perfección. Aprende el arte de diferenciar entre “lo suficientemente bueno” y la perfección imposible. Claro que es importante que te esfuerces por hacer las cosas lo mejor posible, pero obtener la perfección no siempre está en tus manos, así que no cargues con esa obigación.
A medida que logres crear una relación más equilibrada con tus ansias de control, te sentirás más libre y con más poder. Puedes fomentar tu progreso practicando conscientemente la gratitud por aquello sobre lo que sí tienes control: tus pensamientos, sentimientos y acciones. Y al practicar la aceptación de lo que no puedes controlar, como las acciones de los demás, te sentirás más positivo y equilibrado.
No te podemos decirte que las cosas cambiarán de la noche a la mañana, pero si procuras seguir estos puntos con constancia, siendo compasivo y paciente contigo mismo, con el tiempo podrás encontrar un equilibrio en el que podrás tener una relación saludable con el control.
Fuentes: 4 maneras de superar la necesidad de tenerlo todo bajo control
Por qué dejar de controlarlo todo nos puede ayudar a sentirnos bien