Existe una leyenda respecto a la partida del Quetzalcóatl tolteca más acorde con su calidad de hombre. Aunque era sacerdote de sobrehumana pureza, un día, empujado por malos consejeros, se embriagó y cometió la debilidad de dormir con la bella Xochipétatl. Como los sacerdotes hacían voto de castidad, el inconsolable Quetzalcóatl Ceácatl Topiltzin se autocastigó abandonando el reino de Tula. Luego se incendió en una hoguera y de ella su corazón se liberó para elevarse al cielo y convertirse en el planeta Venus, que es estrella de la mañana cuando nace en el oriente y de la tarde cuando reaparece por el occidente. VenusQuetzalcóatl simboliza la muerte y el renacimiento. De ahí la esperanza de su retorno que él fijó.
Los aztecas llamaban “Quetzalcóatl” a los sacerdotes, quienes mantuvieron viva para un año Ceácatl, año en que históricamente aparecieron los españoles, una gran tradición humanística. Los antiguos mexicanos proyectaron muchos aspectos positivos de su cultura en ese dios, a quien revistieron de una enorme sabiduría. Lo idealizaron y protegieron. Como tenían una noción cíclica del tiempo, estaban convencidos del retomo de este dios pacificador. Siempre recordaban aquella imagen del sacerdote blanco, corpulento, alto y barbado, por lo que fácilmente lo identificaron con los españoles. El destino les jugó una mala pasada: el dios generador de su cultura fue también su destrucción.
¿Qué dice la leyenda de los soles?
En la cosmogonía nahua, Quetzalcóatl tiene varios nombres y atributos. Es el dios que transforma la muerte en vida, lo carnal en divino y lo instintivo en civilizado. Sintetiza el complejo cultural más importante del mundo nahua, el que propiamente originó la gran civilización azteca. Gracias al sacrificio de este dios, los seres humanos reciben la vida.
El sacrificio incluye el recorrido que hizo por el Mictlán, o región de los muertos, aventura que queda de manifiesto en la Leyenda de los soles. Según esto, el dios parte a esa región en busca de los huesos preciosos que servirán para la creación de los hombres. Mictlantecutli, Señor de la región de los muertos, “donde no había ni puertas ni ventanas”, lo somete a una serie de pruebas y le impide que se lleve los huesos de generaciones pasadas. Quetzalcóatl, ayudado por su doble o nahua, así como por gusanos y abejas silvestres, finalmente logra llevarse los huesos. Los conduce a Tamoanchán, donde con ayuda de Quilaztli, “la que hace germinar”, los muele y los pone en una vasija preciosa. Sobre ésta hace sangrar su miembro viril para infundirles vida. De ahí el título de macehuales dado a los hombres, que quiere decir “los merecidos por la penitencia”. Después de crear a los hombres, Quetzalcóatl los guía y se encarga de alimentarlos. Pregunta a la hormiga negra dónde está el maíz, y ésta lo lleva a Tonacatépetl, o “monte del sustento”, donde se lo entrega. Después, el dios enseña a los nahuas a cultivarlo, dando origen a la agricultura.
¿Cuál fue el legado tolteca entre los nahuas?
El toltecáyotl era el conjunto de nociones culturales y civilizadoras que el gran diossacerdote Quetzalcóatl había transmitido a los toltecas, y este patrimonio fue asumido por los nahuas. También el arte náhuatl parece haber recibido su inspiración de aquella cultura. La palabra toltécatl significaba “artista” y de ella se derivaban tentoltécatl, orador o “artista del labio”; matoltécatl, bordador o “artista de mano”, y otras. El origen del toltecáyotl era atribuido a Quetzalcóatl, quien descubrió los metales y las piedras preciosas, así como el cultivo del algodón y muchas otras plantas para beneficio de su pueblo. También dio a conocer desde la forma de cultivar la tierra con mejores resultados y de encontrar en ella metales preciosos, hasta la de trabajar en la elaboración de tapices y penachos. Enseñó también el arte del canto, la pintura, la escultura y la arquitectura. Es en el florecimiento tolteca donde se encuentra la raíz y el modelo inspirador de la cultura azteca.
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