Humor

Gajes del oficio: Ambiente militar

Ambiente militar

Pertenezco al ejército, y en cierta ocasión estaba limpiando la barraca de mi pelotón cuando el instructor militar entró corriendo. Se detuvo en seco, metió la mano en el balde de agua jabonosa, la probó y gritó: “¡Necesita más jabón!”, antes de salir a toda prisa.

El entrenador físico del pelotón militar al que pertenezco dejó muy en claro aquello de “no existen las preguntas tontas”. Un día nos dijo: “No existen las preguntas tontas, pero algunas preguntas ameritan hacer varias flexiones de brazos”.

Un recluta interrumpió el pase de lista para decir:

—Sargento, hay un conejo detrás de usted.

Apretando los dientes, el oficial respondió:

—¿Está armado?

reddit.com

Un tiempo trabajé usando botargas para posar con niños pequeños en un estudio fotográfico. Cierta vez tuve que usar la de Winnie Pooh, pero el interior de la cabeza no tenía un arnés para colocar mi cabeza, así que tuve que sujetarla por un lado con la mano. Esto hacía que pareciera que el muñeco se estaba frotando la mejilla. Después de observarme un rato, un niño preguntó:

—¿Te duele la muela, Winnie?

Como no podía hablar, solamente asentí con la cabeza.

Entonces el pequeño dijo:

—¿Ya ves? Todo es por comer tanta miel.

Enrique Ruiz, México

En la escuela primaria donde trabajo, todos los días revisamos las agendas de las alumnas y escribimos notas a los papás. Un día, una maestra empezó a escribir en una nota: “Salta, se para, corre y brinca…”. En eso, cambió repentinamente de actividad y dejó el texto incompleto. Al día siguiente, cuando revisó la agenda y la nota sin terminar, vio que la mamá de la niña había escrito: “¡La gallina!”. La maestra empezó a reír, ya que lo que ella quería decirle a la señora era que corrigiera a su hija, pues se paraba, brincaba y estaba inquieta en clases, pero la mamá pensó que se trataba de una adivinanza.

Rita Pérez, El Salvador

Trabajo como mesero en una taquería. Una vez llegó a cenar un hombre joven y, cuando acudí a tomarle la orden, le pregunté cómo quería sus tacos.

—Con todo, menos con cebolla, porque después de cenar voy a hablar por teléfono —dijo él.

José Ramírez, México

Tengo una amiga que es enfermera. Cierta vez, ella estaba revisando la historia clínica de una paciente cuando se dio cuenta de que la niña y su madre tenían el mismo nombre de pila.

—¿Llamarse igual no causa confusiones? —preguntó mi amiga.

—¡Para nada! —dijo la niña—, yo a ella le digo mamá. 

Beth Nelson, Estados Unidos

El hijo de un amigo mío trabajó en un restaurante de comida rápida. Cierta noche, mientras atendía la ventanilla de servicio al auto, un cliente le dijo que el intercomunicador no funcionaba correctamente y no podía oírlo bien. El chico se puso a tomar la orden mientras una compañera suya trataba de arreglar el aparato. Tras unos segundos, ella le preguntó al cliente:

—Señor, ¿ahora puede escucharme mejor?

—Pues no —respondió este—, ahora suenas como una chica.

gcfl.net

Juan Carlos Ramirez

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