Los especialistas han señalado la existencia de tres grandes horizontes culturales para la zona maya: el preclásico (?150 d.C), el clásico (292900 d.C.) y el posclásico (9001530 d.C.). En el inicio del posclásico llegaron a la zona maya, en Yucatán, varios grupos “mexicanizados”, procedentes de la región de la Laguna de Términos y de las desembocaduras de los ríos Grijalva y Usumacinta: los chontales o putunes. Este periodo se caracterizó por la preponderancia de dichos extranjeros que por razones comerciales, y valiéndose de métodos militares, conquistaron sitios estratégicos como ChichénItzá, Mayapán y Chipixab, y se convirtieron en los nuevos dirigentes. La ciudad de Mayapán floreció entre 1200 y 1450 y controló el norte de la Península de Yucatán. Por más de 250 años, su gobierno había pertenecido a la familia de los Cocom, hasta que apareció HunacCeel, en 1194. El usurpador llegó con un grupo desde la altiplanicie mexicana. Sumo sacerdote mexica, se sometió al rito instituido por Kukulkán, el Quetzalcóatl de los mayas: fue arrojado al Gran Cenote Sagrado y logró sobrevivir. Por esta hazaña, los mayas lo consideraron divino y lo nombraron supremo mandatario de Mayapán. Apoyado por su grupo, pronto acabó HunacCeel con el sistema señorial de gobierno que tenían los mayas y adoptó la autoridad al estilo azteca. Se mandó construir un templo particular donde fue adorado, y se hizo llamar el Cocom de Mayapán. Estrechó los vínculos con el Imperio Azteca, y de esta manera llevó al Mayab una enorme influencia mexica en todos los aspectos de la vida. El despotismo de HunacCeel creció, y los mayas fueron percatándose del lado desfavorable del tirano, hasta que en 1215 se levantaron en armas en distintos puntos. Los ejércitos llegaron a las puertas de Mayapán antes de que HunacCeel pudiera defenderse. Pelearon en sus calles durante cuatro días, hasta que el mexica y sus familiares fueron asesinados y la ciudad fue incendiada y abandonada por sus pobladores. El rey de Uxmal fue elevado entonces a la categoría de jefe supremo del Imperio Maya y trasladó la capital a Maní, en la misma Península de Yucatán, nueva ciudad que alcanzó entonces gran esplendor.
Capítulos olvidados de la historia de México