Gajes del oficio: Guardia perspicaz
Cuando trabajaba como maestra en una prisión, uno de mis alumnos a menudo faltaba a clases. Primero fue porque, según él, le habían extraído un diente...
Cuando trabajaba como maestra en una prisión, uno de mis alumnos a menudo faltaba a clases. Primero fue porque, según él, le habían extraído un diente con caries; luego porque le extirparon las amígdalas y, finalmente, porque se cercenó la punta de un dedo mientras trabajaba en un taller.
Todo esto provocó que uno de los guardias me dijera: “Será mejor que no perdamos de vista a ese sujeto. Parece que está tratando de escaparse en pedazos”.
Lucy Grace, Reino Unido
La respuesta más ingeniosa que he oído fue una vez en la tienda donde trabajo. Un cliente se estaba quejando con mi supervisor de los empleados. Despotricaba sobre lo nefastos que éramos e insistía en que la empresa solo contrataba imbéciles. Entonces, mi jefe lo miró directamente a los ojos y le preguntó: “¿Desea usted una solicitud de empleo?”.
reddit.com
Una mañana llamó a mi puerta un vendedor de aspiradoras y dijo que la empresa para la que trabajaba lo había enviado a realizar un cuestionario entre los clientes. La primera pregunta era: “¿Volvería usted a comprar nuestro producto o lo pensaría?”. Como yo había tenido mil problemas con la aspiradora que compré, mi respuesta fue tajante: “Su producto es de tan mala calidad que no sé si presentar una queja en la oficina de defensa del consumidor o acudir directamente a la policía”, le dije al vendedor, quien se limitó a escribir “Indeciso” en el cuestionario.
Hemanth Kumar, India
Soy sargento en el ejercito y en una ocasión le pregunté a un soldado de aspecto desaliñado si se había afeitado ese día.
—Sí, señor —repuso.
Entonces señalé su rostro y dije:
—Bueno, mañana quiero que se acerque un poco más a la máquina de afeitar.
rallypoint.com
Trabajo en un servicio de lavado de autos. Un día, mientras un compañero mío aseaba la camioneta de un cliente, vio en la parte trasera varias calcomanías con lemas ecologistas y, en una ventanilla, otra que acreditaba al dueño como miembro de una asociación protectora de animales. Sin embargo, cuando abrió la portezuela para lavar el interior del vehículo vio unas fundas de asiento hechas de lana, un par de guantes de pelo de venado y un chaleco de cazador. Volviéndose hacia mí, mi colega comentó: “Vaya, este tipo sí que es un lobo con piel de oveja”.
Steven Deboer, Canadá
Cierta vez mi madre, que trabaja en un gimnasio, les dijo a dos clientas que se encontró haciendo uso de las instalaciones:
—Hace mucho tiempo que no las veía por aquí, chicas.
—Es que hemos estado trabajando horas extras —explicó una de ellas.
—¡Qué bien! —exclamó mi madre—. En los últimos meses se ha quedado sin empleo tanta gente que me alegra saber que aún hay empresas que necesitan personas que laboren horas adicionales. Por cierto, ¿dónde trabajan ustedes?
Con una sonrisa tímida, una de las jóvenes respondió:
—En la oficina de desempleo.
Candice Wood-Brown, Estados Unidos