Esta es una epidemia más de las muchas que hemos sufrido en la historia de la humanidad y la superaremos como a las demás, solo que ahora tenemos mayores conocimientos y recursos para enfrentarla. En este artículo te mostraremos cómo fortalecer nuestro sistema inmunitario puede ayudar de inmediato en esta lucha, más allá de las medidas de cuarentena o de distancia social que todos conocemos.
Lo primero es que sepas que este virus, el SARS CoV-2, no genera una mortalidad alta como la mayoría de las personas creen. Aunque las cifras oficiales muestran una elevada mortalidad, los expertos concuerdan en que solo se registra una fracción de los que realmente se han contagiado.
El número real de los afectados es de 10 a 40 veces más alto que el de los registrados, por lo que el día en que se hagan los ajustes de cifras, al evaluar los que realmente fueron afectados (con pruebas de anticuerpos), nos enteraremos que la mortalidad es al menos 10 veces menor que lo reportado hasta ahora, es decir, semejante a las de las gripes fuertes que hemos pasado, explica a Selecciones el Dr. Rafael García Chacón, director general de la Asociación Internacional de Medicina Holo-Integrativa y uno de los más importantes desarrolladores de la medicina holística e integrativa a nivel internacional.
Pero, entonces ¿cuál es el problema? Su alta contagiosidad, que hace que se pueda propagar rápidamente y afectar en un tiempo corto a un porcentaje alto de la población.
Los que se complican lo hacen habitualmente con un síndrome respiratorio agudo severo, si por la alta contagiosidad muchos se agravan al mismo tiempo, los servicios de las unidades de cuidados intensivos pueden colapsar.
Algo de gran importancia es que ya sabemos en quiénes puede aparecer la forma severa de la enfermedad y dentro de estos quiénes son los candidatos a morir.
Los que se complican constituyen un 15 por ciento de los casos aproximadamente. En general, estos provienen de los denominados grupos de riesgo.
La mortalidad no es uniforme. En los niños, por ejemplo, es muy baja, así que a medida que se avanza en edad el riesgo de complicaciones y muerte va aumentando y ya a partir de los 70 años es muy elevada. Ese es el grupo de mayor riesgo.
Esto se explica por el envejecimiento del sistema inmunitario, lo que nos mantiene con la llamada inflamación de bajo grado, ello facilita una hiperreacción del sistema inmunitario a partir de la segunda semana de la enfermedad.
Esta hiperreacción genera un cuadro de neumonía grave, el que eventualmente puede volverse crítico con un alto riesgo de muerte.
Los demás grupos de riesgo son personas afectadas con enfermedades que debilitan el sistema inmunitario como las cardiovasculares, diabetes, obesidad para nombrar las más importantes.
Según el registro de las autopsias la peor combinación posible es una edad avanzada y la presencia de por lo menos una de estas enfermedades. Este es el grupo de mayor mortalidad.
Otra realidad es que eventualmente todos nos vamos a contagiar pero, pero para la mayoría —entre el 80 y 85 por ciento de la población— no habrá enfermedad o será una gripe más lo que se padezca.
Como eventualmente todos nos vamos a contagiar, la medida más inteligente es estar preparados para que cuando llegue este momento la Covid-19 no nos afecte o que la enfermedad no pase a mayores.
Para los integrantes de los grupos de riesgo sería llegar a estar en condiciones de disminuir sustancialmente la probabilidad de complicaciones y de muerte.
Esta preparación, para que cuando entremos en contacto con el virus minimizará los daños, y es perfectamente posible hacerla con el conocimiento disponible.
El ‘secreto’ es rejuvenecer el sistema inmunitario. Sobre este tema, llamado en medicina ‘reversión de la inmunosenescencia’, ya tenemos cosas firmes.
El Dr. Valter Longo, de la Universidad del Sur de California, y su equipo, encontró que el ayuno puede rejuvenecer al sistema inmunitario. Primero se comprobó en animales de laboratorio y luego en seres humanos.
Lo que sucede – a grosso modo – es lo siguiente: durante el ayuno el organismo se ‘come’ los glóbulos blancos envejecidos, dañados (autofagia) y además multiplica las células madres encargadas de producir nuevos glóbulos blancos jóvenes, funcionales, sanos.
Con cada ayuno la parte más envejecida del sistema inmunitario es ‘jubilada’ y luego entran nuevos efectivos jóvenes y activos.
Esto se puede hacer ayunando dos o tres días cada dos meses pero, según ha investigado el Dr. Longo, también hay otras estrategias más llevaderas, como el ayuno intermitente, otra es una dieta muy baja en calorías (menos de 800 al día) durante tres a cinco días cada dos meses.
Las personas con problemas de salud previos, en especial los diabéticos, pueden hacer estos regímenes alimentarios, pero solo bajo la supervisión de un médico conocedor del ayuno. Un ayuno no guiado adecuadamente en diabéticos puede ser contraproducente.
Otras medidas que ayudan notablemente a que nuestro sistema inmunitario funcione adecuadamente son:
Se sabe que algunos alimentos facilitan la inflamación de bajo grado, base de la hiperreacción que lleva a las complicaciones, los más importantes son el azúcar industrial, carnes procesadas y alimentos fritos. Mientras menos consumamos de estos, mejor.
El estrés se puede manejar de diversas formas, pero una de las más eficaces es aprender a estar de buen humor todo el tiempo o la mayor parte. Ese cambio de actitud tiene un impacto muy notable sobre el sistema inmunitario. Sonreír siempre es una gran medicina.
Somos en gran parte responsables de nuestra salud, nadie puede tomar por nosotros estas medidas que, además de mejorar nuestro sistema inmunitario, ayudan al óptimo funcionamiento de todo nuestro organismo.
Las medidas de higiene y distanciamiento social seguirán siendo útiles para aplanar la curva y reducir las probabilidades de contagio, pero no dan ventajas una vez que entremos en contacto con el virus, por lo tanto, la labor de apuntalar nuestras defensas es una acción necesaria y de primer orden.
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