Gajes del oficio: Estaba a punto de llegar…

Estaba yo a punto de llegar al domicilio de un cliente mío, cuando me di cuenta de que una persona llamaba a su puerta.

Enseguida se oyó el ladrido de un perro de gran tamaño, que seguramente estaba suelto en el patio. Alguien salió a abrir y luego cerró el portón.

Corrí para alcanzarlo antes de que entrara a la casa, con la idea de que detuviera al animal. Di unos golpecitos en la puerta, esperando que me oyera.

Cuando por fin abrió, y sin pensar en nada más, lo primero que se me ocurrió fue preguntarle: “¿Está el perro?”.

Víctor Chávez, México

Soy profesora e imparto, sobre todo, talleres de redacción. Los trabajos de mis alumnos me han hecho corregir muchas, muchas hojas: unas sin trascendencia; otras, con contenido.

Por ejemplo, una ocasión debían escribir oraciones utilizando palabras supuestamente estudiadas antes. He aquí el resultado:

  • Atrio: “Los atrios nunca van a la iglesia”.
  • Antropófago: “Mi primo es un antropófago, pero es una carrera muy difícil”.
  • Profanación: “¿Has visto qué rápida profanación tuvo la noticia?”.

Y si se trata de conocimientos de historia y literatura, he leído:

  • “Este poeta vivió su vida, hasta que se murió en 1863”.
  • “En el siglo XVIII se instaura la dinastía babilónica”.
  • “Algunos autores contemporáneos son Carlos Fuentes y Miguel de Cervantes”.
  • “Cicerón, como orador, es magnífico, y como filósofo, eléctrico”.

A veces pienso si les habré enseñado la importancia del español, o si quizá debería dedicarme a otra cosa…

Grace Meade, Nuestra Comunidad (Universidad Iberoamericana, Ciudad de México)

Cierta vez, cuando le estaba haciendo a una joven estudiante mía una prueba de madurez mental, le mostré el dibujo de un muñeco de palitos al que le faltaban un brazo y una pierna.

—¿Qué necesita él? —le pregunté.

—¿Una silla de ruedas? —inquirió la niña.

Hugo Marnatti, Estados Unidos

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